lunes, noviembre 26, 2012

viernes, noviembre 23, 2012

TEATRO. For rent. "Adorablemente perturbadora".


Del colectivo Peeping Tom.
Concepto y dirección: Gabriela Carrizo y Franck Chartier.
Coreografía y creación: Jos Baker, Eurudike de Beul, Leo de Beul, Marie Gyselbrecht, Hun-Mok Jung, Seol Jin Kim y Simon Versnel
Madrid en Danza. Teatros del Canal.



A veces el lenguaje se resiste (¡Ah! “... el rebelde, mezquino idïoma.”) a expresar con palabras las alteradas e inconexas imágenes del sueño o las profundidades y recovecos del subconsciente, aun así creo que la atrevida antítesis con la que encabezo estás líneas acierta a evocar de algún modo el leve tono humorístico que suaviza el demoledor efecto de las inquietantes imágenes de pesadilla que se despliegan ante nuestros ojos asombrados en el espectáculo que comentamos.

En un espacio escénico suntuoso, en claroscuro, enmarcado con cortinones de terciopelo rojo, que a veces recuerda -no me pregunten por qué extraños mecanismos de asociación- al claustrofóbico interior del salón burgués de El ángel exterminador buñueliano y otras a los ambientes oníricos y misteriosos de las pinturas surrealistas de Paul Delvaux, la señora de la casa y el mayordomo esperan a los integrantes de una visita guiada. Cuando el grupo abandona la estancia, inopinadamente un joven se queda encerrado; su expresión absorta y reconcentrada pareciera indicar que con su mente se está trasladando a otro plano temporal, en el que tiene lugar la súbita irrupción de una mezzo-soprano de edad avanzada seguida por su marido y lamentándose, al parecer, por la pérdida de su hijo (el joven). A partir de ahí este germen de argumento se diluye: los pasos de danza del joven y del mayordomo y el errático desplazamiento de éste, que se cimbrea, dobla y contorsiona como si fuera de goma, convierten la más inocua actividad, como la de encender una lámpara o servir una taza de café en una tarea imposible.

Desde ese momento ya nada es lo que parece; merced al extraño comportamiento de los personajes, al virtuosismo de los bailarines y a una escena en continua transformación, mientras se desplaza el mobiliario y el descorrer de telones desvela un espacio de marcado acento gótico, lo real queda supeditado a la fantasmagoría y nos vemos arrastrados a una suerte de carrusel de sorprendentes apariciones y desapariciones más propias de un estado de delirio o de alucinación. Pasado y presente se confunden y no podemos decir a ciencia cierta si son seres humanos los que pululan por la escena o son meros espectros de tales seres; o recurrentes imágenes producidas por un mal sueño o por una mente perturbada, muchas de las cuales te producen un ligero cosquilleo de desasosiego, de terror, incluso (inquietante, kafkiana, la aparición tras los sillones de figuras humanas que reptan a cuatro patas moviéndose como cucarachas) atemperado por el ingenio y el sesgo absurdo de los escasos diálogos.

Espectáculo de teatro-danza, de nuevo, en el que si bien la danza no es el elemento predominante cuantitativamente hablando, sí depara los momentos de mayor intensidad y fuerza expresivas; espectaculares son la aparición, al descorrer la cortina, del hombre muerto en el cuadro colgado del muro y su aparatosa caída; y la escena en la que la señora (Marie Gyselbrecht) presa de una alucinación ve desdoblarse la figura del mayordomo. Junto a ella, Jos Baker y los coreanos Hum-Mok Jung y SeolJin Kim hacen un trabajo portentoso.

En estos tiempos de mestizaje de distintas disciplinas artísticas sobre el escenario: teatro, mimo, música, danza ..., bien harían algunos actores en mirarse en los espectáculos de danza, para cuya realización se requiere un umbral de exigencia técnica muy superior al que por desgracia encontramos en el teatro de texto.


Gordon Craig.


lunes, noviembre 19, 2012

1000 razones para no dejar de leer: Dificultad de la ficción de Antonio Muñoz Molina, en El País.

<< Necesitamos mirar de cerca la realidad y necesitamos escapar temporalmente de ella, y encontrar en las ficciones donde satisfacemos esa huida, claves simbólicas que nos ayuden a entender lo que vemos al abrir los ojos, al apartarlos del libro, al salir de la sala de cine. >>


Dificultad de la ficción de Antonio Muñoz Molina, en El País.


viernes, noviembre 16, 2012

TEATRO. Lorca al vacío: “... Vengo con tres heridas / la del amor, la de la muerte, la de la vida.”.

“... Vengo con tres heridas
la del amor, la de la muerte, la de la vida.”.

Dramaturgia de María Velasco a partir de textos de Federico García Lorca.
Con: Raúl Jiménez, Aarón Lobato, Esosa Omo, Natalie Pinot, Irene Serrano, Jorge Silvestre y Teresa Vallejo.
Teatro de Cámara Cervantes. Dirección: Sonia Sebastián.
Madrid, Sociedad Cervantina.



Como en el caso de su coetáneo Miguel Hernández, poeta también inspirado, telúrico y de aguda conciencia social, quizá Lorca sangraba por las mismas tres heridas que el escritor alicantino: la de vida, la del amor, la de la muerte. Una y otra vez a lo largo de su trágicamente truncada carrera de escritor, variantes de estos temas genéricos afloran en su obra con una intensidad y un dramatismo sobrecogedores, bien a través de cauces formales consagrados por la tradición (el romancero, el teatro poético o la tragedia de ambiente rural), bien bajo la envoltura de la experimentación vanguardista, concretada sobre todo en su libro Poeta en Nueva York y en las obras dramáticas que la crítica ha dado en llamar su “teatro irrepresentable”.

El montaje que nos ocupa, que acaba de estrenarse en la Sociedad Cervantina con dramaturgia de María Velasco y dirección de Sonia Sebastián, se alinea estéticamente con esa faceta más experimental del teatro lorquiano, la de sus dramas surrealistas y aunque sus fuentes son muy variadas, bebe sobre todo de dramas como El Público, Así que pasen cinco años o la inconclusa Comedia sin título, de la que procede precisamente el arranque del espectáculo con una paráfrasis actualizada del discurso del Autor (de su silueta proyectada sobre una pantalla), dirigiéndose al público congregado en el vestíbulo.

De nuevo, el Autor, (personaje dramático y alter ego del propio Lorca) se propone desenmascarar el artificio de este arte milenario que es el teatro, su mentira, para dar entrada en la obra a la realidad más hiriente, que hoy como ayer sigue siendo la misma: la incomprensión, la brutalidad y el dolor, la injusticia y la muerte, en la creencia de que así podrá despertar la conciencia aletargada de los espectadores viciados por la práctica generalizada del drama burgués. Dos aspectos habría que destacar en este montaje, que a nuestro juicio pone a prueba -con éxito- la capacidad que tiene la obra de los verdaderos artistas de trascender su propio tiempo y dialogar con el presente; por una parte, es su insistencia en la exploración del drama personal del artista, de su lucha denodada por descubrir el núcleo más irreductible de su verdadera identidad. A este respecto la escena en la que al Autor intenta reflejar su imagen sobre una pantalla dibujando su propio contorno, para luego abominar de ella, avergonzarse, horrorizado, de lo que descubre resulta esclarecedora. Resulta asimismo encomiable el distanciamiento irónico con el que la dramaturgista mira a los personajes, desdibujándolos, distorsionándolos, desmitificándolos, en suma, a la vez que se disuelve la separación tradicional entre escenario y sala mezclando prácticamente a los actores con los espectadores y desplazando a estos para llevarlos al lugar de la acción, en vez de recrear ficticiamente el espacio sobre el escenario. Así la balconada desde la que Don Perlimplín parlamenta con Belisa es real y lo mismo puede decirse de la luna del jardín de los Capuleto (en el umbrío patio interior del edificio de la calle Atocha) o de la cripta donde descansarán los cuerpos de Romeo y Julieta. Sobre ambos espacios, sendas instalaciones de dos artistas plásticos (Juan Zamora e Hisae Ikenaga) configuran por contraste una atmósfera onírica, desrrealizada, acorde con la estética surrealista propia de la fértil imaginería lorquiana.

Una novedosa y rompedora propuesta, en fin, que combina las artes plásticas con la expresión dramática abriendo nuevas vías de acercamiento a una dramaturgia apenas transitada por los creadores; un estimulante ejercicio de reelaboración, o mejor, de recontextualización de algunos pasajes memorables de la obra de Lorca que demuestra que su teatro sigue más vivo que nunca.

Gordon Craig.

jueves, noviembre 08, 2012

TEATRO. Hans was Heiri. "Geometría variable".

"Hans was Heiri”.
 De Zimmermann & De Perrot.
Creado con: Tarek Halaby, Dimitri Joudre, Dimitri de Perrot, Gaël Santisteva, Melissa von Vépy, Methinee Wongtrakoon y Martin Zimmermann.
Madrid. Teatros del Canal.



Hans was Heiri es un breve espectáculo inclasificable (los propios autores confiesan que lo llaman teatro porque no han encontrado una palabra mejor) pero de una excelente factura técnica. Más allá de etiquetas y clasificaciones reduccionistas: teatro del cuerpo, ejercicio circense, teatro de objetos, ...; lo que no puede obviarse es su innegable atractivo visual y estético, su comicidad desbordante y su vocación cosmopolita, cifrado como está todo el montaje en los dos códigos expresivos mas universales: el lenguaje del cuerpo y el de la música.

La evolución de los actores sobre la escena al ritmo de la música generada en directo se convierte en una auténtica celebración del cuerpo en movimiento, en un alarde de plasticidad, de coordinación, de riesgo, incluso, y de versatilidad para interactuar con los objetos, para adaptarse a ellos, para modelar con ellos un espacio en perpetuo cambio merced al desplazamiento, inclinación, superposición y rotación de paneles móviles, bancos y bastidores. Pero el montaje no se agota en la mera exhibición de destrezas y habilidades motrices, sino que desarrolla una particular poética del espacio escénico que juega con el dinamismo de los volúmenes y del espacio, transgrediendo los parámetros de horizontalidad y verticalidad de la geometría eucleidiana y desafiando a la fuerza de la gravedad. Luz, música, volumen y movimiento se fusionan en un todo unitario para alumbrar una costelación de imágenes de extraordinaria y rara belleza plástica. Imágenes que, a veces replican contenidos comunicables o situaciones reconocibles de la vida cotidiana o del mundo del espectáculo, parodiándolas o caricaturizándolas por algún medio (magistral la parodia de una sesión de yoga impartida por un iracundo maestro en el interior de uno de los receptáculos esa especie de cubo de Rubik giratorio que domina la escena), pero otras veces, en una singular pirueta performativa, no demandan de nosotros ninguna interpretación, ninguna atribución de un significado exterior a ellas mismas, a su propia materialidad y a su impacto sensorial.

Distorsión, sucesividad, simultaneidad y dinamismo constituyen la esencia de este espectáculo. Un elenco espléndido de actores que son gimnastas, bailarines, acróbatas y saltimbanquis al mismo tiempo se embarcan en una suerte de movimiento errático marcado por las leyes de la combinatoria. Un movimiento que adquiere alternativamente el ritmo frenético del poseso, la frialdad del autómata, o se resuelve en insólitas composiciones corales, sin renunciar al “más difícil todavía” circense en números (actuaciones) de tinte acrobático, marionetístico o clownesco.

Un espectáculo, en fin, imprescindible para quien quiera seguir la pista a una de las múltiples y más fecundas orientaciones o enfoques de la creatividad con las que el teatro más actual trata de reinventarse, la de aquellos creadores que como Artaud piensan que el dominio del teatro no es psicológico sino plástico y físico.

Gordon Craig.


miércoles, noviembre 07, 2012

1000 razones para no dejar de leer: entrevista a Gabriel Albiac en Jot Down Cultural.

<< Me produce demasiado placer el cine para atreverme ni siquiera a destriparlo. Con la escritura sí he mantenido esa relación de fascinación y odio: se escribe odiando la escritura, descuartizándola. Yo al cine lo he amado como realmente no he amado a nada, y nada me ha dado tanto placer… salvo algún disco de rock and roll… No quiero ni saber cómo funciona. Por eso, naturalmente, siempre me he negado a tener esos aparatos domésticos llamados televisores… ¡eso nunca! Nunca. Al cine, con la luz apagada… con esa cosa que parece un misterio… y es que cuando se apaga la luz, algo funciona como si fuera un sueño. >>

Gabriel Albiac en Jot Down Cultural.


lunes, noviembre 05, 2012

1000 razones para no dejar de leer. El Azul del logro de Marcos Ordóñez, en El País.


<< Necesitamos la precisión del arte, necesitamos un arte que fije y nos fije, necesitamos ese punto y aparte que, colocado en el lugar correcto, como pedía Hemingway, nos desgarre el corazón con la fuerza de unas tenazas. >>

El Azul del logro de Marcos Ordóñez, en El País.