martes, julio 06, 2010

viernes, julio 02, 2010

TEATRO. The prince of Homburg. "El sueño de la gloria".


De Heinrich von Kleist.
Con: Lászlo Széles, Viktoria Kerekes, Ilona Sarkozi-Nagy, Csaba Debreczeny, Andras Ötvös, Imre Csuja, Richard Barrabás, Csaba Polgar, Imre Baksa y otros.
Örkény Theatre. Dirección: András Dömötör.
X Festival Clásicos en Alcalá”.
Alcalá de Henares. Teatro salón Cervantes.


Este drama ambiguo e inquietante de Von Kleist plantea una profunda reflexión sobre la débil frontera que separa la obediencia ciega del totalitarismo. Los términos esenciales del conflicto se desarrollan no tanto en el violento enfrentamiento entre Federico Guillermo I y el coronel Kottowitz, jefe del regimiento de la princesa de Orange y valedor del príncipe de Homburg, cuando estos discuten acaloradamente sobre si es más importante la disciplina o la victoria, sino en la cabeza del propio príncipe, cuando este se debate entre elegir libremente la muerte aceptando su condena o vivir con indignidad suplicando el perdón en las condiciones ignominiosas impuestas por su tío, el Elector de Brandemburgo.

Al final todas las grandes palabras sobre el honor, la patria, la ley o las virtudes castrenses que invoca el Elector para justificar su draconiana decisión, todo el consejo de guerra, en definitiva, resulta una farsa, pues cuando Hohenzollern acusa al Elector de ser el culpable de lo sucedido, por alentar los sueños de gloria del Príncipe, este da marcha atrás y accede a la petición de indulto de sus generales. A este respecto, resulta particularmente gráfica la imagen de la sentencia, la decisión sobre la vida o la muerte de un hombre, literalmente pendiente de un hilo, vale decir de un capricho, de una voluntad todopoderosa y arbitraria. Aunque como decíamos al principio, la pieza tiene suficiente margen de ambigüedad como para no pensar que, en su conjunto, todo lo sucedido no sea un ardid, una mascarada del propio Elector urdida para dar una lección al Príncipe, saltando por encima de sus sentimientos, de los de su mujer y los de su sobrina la princesa Natalie que para entonces ya se ha enamorado perdidamente de Homburg.


Hay en general un espléndido trabajo de actuación que percibimos más allá de las dificultad insalvable del idioma. ¿O es quizá por esa razón? Pues a falta de la comprensión directa del texto cobran un mayor grado de autonomía la expresión corporal y gestual de los actores. Y un hábil empleo del espacio que tiene fuertes connotaciones simbólicas. Las hileras de pupitres alineados frente al público donde se sientan los generales para recibir instrucciones antes del combate recuerda vagamente el escenario de La clase muerta, de Kantor; la sobriedad del espacio y de las guerreras de los soldados, el gesto y los ademanes marciales son una parodia de las virtudes castrenses y la disciplina del ejército prusiano y adquiere tintes particularmente bufos en el plante de los oficiales frente al Elector, donde se ha roto la frontalidad para hacer más visible lo ridículo del comportamiento de estos militares de alta graduación que parecen colegiales. El hieratismo de Eliza es la figura estilizada de la realeza principesca, siendo Natalie el único personaje -junto al impetuoso y hamletiano Federico (magnífico Andras Ötvös)- con rasgos visibles de humanidad en su comportamiento. De hecho, al inscribir entre dos escenas burlescas, de broma en apariencia ingenua la primera, macabra, la última, en la que se hace creer al Príncipe hasta el final que va a ser fusilado, el propio autor daba las pistas de cómo había que interpretarse la pieza, claves que András Dömötör parece haber entendido a las mil maravillas y que plasma en un montaje limpio en el que se acentúan el sarcasmo, la ironía romántica, el misterio y la atmósfera de irrealidad.

Gordon Craig.

Clásicos de Alcalá. The prince of Homburg.

ARTE. Bea de las Heras. Espacio Tiempo. "El beso 2".


Bea de las Heras. "El beso 2", Toledo, (2010).



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