sábado, abril 28, 2007

TEATRO. Marat-Sade. "Entre el paroxismo y la chirigota".


De Peter Weiss. Versión de Alfonso Sastre.
Con: Roberto Álamo, Luis Bermejo, Alfonso Blanco, Luis Calero, Pedro Casablanc, Lola Casamayor, Javivi, Virginia Nölting, Nathalie Poza, Tomás Pozzi, Pepe Quero, Miguel Rellán, María Alfonsa Rosso, Alberto San Juan, Cecilia Solaguran y Fernando Tejero.
Animalario Teatro. Dirección: Andrés Lima
Madrid. Teatro María Guerrero.

La persecución y muerte de Jean-Paul Marat representada por el grupo escénico del hospital de Charenton bajo la dirección del señor De Sade (que tal es el título completo de la pieza a la que habitualmente nos referimos con la expresión abreviada de Marat-Sade) es una obra sobre la revolución y sobre la locura. Constituye un hito de la dramaturgia europea contemporánea y fue piedra de escándalo para una cierta mentalidad bienpensante que en España se tradujo, con ocasión de su estreno por Adolfo Marsillach en 1968, en un altercado con la censura de proporciones considerables. Los tiempos han cambiado, afortunadamente, ¿o no? y hoy un teatro público puede acoger esta pieza y nadie se rasga las vestiduras, por lo que resulta sorprendente, e inédito, que en el programa de mano figure una apostilla en la que el C.D.N. “declina su responsabilidad sobre los contenidos de la obra”. Inexplicable.

Weiss construye la obra dando forma dramática a la representación, por parte de un grupo de pacientes de la casa de salud de Charenton, de una supuesta obra apócrifa del “divino marqués” -interno él mismo en dicha institución-, acerca de los últimos días de la vida del sanguinario ideólogo revolucionario y miembro de la Comuna Jean-Paul Marat y su muerte a manos de Carlota Corday. Asisten a la representación, además de los internos, médicos, enfermeros, monjas y hasta la directora del manicomio, produciéndose una multiplicidad de planos narrativos y temporales que confieren a la pieza una notable complejidad estructural, acentuada por la duplicidad permanente del comportamiento de los protagonistas locos que simulan cordura, aunque destacan entre todas las líneas de conflicto el contraste o la oposición de los personajes fundamentales: Marat, que encarna los postulados de la revolución social proletaria con sus excesos y contradicciones, y Sade, que viene a representar la suprema libertad creadora del artista, la emancipación de lo reprimido y el escepticismo crítico ante cualquier posibilidad de mejora permanente de las condiciones de vida de sus conciudadanos. Cada uno a su manera, los dos propician la supresión de las barreras de toda índole, social, moral, política o religiosa que coartan la libertad del hombre. Y al parecer ambos fracasan, por cuanto al final de la obra se reinstaura el orden con el triunfo de las fuerzas de la reacción, bien que con el espíritu revolucionario que ambos personajes encarnan inoculado como un virus en el cuerpo social y dispuesto a manifestarse en cualquier momento.

Trama como vemos densa, proteica, preñada de símbolos, sugerencias y de estímulos para la reflexión, que toma la forma de una violenta sacudida a nuestras conciencias dormidas, y que no se si el montaje de Animalario acaba de concretar del todo o si por el contrario desvirtúa, anclados como están en la estética de la provocación y del exabrupto, que tan buenos resultados les ha proporcionado, por cierto, en otras ocasiones. El montaje se convierte a nuestro modesto entender en un ceremonial truculento que tiene algo de arrabalesco pero poco de artaudiano. Más allá de la profunda desrealización a la que se somete a la espacio escénico, con hirientes contrastes de iluminación incluidos, y contados interludios donde el movimiento, el gesto y el verbo alcanzan el paroxismo de la “demencia dionisíaca”, la palabra y la expresividad corporal siguen caminos separados mientras que una comicidad burda, hasta chocarrera, a veces, contamina el desarrollo de la acción destruyendo la coherencia interna del relato; por no mencionar la permanente búsqueda de la complicidad del auditorio y el tono panfletario de algunos discursos con ostensibles guiños a la realidad política presente, fuera de lugar en una figura como la del marqués de Sade que pudo ser cualquier cosa menos un doctrinario.

El resultado, en fin, no se corresponde con el derroche de energía de que hacen gala los actores, aunque el público, todo hay que decirlo, aplaudió a rabiar su trabajo al finalizar la representación. No poco de ese esfuerzo se malgasta en encontrar su emplazamiento adecuado para cada escena y en transitar por esa especie de vertedero inmundo impracticable en el que se ha convertido el escenario, vaga metáfora de una moral corrompida cuya indefinición se reproduce también en la construcción de los personajes, con la excepción Luis Bermejo en el papel de el erotómano Duperret, Alberto Sanjuán, que coyunturalmente nos ofrece vívidas imágenes de la depravación del marqués de Sade, Pedro Casablanc en un torturado Marat, y su abnegada cuidadora Simona Evrad (Virginia Nöltling); pero sobre todo, la sonámbula y sensual Carlota Corday cuya máscara de heroína romántica de ademanes pausados y mirada enajenada compone y mantiene a lo largo de toda la representación una espléndida Natalie Poza.

Gordon Craig.

jueves, abril 26, 2007

VIDA URBANA. Destinos y embarazos.


A veces te preguntas porqué una persona se dirige a ti, y te cuenta algo que le ronda la cabeza, que le lleva alterando el sueño durante semanas. Y no llegas a comprender porqué te elige a ti y ese preciso momento en concreto. Y cuando este tipo de situaciones se repiten y no se trata de una simple anécdota, el asunto te empieza a preocupar y algunas preguntas sin respuesta te acechan sin parar.

Recuerdo como si fuera hoy cuando Antonia se acercó a mi con una inmensa sonrisa hace unos cinco años y me invitó a un delicioso desayuno en una cafetería del madrileño Paseo de la Castellana. Era la primera persona, tras su marido, que sabía que estaba embarazada. Tampoco podré olvidar nunca la preocupación que le rodeaba en aquellos momentos tan difíciles por traer al mundo a una criatura. “No quiero que un hijo mío tenga que pasarlo mal en un mundo tan egoísta y tan cruel” decía una y otra vez. Pero sin embargo llevaba dentro de si el germen de una nueva vida que ahora es un niño precioso de cuatro años y medio.

Yo salvo darle la enhorabuena, un abrazo y animarla con una sonrisa inmensa, poco más pude añadir, porque parecía que tenía las cosas muy claras, y como no quería contrariarla de ninguna manera, me mantuve en discreto segundo plano. A ello se unió mi cara de incredulidad, por ser la “segunda” persona que conocía la buena nueva.

Y esta historia quedó medio olvidada hasta que el destino quiso que de nuevo nuestras vidas volvieran a coincidir este año. En esta ocasión Antonia vuelve a estar embarazada, pero sus temores pasados están olvidados y se le queda una carilla de felicidad cada vez que me habla de su hijo que parece que todo lo sufrido para sacarlo adelante ha valido la pena. Me lo comunicó compartiendo una buena mesa, y se me volvió a quedar cara de asombro al recordarme que no había olvidado que yo fui una de las primeras personas (la segunda) en conocer que estaba embarazada la primera vez, y que ella sabía que nos íbamos a volver a encontrar para volver a compartir la noticia de su segundo embarazo en cualquier momento y el lugar menos insospechado.

Otra vez. Yo de nuevo. ¿Por qué?

martes, abril 24, 2007

LIBROS. Nieve de Maxence Fermine. Anagrama 2006, sexta edición.


“Nieve” quizás no sea la novela de tu vida, quizás tampoco se la pueda considerar una novela, pero de lo que si se trata es de una historia, Nieve es una historia encantadora, preciosa, de esas de las que te enamoras y es difícil de olvidar.

Maxence Fermine nos presenta a Yuko, un joven, descendiente de una familia de sacerdotes y militares que en un momento dado decide ser poeta, compositor de “haikus”, porque “quiere aprender a mirar cómo pasa el tiempo” según sus propias palabras. Su obsesión por la nieve lo convierte en uno de los mejores poetas del país, pero al servirle tan sólo de inspiración el efímero fenómeno meteorológico, su poesía describe sin más una tonalidad, la blanca, porque su obra carece de más colorido. Para remediar esto comienza un viaje que tiene como fin conocer a un viejo pintor ciego que le tiene que mostrar el camino del tornasol del arco iris. Durante el proceso de aprendizaje entre el sabio y el joven vate surge una vieja historia de amor, y la figura de una mujer funambulista cambia de forma radical la vida de ambos.

Nieve está escrita con frase cortas, con oraciones simples, como si cada línea quisiera convertirse en un verso. La musicalidad de su entonación y la simplicidad y concisión de sus párrafos nos adentran en el mundo de la poesía. En el texto de Fermine ada palabra es medida, y en su lugar no podría ir ninguna otra salvo esa, algo que resulta tan complicado de componer como gustoso de disfrutar. Un verdadero regalo para los paladares finos y para los oídos bien educados, una sorpresa muy agradable para los amantes de la buena literatura.

El cuento de Maxence Fermine me ha recordado mucho a Seda del italiano Baricco, no sólo por el estilo casi poético y acompasado que ambos comparten, sino también porque tanto una historia como la otra hablan de la vida, del ser humano en su desnudez, de la condición humana, de sentimientos profundos y de ideales, y de amor, y de muerte. En los tiempos del todo da igual y del no pasa nunca nada, con los que convivimos todos nosotros a diario, una historia como esta nos ofrece una pequeña muestra del camino a seguir, cada uno el suyo, pero preñado de virtud y de libertad, y marcado por el amor, por el amor a los demás y a uno mismo, y también el amor a la vida, teniendo muy en cuenta que el trayecto a recorrer, tarde o temprano nos dirige tozudamente hacia la muerte.

viernes, abril 20, 2007

TEATRO. La ilusión. "Cuéntame algo verdadero".


De Pierre Corneille / Tony Kushner.
Con: Mario Vedoya, Jorge Gourpegui, Jesús Barranco, Ernesto Arias, Rebeca Valls, Lidia Otón, Daniel Moreno y Luis Moreno.
Dirección: Carlos Aladro.
Madrid. Teatro de la Abadía.



“Cuéntame algo verdadero”, le espeta con un cierto tono displicente Isabela a Clindor cuando éste pretende embaucarla mediante el relato de fabulosas aventuras, a lo que Clindor replica endosándole otro cuento no menos inverosímil que el anterior, pero que Isabela acepta como verdadero sin rechistar rindiéndose a sus pretensiones de ferviente enamorado porque es precisamente lo que ella quería oír. Esta breve anécdota resume en su escueta y desnuda verdad los motivos que impulsan al anciano abogado Pridamante a interesarse por el paradero y peripecias de su hijo, que abandonó hace mucho tiempo el hogar por desavenencias familiares, y del que, desde entonces, no ha vuelto a tener noticias. Y es que, él también, como se demuestra cuando tiene que enfrentarse a las “visiones” de la vida de su vástago que le va proporcionando el hechicero Alcandro, acepta sólo los episodios en los que aquel se comporta de acuerdo a sus expectativas, aprobando su proceder cuando este coincide con sus deseos y reprobándolo cuando los contradice.

Pero más allá del conflicto -de raíz autobiográfica-, entre un padre intransigente y un hijo díscolo, imaginativo y trotamundos, que, probablemente, preocupaba a Corneille, (y que se reproduce en la severidad de Pléribo y Geronte con respecto a sus hijas Melibea e Isabela), la obra encierra una incisiva reflexión sobre el enorme poder de sugestión de la poesía y sobre la necesidad inherente a todo ser humano de refugiarse de vez en cuando, para que la existencia se haga tolerable, en los vastos universos de la fantasía y la imaginación que proporcionan las grandes creaciones de la literatura; creaciones, a las que Corneille somete a un curioso proceso de deconstrucción “avant la lettre”, a una suerte de parodia burlesca en la que los héroes y heroínas de leyenda nos muestra su cara más amable y desenfadada.

Y como no hay límites de espacio ni de tiempo para la fantasía, ni cortapisas a su libertad creadora, el espectáculo se convierte en una trepidante sucesión de embelecos, de trucos de magia, de personajes que mutan en otros personajes sin dejar de ser los mismos, de temporalidades superpuestas, adheridas al presente por la representación hiperrealista de un solar en obras –nada más habitual en nuestro entorno urbano-, y al pasado por la poderosa evocación de los restos de una barca desarbolada encallada en las dunas de una costa remota, que se nos antoja la isla encantada de Próspero. Engaños a la vista en los que el público mismo, víctima de las artes maléficas del mago Alandro, una mezcla de Ariel y Calibán, participa embelesado, hasta que el súbito disparo que acaba con la vida de Teógenes nos saca del encantamiento y nos vuelve, como a Pridamante, a la realidad, al hecho de que todo no había sido sino un sueño placentero, como protagonizar un auténtico cuento de hadas, y llegar, a la vez, a la conclusión un tanto descorazonadora de que precisamente a eso, a propiciar tales engaños -nada más, y nada menos-, se reduce la precaria y menesterosa condición del teatro.

En suma, una celebración de la teatralidad y del placer de contar historias; una fiesta entre galante y romántica y un virtuoso juego metateatral donde quedan abolidas las fronteras entre apariencia y realidad, todo ello servido por una brillante puesta en escena y por un espléndido trabajo de actuación y de dirección de actores. Si la cronología no lo desmintiera categóricamente estaríamos tentados de afirmar que Corneille no desconocía las fantásticas peripecias del noble caballero Alfonso Van Worden, protagonista de El manuscrito encontrado en Zaragoza. Aunque a buen seguro, no le eran ajenos ni el poder de simulación de los tunantes Chirinos y Chanfalla ni la “ciencia” del Estudiante de La cueva de Salamanca.

Gordon Craig.

Teatro de la Abadía. La ilusión.

miércoles, abril 11, 2007

LIBROS. "Suite Francesa" de Irene Némirovsky. Salamandra 2005.

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Las vacaciones de Semana Santa no sólo sirven para viajar y disfrutar de unos días de playa y sol, o de lluvia y de cielos grises como este año, sino que también te permite disponer de un valioso tiempo para pasar un rato con tus seres queridos, con tu amigos, con tu pareja, contigo mismo y para abrir un buen libro y devorarlo.

Suite francesa” lleva siendo una asignatura pendiente desde hace unos cuantos meses para mi. Primero fueron varias recomendaciones muy cualificadas, poco después empezaron a lloverle los premios, el Premio Renaudot de 2004 en Francia, el del Mejor libro editado en 2005 en España, y un largo etcétera.

Tengo que reconocer que también la curiosidad y el morbillo ante tanto halago me decía ábrelo de una vez y empieza a leerlo. Y afortunadamente ese momento llegó.

Suite francesa” relata la invasión alemana de Francia y su posterior ocupación hasta que las tropas nazis abandonan el país galo para apoyar el frente oriental. La novela originariamente constaba de cinco partes, pero a la Némirovsky sólo le dio tiempo a escribir dos, las que completan este volumen, porque la escritora rusa de origen judío fue asesinada en el campo de exterminio de Auschwitz el 17 de agosto de 1942.

La novela comienza describiendo el caótico éxodo de la población de París ante la inminente llegada de las tropas de Hitler a la capital francesa: unos huyen a pié, otros en vehículos que pronto se quedan sin combustible, otros de trenes abarrotados que a mitad de trayecto tienen que detenerse porque las vías férreas han sido bombardeadas. La sutileza y la sensibilidad de la pluma de Irene Némirovsky nos ofrece un relato sobrecogedor de las calamidades que sufren sus protagonistas y nos hace vivir en primera persona la angustia, el desasosiego, el miedo, el cansancio y la tristeza de una población que huye despavorida tras la derrota del ejército francés.

La segunda parte del relato nos presenta a unas tropas alemanas asentadas en la Francia ocupada y que a la espera de una nueva ofensiva descansan en las haciendas de los lugareños galos. Némirovsky nos muestra los recelos y los miedos de los franceses ante los soldados, pero también como empiezan a aflorar sentimientos de amistad y de algo más profundo entre algunos alemanes y los franceses.

La novela de Irene Némirovsky es un conmovedor testimonio escrito por un privilegiado observador que vivió en primera persona la invasión alemana y que nos regaló este magnifico texto cargado de sensibilidad, frescura y lucidez que retrata fielmente a una sociedad a la deriva y totalmente desorientada. Sin la distancia y la reflexión meditada que da el tiempo, que le hubiera dado conocer el fin de la contienda, Némirovsky nos ofrece un fiel retrato de la condición humana ante la barbarie bélica nazi.

miércoles, abril 04, 2007

TEATRO. EL RINCÓN DE GORDON CRAIG. En la ardiente oscuridad. "Contra el conformismo y la resignación".

De Antonio Buero Vallejo.
Con: Victoria Alvás, Miguel Ángel Jiménez, Juan Ignacio Ceacero, Raquel del Álamo, David Alarcón, Olalla Escribano, Jesús de León, Esperanza Candela, Roger Pera, Francisco Vidal, José Luis Matienzo y Victoria Rodríguez.
Dirección: Mariano de Paco Serrano.
Teatro Buero Vallejo, 23 de febrero de 2007.

Esta obra de Buero es la primera de una extensa y variada producción dramática y fue escrita en 1946, aunque su estreno tendría lugar cuatro años más tarde, después del éxito de Historia de una escalera. Muestra ya, en embrión, muchos de los elementos más significativos de su dramaturgia y también sus limitaciones. En un ambiente dominado por un teatro de “evasión”, espectáculos de carácter folclórico u obras que exaltaban los valores patrióticos, Buero vino a reintroducir en el teatro la complejidad, la exigencia técnica y una temática vinculada a los grandes problemas del hombre moderno, pero a la vez, esta pieza, influenciada por el teatro de Unamuno, prefigura ya su tendencia a la abstracción y a la alegoría, más allá de una respuesta inmediata a la opresión y a la falta de libertades del momento. Piénsese que por esa época, Máx Aub escribiría el San Juan y Alfonso Sastre daría a luz el violento alegato antimilitarista que fue Escuadra hacia la muerte.

Con la perspectiva que proporciona el tiempo transcurrido desde su estreno, casi sesenta años, este pulcro y sobrio montaje de Mariano de Paco nos permite descubrir la verdadera dimensión simbólica de En la ardiente oscuridad. Ignacio no es solamente un joven invidente que no se resigna a aceptar su ceguera y que está dispuesto a enfrentarse a quienes, como el resto de los internos de la institución, se fabrican una mentira consoladora para que su tara física les resulte soportable; es el paradigma del hombre moderno tratando de satisfacer sus ansias de absoluto, de libertad y de felicidad, enfrentado a sus propias limitaciones. Y el hermoso espectáculo de la luz de un cielo estrellado, cuya contemplación anhela Ignacio, es más bien el deseo insatisfecho del hombre de explorar cuanto ignora y de aprehender su misterio.

Pero la inscripción del conflicto en un plano existencial, su condición de meditación metafísica de alcance universal, no anula su dimensión contingente; los personajes se mueven por sentimientos e intereses reales, cotidianos. Todos buscan el afecto y la comprensión de los demás pero evitan a toda costa la conmiseración; Don Pablo pone su proceder al servicio de la institución y al suyo propio cuando intenta sin éxito que Ignacio abandone el centro, y cuando, luego, no quiere que trascienda la verdad de lo ocurrido; Elisa no quiere que cambie el estatus quo por temor a perder a Miguelín y Carlos, por temor a perder a Juana y porque de otro modo se desmoronaría su nada seguro universo de convicciones. Ignacio no se marcha, porque se ha enamorado de Juana y la quiere para sí; en cuanto a esta última es quizá la más tierna y comprensiva, seducida por la personalidad y las ideas de Ignacio se enamora de él, pero cuando muere abraza de nuevo a Carlos como a su tabla de salvación.

El montaje en su conjunto, traduce con fidelidad y rigor las exigencias del texto y permite que su mensaje de inconformismo llegue con nitidez a los espectadores; la dirección es atinada y notable el trabajo de los actores, que trasmiten el complejo universo de relaciones a que hemos aludido, aún contando con la dificultad añadida de tener que vehicular los sentimientos y emociones de los personajes sin la inestimable ayuda de la mirada, la gestualidad y el contacto físico propio de personas sin esa grave discapacidad.

Buero sigue estando vigente; y su invitación a perseguir la verdad y su negativa a transigir con la complacencia, con la resignación y con la hipocresía de “fingir una normalidad que no existe” resulta, cuando menos, oportuna, en estos tiempos de embaucadores y de predicadores de falsos paraísos

Gordon Craig.
23-III-2007.

domingo, abril 01, 2007

ACTUALIDAD. ¡No al préstamo de pago!

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La nueva Ley del Libro, propuesta por el Gobierno socialista de ZP, va a imponer un canon de 0,20 euros por préstamo bibliotecario. Para que nos enteremos, por cada libro que nos llevemos a casa de una biblioteca se van a tener que pagar 0,20 euros, que el usuario no va a dejar directamente en el mostrador de la biblioteca de su barrio o de su ciudad, sino que el Ministerio de Cultura, de la inefable Carmen Calvo, va a hacer llegar ese “impuesto” a sociedades de autores como Cedro para que lo distribuya entre los escritores; pero no lo olvidemos, va a ser un peaje en la sombra, porque ese dinero sale de nuestros impuestos, es decir de los presupuestos de las bibliotecas.


¿Consecuencias? Las bibliotecas van a ver reducidos de forma considerable sus presupuestos, ya de por si exiguos en un país como el nuestro, lo que va a repercutir de forma directa en el usuario que va a disponer de menos títulos dónde elegir y servicios peor dotados. Los autores más conocidos con jugosos contratos y que se reparten los premios anuales que dan sus amigos los editores, van a salir muy beneficiados, ya que sus ingresos van a aumentar porque sus obras son las más prestadas. ¿Qué sucede con los autores noveles o desconocidos? Abundarán en el ostracismo, y ahí se quedarán, porque sus títulos nunca llegarán a una biblioteca pública sin recursos para invertir en autores jóvenes o no consagrados. Y los usuarios, todos nosotros, no podremos tener acceso a esas obras más minoritarias porque no llegarán a los estantes de nuestras bibliotecas.

Y por si todo esto fuera poco y el problema no resultara importante, encima los responsables del Gobierno nos quieren tomar el pelo; el diputado socialista Mario Bereda sostiene que esta decisión “no es algo que el Gobierno haga por gusto”, en clara referencia a la Directiva Europea de 1992 que obligaba al cobro del canon también en la bibliotecas públicas de todos los estados miembros. En el “post” que inauguraba “Whispers” explico con claridad lo que dice esa Directiva y también explicito los casos que la norma exceptúa y que el mismo texto refleja. Para desenmascarar, una vez más, a los nuevos “progres”, salvadores de las clases trabajadoras, y para más información consultar: http://doctorbrigato.blogspot.com/2005_04_01_archive.html (después de la reseña sobre Morfina de M. Bulgakov.)

A pesar de todo ello todavía hay gente honesta que sigue creyendo en la sociedad, y en el papel que juegan las bibliotecas públicas en su entorno y en la formación y educación de las clases más desfavorecidas. Visitad ya http://www.noalprestamodepago.org/