lunes, noviembre 28, 2005

ARTE: 50 años de la Fundación Juan March.

La Fundación Juan March cumple 50 años dedicados al Arte, y para celebrar sus bodas de oro nos regala una exposición retrospectiva donde tienen cabida gran parte de los artistas que han tenido un hueco en sus salas a lo largo de este fructífero periodo de propuestas artísticas.

Visitar una exposición un día de diario es un lujo que no está al alcance de todos, básicamente porque tenemos que ir a trabajar de lunes a viernes. Sin embargo y si tienes la oportunidad de disfrutarlo, en estos días te encuentras a los cuatro solitarios que se dedican a la vida ociosa, y como mucho a alguna excursión de chavales. Esto significa que puedes degustar cada sala tú solo, sin que nadie pueda perturbar tu comunicación con el lienzo, y sobre todo disfrutas del Arte en silencio.

La selección de las obras abarca un periodo grande: vanguardias, movimientos y expresiones artísticas individuales del siglo XX. En total son 60 obras deliciosas, que permiten darse un agradable paseo, empezando por los impresionistas, destacando el sobrecogedor “Curva en la carretera a Montgeroult” de Paul Cézanne, en la imagen. Después de los Monet, Manet, Degas, Toulouse Lautrec, Gauguin, nos acompañan en las salas de la Fundación Juan March, los fauvistas como Matisse y los expresionistas de las dos escuelas alemanas, Die Brücke y Der Blau Reiter, así como la Sezession vienesa, con un impresionante “Adán y Eva” de Gustav Klimt.

La representación cubista es de gran calidad con obras de Picasso, Braque, Juan Gris: “Garrafa y bol” y Leger. Luego vienen Mondrian, con una de sus llamativas obras: “Composición II” y Malevich con un soberbio cuadro suprematista negro: “Cuadrado negro”. La abstracción viene de la mano de Kandisnky, con una obra menor y con el “homenaje a Picasso” de Paul Klee.

La siguiente sala está preñada de sueños, los surrealismos de Dalí, Magritte, Miró y Max Ernst. Y entre ellas nos encontramos con las cuatro escultores de la exposición: Giacometti, Julio González, Calder y Cornell. Entre las esculturas llama la atención un sobrecogedor lienzo de Marc Chagall “Sobrevolando la ciudad”.

A partir de aquí, se pone un punto y seguido en la muestra, y además se desciende al primer sótano del edificio. En este momento, debido a la 2ª Guerra Mundial, los artistas se trasladan a Estados Unidos, y siguen dos corrientes bien diferenciadas, una la que sigue las grandes corrientes europeas, con representantes sobresalientes: De Kooning, Rothko, Sam Francis y Pollock, y la otra que da una nueva visión a la figuración: Lichtenstein, Wharhol, Wesselmann, etc.

Para terminar y hacer las delicias de los amantes de la fotografía, la exposición incluye 6 fotografías, dos de Cartier Bresson, dos de Julia Margaret Cameron (de los años 1860 y 1870) y dos de Irving Penn.

La muestra de la Fundación March te invita a dejarte llevar y abrir los cinco sentidos para vivir el arte de vanguardia sin complejos, con tranquilidad y para mostrarte el camino, la evolución, del Arte desde finales del siglo XIX hasta los años ochenta del XX. Esta exposición es un verdadero lujo, muchas obras son de primerísima línea y tardarán en volver por aquí. No la debéis dejar escapar, además es gratuita.

PD La Mujer Tirita ya visitó esta exposición hace tiempo, y nos regaló en su "post" con el cuadro de Klimt, toda una delicia.

sábado, noviembre 26, 2005

MÚSICA. Semana mágica de conciertos. LHR, Lori Meyers, Budapest, Sidonie. Mercury Rev.

El cuerpo todavía aguanta o eso parece. El jueves en la sala La Riviera, rodeada de los escombros y las vallas que amontona por las obras capitalinas el último faraón de Madrid, Ruiz Gallardón, asistí a un concierto por partida cuatriple. Desde las nueve de la noche del jueves hasta las cuatro de la madrugada del día siguiente estoicamente resistí el vendaval de Rock and Roll de La Habitación Roja, de Lori Meyers, de Budapest y de Sidonie.

Una cola descomunal nos dio la bienvenida, todo nos hacia imaginar que nos íbamos a quedar fuera algunos. Pero no se cumplieron los malos augurios. Una vez dentro, todo fue una fiesta, una reunión de amigos con ganas de pasarlo bien y de disfrutar de buena música. También fue la noche de la agradable sorpresa de La Bala Perdida, ¡bienvenida! Una noche mágica.

No soy la persona más indicada para hablar de música, aunque si me pueda definir como un melómano enamorado e irredento. Aun con esas voy a dar unas pinceladas breves sobre lo acontecido en La Rivera. LHR estuvo en su línea ascendente con ese poderoso directo que los caracteriza y que cada vez tiene más adeptos. Lori Meyers fue la pequeña decepción, las canciones de su último disco sonaron distantes, improvisadas y aburridas, nada que ver con los tres temas de su primer trabajo, impecables e intensas como siempre, que nos tocaron. De Budapest poco más se puede decir que en anteriores ocasiones no se haya escrito ya, son una explosión de rock, su sonido limpio y directo y sus pegadizas letras te envuelven por completo y siempre satisfacen las expectativas de los más exigentes. Sidonie es espectáculo en estado puro. Una vez más su concierto fue redondo, sobresaliendo algunas de sus nuevas canciones, como la exquisita Fascinado, y los grandes clásicos de sus dos anteriores trabajos, sobre todo de Shell Kids.

No sabemos a que se debieron el retraso en la entrada al recinto y la excesiva pasividad de los “chispas” a la hora de cambiar el material de los grupos entre concierto y concierto, algunas veces de hasta una hora. A pesar de ello fue una noche redonda, y estoy seguro que estos desgraciados incidentes no será lo que recordemos.

Lo de la noche del viernes en Aqualung, fue: MERCURY REV. Así sin más, MERCURY REV, en mayúsculas. Todo estaba en contra, el cansancio acumulado de la noche anterior, una dura jornada de trabajo, una tarde desapacible con agua y frío. La desagradable noticia de que las puertas se abrían a las 18:30, porque la sala luego se convierte en discoteca los viernes y entonces los conciertos se adelantan, lo cual quiere decir que al haber quedado nosotros a las 21 horas, como siempre, no pudimos ver a los Dirty Three ni a The Decemberists. Lo siento por sus incondicionales, pero no se les echó en falta. La magia de MERCURY REV nos sobrecogió desde el principio, nos inundo de música todo el cuerpo y nos extenuó hasta la rendición final. Queda claro que hay divisiones o niveles, queda más que claro que MERCURY REV, son de primera división, vamos son de otra galaxia. Sólo me queda preguntarme ¿cuándo vuelven a Madrid?

La crónica de verdad sobre MERCURY REV llegará pronto, y será un honor y un privilegio enlazárosla desde mi blog. Sir Hannofer, deseosos te esperamos.
Sir Hannofer.
Recomiendo el inteligente y divertido post de La Bala Perdida sobre el macroconcierto del jueves en La Riviera:LaBalaPerdida

ARTE. Bea de las Heras, Basic_B, El nacimiento de una estrella, 2004.

El nacimiento de una estrella.
























Contacto.

VIDA RURAL. Un regalo de los Dioses, un kiosco.

No me acuerdo con exactitud de la primera vez que un periódico cayó en mis manos. Debió de ser a una edad muy temprana porque en mi casa siempre recuerdo montones de diarios apilados uno tras otro en la mesita que está cerca de la estufa de leña. Todavía se hacinan allí cada semana.


Ya si recuerdo los tiempos grandes de El País, el primero que me viene a la memoria, y su fantástico Pequeño País, que yo devoraba cada domingo. Luego llegó el Diario 16, el gran El Independiente que sólo salía dos días por semana, y que más tarde se convirtió en diario, en un gran e inolvidable periódico. Después del cierre de estas dos cabeceras en los tiempos del implacable y corrupto felipismo, llegó El Mundo, un periódico nuevo, moderno, innovador, ya entrañable e inseparable de mis ratos de información cada mañana en el tren.

Hubo intervalos de tiempo en los que volvió a mi El País, en los duros días de la segunda Guerra del Golfo, pero fueron breves e insatisfactorios. También llegaron unos meses en los que La Vanguardia me acompañaba tras el café de mediodía, pero fue algo accidental, regalaban el diario en mi trabajo.

También tuvieron su hueco los diarios deportivos, en mi primigenia adolescente, ese Marca de todos los lunes, o aquel proyecto propio de un Lope de Aguirre provinciano que fue el Nueva Alcarria Deportivo, cuando el CB Guadalajara ascendió a la Liga ACB por méritos propios pero que por falta de patrocinadores se quedó donde estaba y sigue, en la nada.

El papel prensa me rodeará para siempre, estoy seguro que aunque llegue un momento en que no pueda ver, pediré a la persona más cercana que tenga en ese momento, que lea para mi los titulares del día, o a los columnistas que ponen en solfa jornada tras jornada al país, o que repase para mi las noticias culturales más relevantes, sobre todo las de teatro y cine de estreno.

Todo esto viene a cuento de que en mi pequeña e irredenta aldea han abierto un kiosco. El anhelo de toda mi vida, lo que nunca terminaba de instalarse y hacerse una realidad; llegaron las terrazas de verano, la pantallas grandes de TV para ver el fútbol los domingos, la biblioteca municipal, y otras tantas cosas. Nada de esto me conmovió de tal manera como la llegada de la “tienda de los periódicos” como yo decía de pequeño. Viví el momento del “plantado” del kiosko en la plataforma de hormigón, acompañé a Pilar, su dueña, en el día de la inauguración, venciendo un día infernal de otoño de lluvia y frío. Comuniqué a decenas de personas la noticia, nunca había repetido tantas veces un mismo argumento, algo dentro de mi se sentía plenamente satisfecho y sentía la necesidad de compartirlo con el resto. Gracias. Suerte. Larga vida por muchos años.

TEATRO. Amar después de la muerte. "El Tuzaní de la Alpujarra".

De Pedro Calderón de la Barca.
Versión de Yolanda Pallín.
Con: Joaquín Notario, Montse Díez, Javier Mejía, José Luis Santos, Pepa Pedroche, Jordi Dauder, Miguel Cubero, Toni Misó, César Sánchez, Ione Irazábal, Juan Meseguer y otros.
Escenografía: José Hernández. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Vestuario: Rosa García Andujar.
Direción: Eduardo Vasco. CNTC. Madrid. Teatro Pavón.




En esta comedia histórica de madurez Calderón dramatiza la sublevación de los moriscos de la Alpujarra granadina durante el reinado de Felipe II, sus antecedentes y la extrema dureza con que fue sofocada la revuelta por las tropas reales al mando de Don Juan de Austria. Menos atento a la realidad histórica –aunque sin obviarla-, que a los clichés de su época sobre un episodio legendario y a los estereotipos sobre el honor que impregnaron gran parte de su producción dramática, el dramaturgo sitúa en el centro de la vorágine de la violencia desatada por la guerra a la pareja de enamorados Clara (hija del noble morisco Don Juan de Malec) y Don Álvaro Tuzaní, en torno a cuya peripecia amorosa se articulan las principales líneas de conflicto de la obra.

Un lance de honor, el agravio de don Juan de Mendoza a Malec, en la reunión del Cabildo de Córdoba en el que se discute la aplicación de una pragmática real que prohibe la exteriorización de usos y costumbres musulmanas entre los moriscos, aviva el odio y los recelos latentes entre las dos comunidades y espolea el levantamiento y la posterior represión. La convivencia es imposible, parece decirnos Calderón, o lo es sólo a condición de la renuncia absoluta de la minoría en conflicto a mostrar cualquier signo de identificación cultural y religiosa. Y al final, aunque don Álvaro consigue vengar la muerte de Clara, solo será perdonado tras la más denigrante de las humillaciones. Por otra parte, el honor de los jefes de las huestes cristianas queda salvaguardado, puesto que el autor de la felonía es el exaltado Garcés, un soldado de fortuna. El ciclo se cierra y el orden social dominante sale fortalecido.

Obra compleja, como se ve, y aunque el tema de fondo, de candente actualidad, avala la oportunidad del montaje y facilita la recepción de los espectadores, la heterogeneidad de elementos implicados, los frecuentes cambios de espacio, y la alambicada estructura de la obra, con sobreabundancia de climax y anticlímax -que, a veces, relajan innecesaria y letalmente la tensión dramática-, complican su plasmación escénica y ponen a prueba la pericia de los actores, del director y de todo el equipo técnico. El resultado es irregular, no tan brillante, en todo caso, como Eduardo Vasco nos tiene acostumbrados, aún cuando se consiguen cuadros de gran belleza e intenso dramatismo, sobre todo en las escenas ambientadas en espacios interiores, donde parece acompasarse el ritmo del verso al movimiento escénico pausado y al claroscuro de la iluminación. Los exteriores resultan más caóticos y uno termina por perderse entre el laberinto de bastimentos que simulan las defensas de Galera o entre las breñas de esa imponente serranía que Calderón no se cansa de elogiar en versos exuberantes, ocultando uno y otros el acceso a la conciencia de los protagonistas donde se labra su verdadero drama personal y humano.

Existen, empero, numerosas ocasiones para el disfrute en este espectáculo deudo, para lo bueno y para lo malo, de las esencias de la teatralidad barroca. Podemos gustar de una evocadora ambientación musical, de la espléndida recreación del vestuario de época que realiza Rosa García Andujar, o de un solvente trabajo de actuación, bien que carente, a ratos, del nervio suficiente para traspasar la línea que separa el escenario del patio de butacas. Un tanto excesivo en su iracundia resulta el codicioso y pendenciero Garcés (Miguel Cubero) un bellaco sin escrúpulos digno representante de la soldadesca; Pepa Pedroche también ha hecho papeles mejores que esta Doña Clara, un patrón fraseo y de entonación monocordes rebajan considerablemente su habitual fuerza expresiva. Jordi Dauder y José Luis Santos salen airosos de sus respectivos papeles. El primero presta severidad, nobleza y continente altivo al anciano Malec; el segundo es un convincente Don Juan de Mendoza, militar disciplinado y leal, altanero y orgulloso de su ascendencia de cristiano viejo. Destacan, en fin, Joaquín Notario en el papel de Don Álvaro, personaje complejo donde los haya, protagonista absoluto de la obra y quien ofrece una más vasta gama de actitudes y sentimientos encontrados, y el dicharachero e ingenuo Alcuzcuz (Toni Misó) un gracioso sui géneris, acomodaticio y bonachón que con su media lengua y sus ocurrencias hace las delicias del público

Gordon Craig.

Amar después de la muerte. CNTC.

jueves, noviembre 24, 2005

VIDA URBANA. Xan Meo en el Metro de Madrid.

Como cada mañana en un vagón de Metro, pegado a una puerta y con libro abierto me dirigía a mi trabajo. Lectura: perro callejero, de Martín Amis. Metro: línea roja, estación de Noviciado. El protagonista de Mister Amis, Xan Meo, traspasa todo los límites de la realidad literaria y se persona delante de mi, agarrado a la barra vertical del vagón que tengo delante de mis narices.

Xan hecho hombre. Pelo pincho muy corto, unos cuarenta y muchos, ropa deportiva con playeras cantosas, con colores y reflectantes muy brillantes. Chupa de cuero.

No paso de página durante unos minutos. No me puedo concentrar en la lectura. Me está mirando, con ojos tímidos. Disimulo, haciendo que leo.

Un maldito frenazo del convoy y me abalanzo sobre la barra donde Xan sigue aferrado, nervioso, intranquilo, después del duro golpe sufrido en un tugurio de las afueras de Londres. Lo siento, musito. Estas cosas pasan me responde. Veo que tiene ganas de seguir con la charla, y me refugio en mi voluminoso librito. Es algo que siempre me he preguntado, vamos 950 de cada 1000 viajeros van sujetos a las barras, los restantes, no sé muy bien cómo lo hacen pero se sostienen sin más, me espeta de nuevo Xan. No sé nunca me lo había preguntado le contesto todavía un poco perplejo por la situación creada. Xan continua: y por los frenazos vienen los empujones y esos malditos pisotones, y claro no te vas a pegar por un pisotón, pero a veces te entran ganas de romper alguna cabeza por menos. Yo, cabizbajo y huidizo: no hombre no, estas cosas pasan a diario, unas veces recibes y otras machacas el juanete de alguien, un poco de calma y más por la mañana. Xan: es verdad es muy pronto para pegarse.

El convoy bufa por uno de sus altavoces: próxima parada Canal. Me dirijo a Xan por última vez: es mi parada, que pase usted un buen día. Él, se cuadra en una pose militar y me tiende la mano. Se la estrecho y me largo a toda prisa de los andenes. Cuando el metro vuelve a moverse me giro dos veces para comprobar que ninguna sombra extraña me sigue. Inicio mi huida.

Como la vida misma. Sucedió esta mañana a eso de la 8:15 en la línea 2 del Metro. Yo era yo, y Xan Meo, era un friki convertido en Xan Meo por unos minutos. ¿Por qué me suceden estas cosas, y tan temprano?

miércoles, noviembre 23, 2005

CINE. Flores rotas – broken flowers. “Corazones rotos – broken hearts”.

Jim Jarmusch convenció a Bill Murray para que interpretara su película “Flores rotas”, y sin el genial Murray “Broken flowers” habría sido otra cosa. Bill sólo pidió a Jim, que el lugar del rodaje estuviera a 10 minutos de su casa. Jarmusch accedió y acertó de pleno.
Don Johnston, Bill Murray, es un vivales, un tipo con suerte con las mujeres, ha tenido decenas de novias y amantes pero se resiste a sentar la cabeza porque le va de puta madre y no entra dentro de sus planes cambiar ahora. En la primera escena Sherry, su última conquista lo abandona porque no tiene claro que hace con él y que quiere hacer en la vida, pero que lo que sea lo quiere buscar ella sola.

De repente, aparece una carta rosa, escrita a máquina y con letra rosa, un maldito sobre color rosa que trae unas noticias al bueno de Don que le van a trastocar su filosofía de la vida para siempre. La carta viene a decir que una de sus exnovias se quedó embarazada antes de dejarlo con Don, y que ella decide tener el hijo con todas las consecuencias. Pero ese niño ahora tiene 19 años, está decidido a conocer a su padre y ya lo está buscando. La carta no viene firmada, está escrita a máquina y el matasellos se ha borrado por el traqueteo del sobre por las estafetas de Correos por las que ha pasado.

Winston, el vecino de Don le prepara el viaje para la busca y captura de su exnovia. Winston sólo le pide que vaya elegante y con un ramo de rosas rosas. Empieza la fiesta querido amigos. Una bata rosa, una tarjeta rosa, una máquina rosa, una Harley rosa, una lacito rosa, una carta rosa con tinta rosa... Maldito rosa, pobre Don.

Gracias Jim por esta gran película, gracias por hacernos partícipes de la magia que con tu cámara puedes plasmar en celuloide y mostrarnos a todos. Inolvidable Murray, altivo, seductor, pasota; camaleónico, enorme, único. Bill, todavía te recuerdo en Lost in Traslation. Tampoco he olvidado a Scarlett Johansson, pero eso es otra historia. Acercaros a una sala oscura y dejaros llevar. Disfrutad, paladear cada plano, cada tempo de secuencia medido cronométricamente, cada gesto del imperturbable Bill Murray. Esto es cine con mayúsculas. Ya me contaréis.

ARTE. Bea de las Heras Basic_B, Laberinto, Mykonos, 2004.

Laberinto. Mykonos.














Contacto.

MÚSICA. Gran semana de conciertos.

Una semana como ésta se presenta pocas veces en la vida. El jueves y el viernes, la magia de la música en directo me envolverá a mi y a mis inseparables amigos en una oscura sala de fiestas. Conciertos, conciertos y más conciertos.
El jueves el lugar es La Riviera. Excusa: la presentación del nuevo disco de Sidonie, “Fascinado”, su primer trabajo en castellano, pero el más flojo de los tres. A los barceloneses les acompañan los granadinos Lori Meyers, con su nuevo trabajo recién salido al mercado “Hostal Pimodan”, que suena de maravilla, los siempre fantásticos La Habitación Roja (conciertazo inolvidable en el Festival Contepopranea este verano) y el entrañable sonido de Budapest, que sólo por escuchar temas como “it’s the best it gets” en directo vale la pena ir a verlos.

El viernes muy posiblemente uno de mis sueños se hará realidad, ver en directo en Aqualung a Mercury Rev, uno de esos grupos míticos, que desde el “Deserter’s songs”, pasando por “All is dream” y terminar con el último y exquisito “The secret migration” pueden hacer las delicias de cualquier melómano de fino paladar. Todavía recuerdo ese festival al que no pudimos acudir, Isladencanta, allá por el año 2003, cuando los invitados de ese año fueron Oasis y Mercury Rev, entre otros. Todavía recuerdo el difícil día que tuvimos que elegir entre Benicassin e Isladencanta. Terminamos en la costa castellonense y valió la pena de verás, pero la espinita de Mercury Rev todavía estaba clavada muy dentro de mi. Los acompañarán Dirty Three y The Decemberists, pero sin desmerecer a nadie, eso es lo de menos.

WHISPERS’ GALLERY. Basic_B, 2004.

Payaso.


sábado, noviembre 19, 2005

VIAJES. Kenia en el recuerdo 1.

Se acerca la fecha. Es algo que irremediablemente hace retorcerse a mi estómago. La emoción me conmueve otra vez. Todos los poros de mi cuerpo transpiran de otra manera. Cientos de recuerdos no paran de chocar entre si dentro de mi cabeza, todos quieren ver la luz de nuevo, aunque sólo sea unas centésimas de segundo. Mil imágenes se agolpan una tras otra en mi retina ya humedecida.

Se va a cumplir el primer aniversario de nuestra salida hacia lo desconocido, hacia ese paradisiaco lugar del ecuador africano llamado Kenia. Un 2 de enero a una hora intempestiva, todos, nerviosos, nos agolpábamos en la terminal de salidas internacionales de Madrid Barajas. Destino: Nairobi, vía Amsterdam.

Habitación L31, Voi WildLife Lodge. Un despertador rompe el amanecer, un segundo le hace coro unos minutos después. “African breakfast”, la mejor comida de todo el día. Redacción: no llegan cintas. Bombas en la pileta del “spa”. De puta madre “my friend”, una cerveza bien fría “please”, que ya es hora. Más bombas: el entrenamiento diario del Amore E Vita, ¿para cuando esa etapa compañeros? Hoy toca cocido madrileño en la ciénaga de los de Rete, ¡por Dios que calores!, pero repito una vez más porque esta morcilla está de muerte. Siesta, siesta. Otra vez el maldito despertador. Reunión de “reality”, maldita su hora, ojos entrecerrados, bostezos, Pocholo: “pocho, siete, siete, pocho”. Cena, noche cerrada, territorio del “anopheles” maldito, la “bicha” acecha traicionera. Bond 7, whisky local, ¿por qué siempre falta una botella? ¡Más hielo, más hielo!. No me quiero acostar. Mañana control.

Los “made in Spain” toman posesión de la sábana del Tsavo. El rugido del Bedford rompe el eterno silencio del reino de lo salvaje. Control de campamento: Masai, Samburu. Cámara 10, giramos a la izquierda y vamos abriendo el plano para cubrir la llegada de los concursantes, en 10 segundos grabando, ¿todo ok? Vamos allá, 10, 9, 8, ... Estamos grabando. “Ranger”, ¡busquen a Pocholo, otra vez anda solo! No es calvo, tiene el pelo largo y un mal genio de cuidado. “Yes, bwana, a coke for me, please?” ¡Son las ocho de la mañana!!!!!!!! África siempre será África. Control para Joaquín, control para redacción, ¿hay alguien ahí?, joder no llega la comida. 45 grados a la sombra, a dormirla. Volvemos a casa.

[...]

+ Imagen: “El Índico cegador”.

VIAJES. Kenia en el recuerdo 2.

[...]

Día libre. Atanás, cabrón, nunca olvidaremos tu nombre, ni tu forma de conducir. “Matatu” en marcha dirección Mombasa City. “Welcome – Karibu”. El inmenso y cegador Océano Índico de la primera vez quedará grabado para siempre en nuestras retinas. “Pirates Restaurant”, la primera langosta. Más champán, que no cava, ¡papuchi, papuchi! Todo vale para festejar la primera noticia que nos llegaba de Ainara, reina de la sábana. Vuelta a Voi. Noche traicionera africana rodeada de gritos en las cunetas de sombras tenebrosas tras hogueras humeantes que crepitan sin cesar.

Noche de gala. Poblado Masai. Control Retevisión: “Hello, trasmision from Kenia”. London’s Control: “go, go, ok”. El “transponder” pega el latigazo, se hace el milagro, cientos de telespectadores reciben la señal en sus casas a miles de kilómetros. Es hora de unos brindis, Bond 7 por doquier. Hasta el fin de la noche: “don’t disturb. People sleeping”.


¡Por el trakas Zaorejas!, ¡no me jodas!, ¡por el trakas! ¿Vienes a descargar el “pen (drive)” a mi habitación? ¡Qué sudores! Pumuki interrumpe su lectura por un tiempo indefinido, Panini no encuentra sus gafas, la perplejidad lo rodea hasta el fin de sus días. Se rompió la magia de la tarde de piscina. Otra vez el Amore E Vita, malditos sean. Siempre son los mismos, no respetan ni una comida, siempre hay risas y cachondeo en su mesa, y ahora esto. Envidia endiablada.

Arde la Torre Windsor en España. Colapso invernal por un temporal de nieve en casa. ¡Quememos nosotros la noche africana! Fiesta en el Lion Hill Restaurant. Quiero más alcohol. Sólo queda absenta bwana. Me beberé hasta lo que haya en el botiquín. ¡De este overland no nos moverán! ¡Indurain, Indurain! Voi Eslava, la disco de moda, invadida por una noche por el Amore. Orgía interminable.

80 días, con 80 noches que llegan a su fin. De nuevo ocho horas de vuelo, tras una jornada eterna en un camión de safari. Lágrimas cálidas de adiós con unos y de reencuentro con otros, otra vez en Madrid. ¡A chuparla!, ¡a chuparla! Hasta siempre.

Por esos miles de momentos inolvidables que me habéis regalado. Para ese Amore E Vita, que se dejó la piel en tierras extrañas, pero ya amigas para siempre. Para: Aracely, Joana, Inma, Paco, Juanma, Pedro, Pablo, Carlos. Mis compañeros del Amore E Vita. Y para el resto del magnífico equipo de Aventura en África. Y para los muchos amigos que se quedaron en Voi. Para todos, de corazón.

+ Imagen: “Anopheles, derribado”.

WHISPERS’ GALLERY. Basic_B, 2004.

Ave nocturna 1.


WHISPERS’ GALLERY. Basic_B, 2004.

Sueño nocturno 1.


LIBROS. Lecturas Convulsivas. Seda, de Alessandro Baricco.

“Seda” es una novela que no deja indiferente a ningún lector, muchos se enamoran de ella, pero muchos también, ponen cara de incredulidad y de pocos amigos después de la lectura, como queriéndonos decir, ¿esto es todo? ¿y esto era para tanto? Lo advierto desde el principio, unos quedareis prendados y otros desencantados, muchas veces la magia de la literatura no nos envuelve a todos por igual, los manjares sólo son aptos para paladares exquisitos.

Yo descubrí Seda hace ya unos años pero recuerdo el momento como si fuera ahora mismo, desde que cayó en mis manos y empecé a leerla, una sensación especial me acompañó hasta que cerré el librito, para dos horas después, impaciente y ansioso, volver a abrirlo. La he leído ya unas cuantas veces más desde entonces, es una historia de cabecera, de las que acompañan a uno a lo largo de toda una vida.

Baricco considera a Seda una historia, pero no una hermosa historia de amor, aunque en realidad lo sea, porque según el autor si tan solo hubiera sido eso no habría valido la pena contarla. Con un estilo original, pulcro, pero conciso y escueto, muy particular, el narrador italiano, nos señala que hay algo más que un simple comerciante de gusanos de seda detrás de Hervé Joncour, su protagonista, pero eso lo tiene que descubrir el propio lector, dejándose llevar página tras página, sin precipitarse; el tempo de la novela es pausado, lento, pero la musicalidad del texto te envuelve por completo, desapareces, estás por unos momentos dentro de la ficción.

En Seda se refleja el amor como ruptura con el orden social y con el mundo natural, de una forma tímida pero atrevida. Hervé Joncour, ya no es la misma persona después de su primer viaje a Japón, algo hierve en su interior, pero aun con esas la idiosincrasia de la vida, de la sociedad que le rodea, le estrangula sus sentimientos, le coarta su libertad. Luis Cernuda, ya sostenía esta idea, “la única verdad del hombre es la verdad del amor, […] pero a lo largo de la historia de Occidente, se ha considerado al amor como una trasgresión social, un delito”(*). Hoy en día, todavía existe ese miedo, infundado, cobarde, a dejar correr nuestros sentimientos, a expresarnos abiertamente o a caer en las manos de la persona amada sin complejos. Pero, si dejamos olvidada a la pasión del amor, “la experiencia más alta para nuestra civilización”(*), según sostiene el maestro Octavio Paz, si acallamos su suspiro incesante, ya malherido, de nuestro interior, ¿a qué nos agarramos?, ¿vale la pena seguir luchando?, ¿qué nos queda?

Doctor Faustus.

Referencia bibliográfica: Seda, por Alessandro Baricco. Barcelona: Anagrama, 2000.

(*) Paz, Octavio. “Los signos en rotación y otros ensayos. La palabra edificante”. Madrid: Alianza, 1970.

jueves, noviembre 17, 2005

lunes, noviembre 14, 2005

TEATRO. Comedia sin título. "¿Se puede llevar la realidad al teatro?

De Federico García Lorca.
Con: Ernesto Arias, Alberto Jiménez, Chema Ruiz, Inma Nieto, Luis Moreno, Lucía Quintana, Diego Toucedo, Jorge Muriel, Fernando Sánchez-Cabezudo, Víctor Criado y David Boceta.
Dramaturgia y dirección: Luis Miguel Cintra.
Madrid. Teatro de la Abadía.


Esta obra inconclusa de Lorca se yergue como una vívida y trágica metáfora de su propia existencia truncada por la barbarie (una vida “antes de tiempo dada a los agudos filos de la muerte”); pero es también testimonio de su aguda conciencia social, reflejo de su inagotable numen poético y muestra de su preocupación permanente por indagar en la naturaleza misma del teatro a cuya renovación consagró sus mejores esfuerzos. Según sus exégetas, alcanzó a escribir apenas un acto de los tres proyectados, por lo que no podemos saber si el protagonista hubiera llegado a alcanzar su sueño de uncir la realidad al teatro, aunque nos tememos lo peor, ya que ese objetivo encierra una paradoja irresoluble. Dramatizar el intento ya es un mérito considerable.

Convencido como estaba el dramaturgo del potencial que encerraba el teatro como palanca de transformación social, el personaje principal de esta obra, el Autor, propugna desenmascarar el artificio de este arte milenario, su mentira, para dar entrada en la obra a la realidad más hiriente: a la brutalidad y al dolor, a la pobreza y a la injusticia, a la Revolución; en la creencia de que así podrá despertar la conciencia aletargada de los espectadores viciados por la práctica generalizada del drama burgués. Pero el teatro tiene sus propias convenciones, las convenciones de toda representación, la tramoya, los disfraces, los personajes, la exigencia misma de los ensayos, el público, ... entes que, a modo de personajes pirandelianos, en el devenir de los acontecimientos sobre el escenario se rebelan contra el Autor, le exigen sus derechos y terminan por imponerle su ley.

La línea principal de conflicto ínsita en el texto lorquiano, la lucha del Autor con los elementos ficticios de la teatralidad, se enriquece potenciando la figura de El joven/Director/Mago que se convierte en una especie de alter ego del Autor, en núcleo irreductible de su conciencia artística, que se suma a la facción antagonista con la que nuestro animoso cruzado entra en fiera y desigual batalla, no siendo la menor de las escaramuzas, la que libra con su amante Actriz -símbolo del teatro-, a quien acusa de inconstante y de falsaria porque “sólo -dice-, repite palabras aprendidas”.

Drama, pues, conceptual, de personajes-símbolo, que niega la realidad que pretende inútilmente capturar, drama del creador, del artista, que como un rey Midas redivivo transmuta en entes de ficción todo lo que toca sin que pueda hacer nada por remediarlo. Y así son todos los personajes que aparecen en escena, fantasmas, obsesiones, figuras de pesadilla a las que conviene, por cierto, la atmósfera onírica, desrrealizada, de luz espectral y de geometría imposible que ha creado para ellas la escenógrafa, acorde con el contenido y con la estética surrealista presente en numerosas expresiones de la fértil imaginería lorquiana. Lúcida, asimismo, la mirada de Luis Miguel Cintra, que atina a desvelarnos las sutilezas y la complejidad del universo del dramaturgo granadino, su sensibilidad exquisita, su creatividad desbordante, su fe inquebrantable en el arte y sus más negras premoniciones; secundado por un espléndido trabajo de los actores su diestra batuta ordena la complejidad y convoca al escenario de la sala de la Abadía a los espectros de las innumerables figuras del teatro que alguna vez, en abigarrado torbellino, poblaron la atribulada imaginación del poeta.

Gordon Craig.

Comedia sin título. Teatro de la Abadía.

martes, noviembre 08, 2005

TEATRO. Wunschkoncert, (Concierto a la carta). "Las voces del silencio".

De: Franz Xaver Kroetz.
Con: Anne Tismer y Ulrike Bindert (soprano).
Dirección: Thomas Ostermeier.
Madrid. XXII Festival de Otoño. Teatro de la Abadía.



Nada autorizaría en principio a establecer vínculo alguno entre esta señorita Rash, la protagonista de “Wunschkoncert” y Nora Helmer de Casa de Muñecas, triunfante esta última del oprobio y la humillación, abandonando a su marido y a sus hijos en un supremo acto de rebeldía y autoafirmación personales; derrotada la primera, con sus expectativas frustradas y abocada al suicidio ante la constatación irrevocable de la inutilidad de una existencia vacía. No obstante, la coincidencia (¿fortuita?) en cartel de ambas obras que han propiciado los organizadores del Festival de Otoño (y con la misma actriz protagonista, que tiene que hacer doblete para estar consecutivamente en el auditorio de la RESAD y el teatro de la Abadía), dispara nuestro malsano gusto por la conjetura y nos impele a descubrir una secreta relación entre ambos personajes. ¿Será este final trágico y desolado, quince o veinte años después del portazo más famoso de la historia del teatro, el que el destino ha reservado para la mujer que con su valeroso proceder inauguraba la era de la emancipación femenina?

Pero suposiciones aparte, el hecho es que la vida de ambas mujeres como la de otras grandes heroínas de la narrativa y el teatro europeo contemporáneos (llámense Enma Bovary, o Doña Rosita, o Adela, de La casa de Bernarda Alba, de Lorca) viene marcada por la negra sombra del infortunio. Y de todas ellas, creemos que la suerte de esta señorita Rusch, coetánea nuestra, es la más terrible y desoladora. El desenlace parece más cruel por cuanto no es fruto de la enajenación momentánea del raciocinio que producen las grandes pasiones -de las que parece estar exenta nuestra protagonista-, sino de la insoportable carga en que puede llegar a convertirse administrar en soledad las mil y una ínfimas tareas de la vida diaria en la intimidad. Y el grito de desesperación es más hiriente y penetra más las fibras de nuestra sensibilidad porque no está expresado con palabras, “esa hipócrita cortina de humo” que, según Harold Pinter, impide percibir al otro en su verdadera y extrema desnudez, sino con el silencio.

Todo transcurre en una tarde cualquiera. Tras una larga y, probablemente, agotadora jornada de trabajo nuestra protagonista vuelve a su apartamento, un lugar frío y despersonalizado, donde nadie la espera, ni amante, ni amiga con la que compartir alguna confidencia, ni siquiera una carta, o una llamada en el contestador, sólo los edificantes mensajes de un catálogo publicitario, las imágenes banales de la televisión y el sonido metálico, neutro, de un programa de radio que ocasionalmente reproduce una voz cálida y amiga como la de Leonard Cohen o el tono solemne de un aria de ópera que trasporta a nuestra desequilibrada heroína a las alturas de una momentánea alucinación próxima a los extravíos de la visión mística, de la que sale para constatar, de nuevo, que no hay nada, absolutamente nada excepto la tediosa reiteración de la rutina diaria.

La responsable última de esta proeza es Anne Tismer, dando vida a una lánguida y triste solterona, madurita y hogareña, cuyos largos años de vida solitaria han terminado por hacer mella en su equilibrio emocional. Y asombra realmente la meticulosidad enfermiza con la que lleva a efecto la más nimias operaciones, hasta el punto de convertirlas en hábitos fijos e inamovibles que realiza obsesiva y maquinalmente convertida en una verdadera autómata y produciendo en el espectador la sensación de que nos encontramos ante una perturbada. El punto álgido de su espléndida actuación, el momento donde transmite más tristeza y desvalimiento, si es que puede establecerse una gradación en ese inagotable catálogo de pequeñeces que llenan las interminables horas de una velada hogareña, es la operación de denudarse e irse a la cama, porque ese es quizá el último minúsculo acto del ritual que antecede al momento fatídico que constituye el acostarse y quedarse a oscuras enfrentada al vértigo del vacío y de la soledad absoluta.

Gordon Craig.

lunes, noviembre 07, 2005

ACTUALIDAD. Espíritus de Don Quijote.

La exposición “Espíritus de Don Quijote” que sacaba a la calle 63 esculturas inspiradas en el genial caballero creado por Cervantes, de diferentes artistas nacionales, ha sido retirada de las calles de Guadalajara debido al “secuestro” de alguna de las figuras y porque otras han sufrido diversos actos vandálicos que han mutilado algunas esculturas.

Dos apuntes: la despreocupación de los responsables municipales por la vigilancia de la muestra no tiene nombre. Las personas que tienen este tipo de responsabilidades, cargos electos públicos, y no cumplen con su deber sólo pueden pagar de una manera: la dimisión y el escarnio público. Los autores: jóvenes mimados de veinte años, que después de una borrachera pagada por papá, destrozan todo lo que se encuentra por su camino, en este caso las figuras de Don Quijote, deben ser castigados con severidad. Un ejemplo: que sus padres, responsables de estas “criaturas” malignas que asolan nuestras calles, paguen hasta el último céntimo de la factura de la restauración de las figuras.

Guadalajara no tiene remedio, siempre será diferente, caracterizada por el civismo y la educación de sus ciudadanos, por la ejemplaridad y la honestidad de sus responsables municipales, el nombre de la ciudad quedará marcada para siempre por un hecho como este que nunca olvidaremos: una vez más, una vergüenza nacional.

OPINIÓN. PORTULANOS. Las Manos de Orlac.

[Una vez más Ignacio García May es clarividente. Sirva mi blog para la difusión de su columna Portulanos de El Cultural.]

Portulanos. Las manos de Orlac.


Machado se equivocaba: nunca hubo dos Españas. Era una sola, esquizofrénica, enferma. Como en Las manos de Orlac, el cuerpo miraba sus manos con repugnancia, extremidades de muerto implantadas en los muñones, cosidas con cicatrices tan gruesas que parecían pulseras de bramante en torno a las muñecas. Acaso fuera el dolor de los costurones lo que haya carcomido, enloquecido a tanta gente, haciendo imposible toda reflexión sensata, tranquila, sobre nuestra Guerra y sus consecuencias. Siempre me ha parecido que Haro era la metáfora viva de esa España, no partida, sino atomizada a base de acumular miedos, rencores, esperanzas truncadas, melancolías, odios, deseos de utopía, mentiras, en suma, contradicciones tratadas como muro de cárcel y no como mecanismos de aprendizaje.

Haro fue falangista, sí, pero también Jiménez Losantos fue maoísta y mira ahora; si entramos en ese juego la mitad del país tendría que mirar para otro lado. Se me hace imposible juzgar los mecanismos de la supervivencia en circunstancias tan ajenas. Luego, Haro se pasó a la izquierda extrema y por el camino arrambló con todo. A veces arremetía contra las grandes mentiras de nuestro tiempo y entonces era admirable; otras le asaltaba la paranoia y veía a la derecha como los alcohólicos las cucarachas que le trepan por las piernas, estrangulado por un maniqueísmo despiadado. No es verdad que se le quisiera tanto en el mundo del teatro: la mayor parte de los directores le odiaban tanto como él a ellos, y la ruptura de su amistad con Marsillach hizo época. El homenaje de la otra tarde fue, más que nada, un censo de quién está por la corrección política, donde igual cabían los amigos sinceros que las ratas. Porque las ratas, en el teatro, hacen lo mismo que las de los barcos: se suben a ellos cuando las bodegas van llenas y se escapan cuando hay peligro de naufragio. A mí la muerte de Haro me entristece, porque creo profundamente en los versos de John Donne. Pero con gusto colgaría de los pulgares a todos esos hijos de puta que aún hoy continúan asustando a la gente con la amenaza de la Guerra Civil, como si no fuera suficiente con haber destrozado a dos generaciones.

GARCÍA MAY, Ignacio

viernes, noviembre 04, 2005

TEATRO. The Winter's Tale, El Cuento De Invierno, de William Shakespeare. Propeller, Watermill Theatre. “Teatro en estado puro".

La compañía Propeller del Watermill Theatre ha desembarcado en Madrid, en el teatro María Guerrero, para ofrecernos una de las últimas obras del genio de Stratford-on-Avon: The Winter’s Tale, El Cuento de Invierno.


Shakespeare esta vez nos propone la problemática de los celos en la vida conyugal. Dos amigos, dos reyes, se enemistan por los endiablados celos de Leontes, el rey de Sicilia, por la “relación” de su mujer Hermíone y el Rey de Bohemia, Políxenes. Hermíone, embarazada, es encarcelada y Políxenes huye de Sicilia al ser advertido por un criado de que iba a ser envenenado.

Leontes juzga a su mujer ante un tribunal público, pero antes envía unos emisarios al oráculo de Delfos para que sea éste el que dictamine si su decisión ha sido errónea o no. El oráculo responde a Leontes que está equivocado y le vaticina horrendos males. Hermíone muere pero antes deja una criatura que es abandonada en un paraje de Bohemia: Perdita, que un pastor y su hijo recogen y cuidan.

El resto de la historia se la dejo a la gente del Propeller y a sus espectadores, amantes del buen teatro y buenos conocedores de las tropelías que Shakespeare preparaba para sus personajes. Lo que si puedo adelantar es que el final es inesperado y digno de un drama shakesperiano de altura.

La puesta en escena de Edward Hall, el director, es exquisita, con una iluminación muy cuidada y apropiada, con la inclusión de canciones populares originales, y con el acierto de introducir acordes de piano en directo que acompañan sobremanera a la acción dramática. El trabajo actoral es sobresaliente, el desdoblamiento una y mil veces de los del Propeller para representar a cada uno de los personajes, es meritorio. Habría que resaltar el brillante trabajo de Jason Baughan en el papel del entrañable e incansable buscavidas Autólico y el de James Tucker en el papel de la concienzuda e irredenta Emilia, dama de compañía de Hermíone.

Un detalle muy chocante, que cuando la obra va avanzando se hace casi inapreciable, pero que desde el comienzo llama la atención, es que los actores del Watermill Theatre son todos varones, y por lo tanto los papeles femeninos los interpretan hombres, una tradición de los tiempos de Shakespeare rescatada por Edward Hall, pero que salta a la vista desde la primera escena para unos espectadores, como los actuales, que están tan acostumbrados a ver a actrices encarnar los personajes femeninos en cualquier representación.

Sobresaliente demostración de autoridad del Watermill Theatre en Madrid en una noche mágica más del Festival de Otoño en el María Guerrero. Un Shakespeare que emociona, sobrecoge, divierte y apasiona al espectador desde la primera escena, un trabajo impecable, un estudio concienzudo de la obra que a todas luces da la razón a Edward Hall y a su novedosa propuesta shakesperiana. Tardaremos mucho tiempo en olvidarnos de su original puesta en escena del Cuento de Invierno, y el público madrileño podrá darse cuenta de que aquí muchas veces nos hacen creernos el ombligo del mundo, y que no es oro todo lo que reluce.

El único pero que puedo añadir es el habernos perdido, algunos, la magia y la expresividad de la lengua de Shakespeare en todo su esplendor, en una ocasión única e irrepetible.

Winter's Tale. Propeller.

CURIOSIDADES. Alergias.



La semana pasada tuve revisión médica. Una visita rutinaria a la consulta de alergias. Todo parece normal, pero me vuelven a repetir las pruebas. Los resultados están listos media hora después. Según me informa la especialista, me han dado positivo las mismas plantas de siempre, algunas malezas de la familia de la artemisa. Pero está vez, también estoy sensibilizado a otras nuevas: la barrilla pinchosa, el cenizo y el bledo.
¡Vaya por Dios! Con lo bien que quedaba yo cada vez que decía que era alérgico a la artemisa que nadie conocía. Los tiempos cambian. Ahora puedo no parar de dar la barrila, pinchosa muchas veces, aunque me importe un bledo el asunto, y me ganaré a pulso que me digan que soy un cenizo.

miércoles, noviembre 02, 2005

TEATRO. Jorge Dandín. "Farsa del marido ultrajado".

De: Moliere.
Con: Aníbal Fernández, Enka Alonso, Isabel Alguacil, Pedro Casas, Mario Sánchez, Diego Velázquez y Javier Laorden.
Compañía: MIMAN Teatro.
Dramaturgia y dirección: Andrés Beladíez.
Toledo, Teatro Rojas


Aunque sin el espesor psicológico de los personajes de las grandes comedias satíricas (Alceste, Tartufo o Arpagón, por ejemplo) este Jorge Dandín no reniega de su estirpe molieresca, y su patética figura de marido engañado atrae sobre sí todas la iras del moralista social que nunca dejó de ser el autor, que aquí pone en solfa la obstinación con la que algunos miembros fatuos e ignaros de la burguesía acomodada pretendían mejorar su condición social por el expediente de emparentar con damas de una nobleza decadente y cuyas virtudes otrora ponderadas habían entrado en un irreversible proceso de descomposición.

Espoleado por ese necio afán de ascender de clase, Jorge Dandín, cuarentón de buena posición social, se ha casado con una jovencísima Angélica, de apellido ilustre, que pronto encuentra la manera de satisfacer sus deseos fuera del matrimonio. Enterado de los tejemanejes de su mujercita Dandín acude a sus suegros para que pongan coto a sus desafueros; pero una y otra vez resulta chasqueado. Su torpeza y escasa presencia de ánimo son insuficientes para contrarrestar los engaños y embelecos de Angélica, para quien él no es más que un palurdo provinciano con el que no está dispuesta a compartir su vida.

El trabajo de dramaturgia de Andrés Beladíez es meritorio; a la labor de actualización del texto -que le confiere un cierto halo de modernidad- se suma la poda de sus excrecencias costumbristas y del exceso de introspección psicológica, respetando, eso sí, en la construcción de los personajes, aquellas actitudes y rasgos de la personalidad que alimentan el conflicto principal de la pieza: la distinta valoración que los cónyuges tienen de las obligaciones de la mujer en el matrimonio. En efecto, Angélica, que parece haber sido educada en la “escuela de mujeres” del propio Moliére, no quiere someterse a la obligación de fidelidad que trata de imponerle un marido que “ella no ha elegido” y demanda con vehemencia disfrutar de su juventud; mientras que Dandín quiere imponerle a toda costa su concepción exclusivista y pequeño burguesa de la vida marital.

El resultado es una farsa burlesca ágil y rebosante de comicidad, a cuyo cultivo se dedican los mejores esfuerzos de la dirección y del trabajo de los actores. Cada cuadro está cuidadosamente planeado y realizado, desde el movimiento escénico, las entradas y salidas, las carreras, persecuciones y porrazos deudos de la Commedia dell’Arte, hasta el parloteo en off, los intermedios decorativos o la espléndida ejecución de los apartes. Amén de una matizada iluminación que contribuye a desrrealizar el espacio trasladándolo a los etéreos dominios de la fantasía. El elenco, por su parte, derrocha entusiasmo y entrega, y exhibe, en su conjunto, un excelente control del fraseo y de la entonación y una extraordinaria pericia en la composición física de los personajes, apoyado por un vestuario estilizado que evoca el ambiente preciosista de la Francia de la época que Molière quería ridiculizar. Mario Sánchez es Clitandro, un botarate atildado de modales cortesanos; Aníbal Fernández da lo mejor de sí para componer un Dandín fatuo, acomplejado y papanatas cuyo empecinamiento y falta de luces le convierten en blanco de todas las burlas. Angélica (Enka Alonso) y Claudina (Isabel Alguacil) son dama y criada respectivamente; ambas rivalizan en desparpajo y simpatía; la primera muestra ser una consumada maestra del engaño y de la doblez, aunque sabe ser también sincera y contundente en la defensa de sus convicciones y en su apuesta por la vida disipada; en cuanto Claudina, esconde bajo la apariencia de sumisa damisela a una pícara redomada. Lubín (espléndido Pedro Casas), es un cretino de tomo y lomo, obsequioso y duro de mollera, que con su candidez, su bohonomía, sus despistes y sus meteduras de pata se revela como un discípulo aventajado del mismísimo Arlequino.

Gordon Craig.

LA COSTA BRAVA EN TU SALÓN.

Ayer salió la noticia en un telediario, no sé bien en cual, porque ante el apabullante despliegue de medios para dar a conocer hasta el último detalle del nacimiento de la Infanta Leonor (¡bienvenida criaturita!) de todas las cadenas, mi mando a distancia se volvió medio loco.

El caso es que La Costa Brava, por unos 300 euros toca en el salón de tu casa todo su repertorio en directo. Los “indies” alegan que es complicado organizar giras y que de esta manera se dan a conocer. Veremos si la iniciativa sale bien, y si otros grupos se animan también a seguir los pasos de La Costa Brava.

Yo me pido a Wilco y con Los Planetas de teloneros para mi próximo cumpleaños. Apuntad queridos amigos, del resto ya sabéis que me ocupo yo. A mis queridos vecinos y vecinas “amables” les pido que se vayan por un día al carajo.