miércoles, marzo 28, 2007

INFLUENCIAS.

Recojo el pañuelo que me lanza Enlaoscuridaddelanoche por una vez y sin que sirva de precedente e intentaré contestar a las preguntas de este “meme” (palabra que no sé que significa) que me envía con mucho gusto y cariño.

Intentar realizar una clasificación de este tipo es muy complicado ya que una obra de arte, un libro o una película en un momento determinado tienen una significación especial para nosotros, pero ese sentido cambia con el paso del tiempo y muchas otras veces nos adelantamos o llegamos tarde al momento idóneo para acercaros a ellas. Muchos autores han intentado realizar un canon occidental, recuerdo ahora uno de Harold Bloom, y también me viene a la cabeza ahora la colección que ha lanzado la editorial Grijalbo hace poco que lleva como título: “los 1001 discos que hay que escuchar antes de morir” (también existen ediciones sobre libros y películas). Con estos breves apuntes quiero decir que es muy dificil elaborar una lista de este tipo, pero aun teniendo en consideración estos preceptos, voy a tratar de confeccionar una selección que intente reflejar la realidad.

Libros.

Narrativa.

“La esperanza” de André Malraux.

“La tregua” de Mario Benedetti.

“Walden” de Henry David Thoreau.

“1984” de George Orwell.

“Cien años de Soledad” de Gabriel García Márquez.

Teatro.

“Esperando a Godot” de Samuel Beckett.

“La vida es sueño” de Calderón de la Barca.

“Un cuento de invierno” de William Shakespeare.

“Himmelweg” de Juan Mayorga

“Un enemigo del pueblo” de Henrik Ibsen.

Poesía.

“La realidad y el deseo” de Luis Cernuda.

“La voz a ti debida” de Pedro Salinas.

“20 poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda

“Hojas de hierba” de Walt Whitman.

“Rimas” de Gustavo Adolfo Bécquer.

Pintura.

“La rendición de Breda” de Velázquez.

“El jardín de las delicias” de El Bosco.

“La bassin d’Argenteuil” de Claude Monet.

“En el cuadro negro” de Wassily Kandinsky.

“Composición en rojo, amarillo y azúl” de Piet Mondrian

Películas.

“La edad de oro” de Luis Buñuel.

“El gran dictador” de Charles Chaplin.

“Ciudadano Kane” de Orson Welles.

“Ser o no ser” de Ernest Lubitsch.

“El acorazado Potemkin” de Serge Einsenstein.

Música.

Canciones.

“The river” de Bruce Springsteen.

“Baba O’Riley” de The Who.

“I need you” de The Beatles.

“Suzanne” de Leonard Cohen.

“The princess bride” de Mark Knopfler.

Música Clásica.

“La muerte y la doncella” de Franz Peter Schubert.

“La sonata para piano y trompa” de Ludwig van Beethoven.

“El canto a la Tierra” de Gustav Mahler.

“Requiem” de Wolfang Amadeus Mozart.

“El concierto de Aranjuez” del Maestro Rodrigo.

Personas que me hayan influido y las que me han hecho daño.

Personas a las que tengo que agradecer como soy: mi familia, mis amigos y conocidos, mis compañeros de trabajo, los actuales y los que ya no son, y todo la gente buena que me ha rodeado durante el transcurrir de mi vida. Mención especial tengo que hacer de mi compañera de viaje, Csan, que me está convirtiendo en un tipo mejor y más sonriente.

Personas que me han hecho daño: malas personas en general, los que abusaron de mi de mi buena fe, los que me hicieron perder el tiempo, los que mintieron, los que me hicieron llorar. En concreto: los políticos, los periodistas y escritores vendidos al poder que han perdido su libertad para siempre, los terroristas, los fanáticos religiosos, y los hijos de la gran puta que idearon y montaron el 11M.

**** ¿Alguién se atrevería a contarme de dónde viene la palabreja "meme" y qué significa?

martes, marzo 27, 2007

TEATRO. El bufón. "La soledad del actor".

Basado en El canto del cisne, de Chejov.
Con: Horatiu Malaele y Niculae Urs.
Compañía Teatrul Bulandra. Dirección: Horatiu Malaele.
Alcalá de Henares. Corral de Comedias.

El bufón es una libérrima recreación en clave de farsa de El canto del cisne, una pieza breve de Chejov en la que éste lleva a cabo una honda y sombría reflexión sobre la condición del actor y sobre la naturaleza misma del teatro.

Vasili Svetlovidov, un actor sexagenario, otrora gloria nacional, se ha quedado dormido en el camerino después de la función del día en un miserable teatro de provincias. Cuando se despierta, todo el mundo ha abandonado la sala, y se encuentra, quizá por primera vez en su vida, a solas con la escena vacía, “una negra cavidad sin fondo, como una verdadera tumba...”, que le sobrecoge cual visión premonitoria de la muerte, a la vez que le devuelve borrosas y deformes imágenes del pasado. Al ir a cambiarse de ropa descubre la presencia de Nikita Ivanich, el viejo apuntador de la compañía, que pernocta en el teatro porque no tienen otro sitio adonde ir. Lo solitario e inhóspito del lugar, la necesidad de compañía y los efluvios del alcohol, terminan por instaurar entre ambos una cálida corriente de camaradería que alienta las confidencias y las confesiones íntimas.

Así es como entramos en contacto con dos almas puras sacrificadas a la religión del teatro, esa quimera que abrazan con fruición los jóvenes entusiastas hasta que descubren que ningún arte es sagrado, el complaciente y cándido Nikita Ivanich, resignado a su suerte, la de una miserable existencia de penurias y de soledad, y el no menos solitario y acosado por los achaques de la vejez, Svetlovidov, intentando en vano ahogar en vodka su desengaño y sus ataques de nostalgia y de contrarrestar, en vano también, con su maltrecha vanidad y su patética rememoración de días de éxito, la dolorosa y lacerante constatación de su mera condición de bufón, esclavo del mudable y caprichoso gusto de los espectadores.

Y bufones son, por encima de otra consideración, los personajes que tenemos en escena, que rompen el estrecho marco textual de la pieza originaria, (un breve “estudio dramático”, en palabras del autor) para enriquecerlo con multitud de elementos de la comicidad verbal y gestual propios de la fecunda tradición grecolatina del teatro popular de la que se ha venido nutriendo todo el teatro continental y que ciertas escuelas de actuación han sabido conservar y desarrollar a lo largo de los tiempos. Junto a hallazgos deslumbrantes y a momentos llenos de ternura y de lirismo, percibimos, a veces, una cierta reiteración en determinados juegos de palabras o en los patrones de expresión corporal que dan como resultado una recepción fatigosa, acrecentada por la insuperable barrera del idioma. El balance, en todo caso, es positivo; a Horatiu Malaele (Svetlovidov) y a Niculae Urs (Ivanich) no les falta oficio ni talento, y amen de divertirnos con su humor ingenuo y carnavalesco, de conmovernos con su desamparo, o de deleitarnos con su depurada técnica vocal y gestual (las manos de Horatiu Malaele son verdaderamente prodigiosas), nos ilustra sobre una manera de hacer teatro distinta, sobre una peculiar escuela de actuación con la que contrastar el concepto y métodos de trabajo actoral que se lleva por estos pagos.

Gordon Craig.

viernes, marzo 23, 2007

ACTUALIDAD. Hermann Tertsch despedido de El Pais.

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Desde Whispers se informó y se criticó severamente la "obligada" renuncia de Germán Yankee como director de Diario de la Noche. Ahora nos llegan noticias de que otro periodista ha visto como su patrono le indicaba de forma precipitada y autoritaria la salida de la redacción del periódico de su vida: <<"El periodista Hermann Tertsch ha sido despedido del periódico El País por participar en programas de Telemadrid, en concreto en "Madrid Opina". El presidente de Prisa, Jesús Polanco, anunció este jueves que "la contradicción" de la presencia del periodista en la televisión autonómica "ha sido superada”. Lo verán "muy pronto todos los lectores del periódico". Fuentes cercanas al periodista confirmaron que Tertsch está negociando el finiquito>>. [Texto de Libertad Digital].

http://www.elconfidencial.com/noticias/noticia.asp?id=22529&edicion=23/03/2007&pass=

http://www.libertaddigital.es/noticias/noticia_1276301743.html

http://www.elplural.com/politica/detail.php?id=10576

http://www.diariocritico.com/2007/Marzo/exclusivo/14780/tertsch-abandona-el-pais.html

[Fragmento del Libro de Estilo del Diario “independiente” de la mañana El País. Prólogo a la 3ª edición.]

[…]

La libertad de expresión y el derecho a la información son dos principios esenciales para la existencia de la prensa libre, que es una de las instituciones básicas del Estado de derecho. Tanto es así, que no se puede hablar de democracia en ausencia de una prensa que no tenga las garantías suficientes para desarrollar su labor. Los periodistas ejercemos estos dos derechos esenciales en nombre de la opinión pública, de nuestros lectores. Ello nos obliga ante la sociedad en una medida más amplia que el estricto respeto a las leyes, que debemos acatar como el resto de los ciudadanos. Cuando los periodistas exigimos información en nombre de la opinión pública o criticamos a personas o instituciones de la Administración o de la sociedad civil, contraemos una responsabilidad moral y política, además de jurídica. Es decir, que se puede abusar del derecho a la libertad de expresión o del derecho a la información sin infringir la ley. De vez en cuando, la prensa española ofrece ejemplos que demuestran cómo el periodismo puede ser puesto al servicio de intereses ajenos a los lectores; cómo se desarrollan a la luz pública campañas de opinión que responden a oscuras pugnas financieras o mercantiles; cómo a veces la caza y captura de ciudadanos se disfraza de periodismo de investigación. Convertir los medios de comunicación en armas del tráfico de influencias al servicio de intereses que no se declaran es una práctica de abuso que crece a la sombra de la libertad. Por eso hemos procurado que las opiniones de EL PAÍS —equivocadas o no— hayan sido siempre nítidas; sus dueños, conocidos; sus cuentas, auditadas desde el comienzo, y sus motivaciones, públicas.

JOAQUÍN ESTEFANÍA
Director de EL PAÍS
Abril de 1990

http://www.estudiantes.elpais.es/libroestilo/prologo002.htm

PD Para olvidadizos... Quizás ahora también "haya motivos":

http://www.haymotivo.com/es/index.html

jueves, marzo 22, 2007

ACTUALIDAD. Juicio sobre el 11M, marzo de 2007.

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"Estoy muy enfadada contigo [dirigiéndose a una Víctima]; yo también quiero saber la verdad, y la verdad está ahí dentro [en el juzgado] ¿Tú qué eres? ¿De la AVT? […] Deberías estar contento de estar vivo".

Olga Sánchez Fiscal Jefe del jucio sobre el 11M.

jueves, marzo 15, 2007

TEATRO. EL RINCÓN DE GORDON CRAIG. Un enemigo del pueblo. "El precio de la verdad".

De Henrik Ibsen. Versión de Juan Mayorga.
Con: Esther Bellver, Enric Benavent, Israel Elejalde, Elisabet Gelabert, Abraham Lausada, Chema de Miguel. Olivia Molina, Francesc Orella, Rafael Rojas, Walter Vidarte y otros.
Dirección: Gerardo Vera.
Madrid. Teatro Valle-Inclán. 
 
Es peligroso oponerse a los intereses de una comunidad, a su prosperidad, aunque ésta se sustente en la corrupción de las instituciones y en la hipocresía de unos ciudadanos que no están dispuestos a sacrificar su bienestar material al conocimiento de la verdad. Un enemigo del pueblo cuenta la historia de un hombre íntegro que ha asumido ese riesgo, la peripecia de un luchador infatigable que defiende, quijotescamente, su derecho inalienable a decir lo que le dicta su pensamiento ejercido en libertad. 

El doctor Stockmann descubre que las aguas del balneario -en el que se cifra el desarrollo y la prosperidad de la ciudad y de toda la comarca- están contaminadas, y decide denunciarlo, pese a la oposición de la municipalidad que considera que cerrar el balneario acarrearía el desprestigio de la institución y la ruina económica de sus conciudadanos. Al principio la televisión local se ofrece a difundir tales informaciones, aunque pronto, por razones de conveniencia, se pone de lado del alcalde y manipula la opinión pública para ponerla en contra de Stockmann. En una multitudinaria asamblea que éste ha convocado para explicar la verdad a sus vecinos, el alcalde, las organizaciones cívicas y la prensa se confabulan para desprestigiarlo y enfrentarlo a los ciudadanos que acaban por llenarlo de improperios y están a punto de lincharlo. (Las imágenes proyectadas al final del acto cuarto, son estremecedoras, y subrayan el ambiente de violencia desatada de un pueblo enardecido capaz de cometer las mayores atrocidades). Pero ahí no acaban las tribulaciones de Thomas Stockmann; en el acto quinto tendrá que sobreponerse a un nuevo y cruel chantaje, el de su propio suegro, que le amenaza con hipotecar el futuro de su familia si no rectifica.

Escrita hace más de un siglo la obra parece dirigida a espectadores de nuestro tiempo. Ibsen se las ingenió para crear un microcosmos que funciona como paradigma de las sociedades modernas, con sus conflictos de intereses entre lo privado y lo público, entre los ciudadanos y las instituciones, sometiendo a un riguroso análisis el funcionamiento y esencia de la democracia como sistema de gobierno y poniendo en tela de juicio la validez del principio del sufragio universal como fuente de legitimación del poder político cuando ello no va unido a un ejercicio efectivo del derecho de la libertad de expresión.

Tema, como vemos, de gran calado, y situaciones que el espectador reconoce como cotidianas tan sólo con sustituir la denuncia de la contaminación de las aguas por la de una irregularidad urbanística vinculada a la financiación de los partidos políticos, o por la de la presencia de ácido bórico en unas muestras de dinamita. Si a eso añadimos la prodigiosa verosimilitud que irradia todo el espectáculo, desde la construcción dramática, que roza la perfección, hasta la grandiosa escenografía, pasando por el trabajo actoral y la dirección de actores, o una espléndida versión que acentúa, si cabe, la condición de parábola moral que el texto tiene, tendremos las claves del éxito de este montaje, que está sorprendiendo hasta a los empleados de la taquilla del teatro. Ello explicaría también la polvareda que levantó el día de su estreno y las expectativas que ha generado en una opinión pública particularmente sensibilizada ante las corruptelas de una clase política endogámica y falta de altura de miras o ante el bochornoso espectáculo de la desinformación cuando no de la manipulación pura y dura de los medios de comunicación.

Un trabajo, en fin, bien hecho, riguroso, que está atrayendo espectadores a la sala sin dejar de cumplir la alta misión social de agitador de conciencias que el teatro había perdido. Y una oportuna ocasión para la reflexión, en unos momentos en que la costumbre o la pereza, que es lo mismo, nos invitan a mirar para otro lado, a transigir con actitudes o comportamientos reprobables y a no arrostrar las consecuencias que conlleva enfrentarse a la verdad.

Gordon Craig.



miércoles, marzo 14, 2007

FOTOGRAFÍA. Madrid al paso 1926 – 1971, fotografías del Diario Madrid. ¿Y si nunca cambiara nada?

¿Y si nunca cambiara nada? Eso reza el “eslogan” de la campaña de Ruiz Gallardón para mostrar a los madrileños en imágenes como van a quedar las nuevas infraestructuras que está llevando a cabo el Ayuntamiento en la capital en su afán por modernizar la ciudad. Y hoy nos apropiamos de su lema para dar más sentido a una exposición: “Madrid al paso 1926 – 1971, fotografías del Diario Madrid”, que muestra como la ciudad hace años también se atrevió a cambiar, y a mejorar, y a crecer. Y cómo, también, su cotidianidad, la de sus habitantes, se modificó con el paso de los años.

La Fundación Diario Madrid, con la colaboración de la Comunidad de Madrid, nos ofrece la posibilidad de adentrarnos en el Madrid de antaño, desde los años 20 hasta los últimos años de la Dictadura, a través de fotografías, lo que convierte a la visita en una viaje encantador que nos permite hacernos una idea de lo que fue y como nos llegó hasta hoy en día lo que es la ciudad de Madrid.

La selección de las imágenes es muy buena, y la puesta en escena es impresionante, con unos paneles verticales ondulantes en azul que se nos asemejan al cielo capitalino; y nos recuerdan a los poco avezados, que de Madrid al cielo; o al menos eso dicen los castizos.

Hay que dar la enhorabuena a todas esas personas que con su tesón y su trabajo han permitido recuperar el archivo fotográfico del Diario Madrid, y que ahora conservado y adaptado a las nuevas tecnologías es un testimonio vivo más para las generaciones futuras. Y también es de agradecer que la Fundación Diario Madrid con este tipo de iniciativas saque a la luz parte de su patrimonio y lo comparta con el resto de ciudadanos.

Para mi la inauguración de esta muestra también supuso volver. Volver a una parte de mi vida. Y volver siempre conlleva algo especial, un áurea de nostalgia y de recuerdos sobrecoge cada paso que das por esas baldosas que durante un tiempo formaron parte de tu rutina. El “hall” esplendoroso, el ascensor de madera labrada, las vidrieras del techo del patio, los pasillos luminosos, todo el majestuoso edificio de Larra 14 se vuelve a convertir por momentos en aquel cálido y entrañable lugar con el que compartiste unos años de tu vida, ya pretéritos, pero que ahora vuelven a rememorarse con motivo de la puesta de largo de esta exposición.

Con cariño para Carmen, Hugo, Antonio y Paco. Y para toda la gente del Instituto Italiano de Diseño, y de la Asociación de Periodistas Europeos.

>> “Madrid al paso 1926 – 1971, fotografías del Diario Madrid”. Fundación Diario Madrid. Calle Larra 14. Metro Tribunal. Hasta el 29 de abril. De lunes a sábado de 10:30 a 20:30. Domingos de 10:30 a 14:30.

sábado, marzo 10, 2007

MÚSICA. Kodama o la voz convertida en sentimiento.

Un 15 de febrero de hace un mes redescubrimos a Kodama. Y bien digo volvimos a descubrir, porque aquella primera vez fue un encuentro extraño, una de esas coincidencias nocturnas que ocurren alguna vez sin avisar pero que te dejan boquiabierto. El sonido de Kodama era otro en el café de La Palma hace un par de años, o yo no era el mismo y todavía tenía el “jet lag” de un largo viaje encima y no me enteré bien de lo que sucedía. El otro día en la madrileña sala el Sol Kodama venía a presentar su nuevo disco Nervio y con garra y con sentimiento nos enamoró a todos.




Tras una larga travesía, seguro que llena de malos momentos, Paloma, Jorge y Fernando pueden respirar tranquilos, la criatura ya se mueve y tiene muchas ganas de seguir dando guerra y muchas alegrías. Nervio, su primer trabajo, es un regalo para el oído, y la voz de Paloma enamora, llena, entra dulce y grave y toca la fibra sensible que cada uno de nosotros llevamos dentro. Hablar de alguna canción en concreto es difícil porque ando enganchado al disco por completo, pero “lighting” y “50% (parte uno)”se te clavan en tus tímpanos y algo nervioso dentro de ti te pide constantemente que la pongas una y otra vez. Tampoco me querría olvidar de “última función” y “vacío”, cantadas en español, idioma que resalta aún más la voz de Paloma y sin lugar a dudas da el toque perfecto a unas melodías exquisitas.

El sonido de Kodama, es el sonido que estos tres chicos nos regalan y punto. Hablar de influencias es muy complicado y también demasiado pretencioso y lo voy a dejar para otros. La fusión de las notas de Kodama mezcla lo electrónico con los acordes de guitarra y bajo, con un fuerte componente de percusión, y la voz, la estremecedora voz de una vocalista portentosa.

Sus próximos conciertos en Madrid, que no os debéis perder, son: Domingo 11 de marzo Café La Palma (Palma 62) y jueves 15 de marzo en la Sala Lasala (Nuestra señora de Fátima, 42) junto a Moscú e Indigo.

Más sobre Kodama: http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendID=67404094

(c) Foto cortesía de J.A.

viernes, marzo 09, 2007

TEATRO. EL RINCÓN DE GORDON CRAIG. El curioso impertinente. "En los límites de lo verosímil".

De Guillén de Castro.
Con: Arturo Querejeta, Clara Sanchis, Nuria Mencía, María Álvarez, Fernando Cayo, Daniel Albaladejo, Fernando Sendito, José Vicente Ramos, Francisco Merino, Eva Trancón y otros.
Dirección: Natalia Menéndez.
Madrid. Teatro Pavón. 27 de febrero de 2007.


Creo que esta alambicada pieza teatral de Guillén de Castro no añade nada sustancial a su modelo cervantino. Un estudio comparativo pormenorizado de ambas obras haría, seguramente, justicia a la comedia, pero eso es cosa de eruditos. Para un espectador medio que conozca la novelita de Cervantes –incrustada en la primera parte del Quijote-, la “réplica” no tiene ni el alcance psicológico, ni el valor ejemplarizante, ni la contundencia de la demoledora sátira cervantina, apretada síntesis de las virtudes de nuestro narrador más universal. En particular, el hecho de presentar a Lotario, a quien confía el insensato Anselmo la ardua tarea de poner a prueba a su propia mujer, Camila, como rendido enamorado de ésta antes del matrimonio, nos sitúa ante un “más difícil todavía” que supera los límites de lo verosímil.

Lidiar con una trama de esa naturaleza no ha debido resultar fácil a Natalia Menéndez, quién, no obstante, ha sacado bastante partido de una obra que, para más inri, aunque respeta todas los convenciones de la comedia de enredo lopesca no nos ahorra ninguno de sus tópicos, incluidos un duque casquivano y disoluto y un espadachín pendenciero y enamoradizo, español, por más señas, licenciado, probablemente, de los tercios, y que se gana la vida dando cuchilladas hasta que entra al servicio de Anselmo.

Vayamos por partes. La escenografía, de inspiración cubista, satisface adecuadamente las demandas de la obra y los frecuentísimos y rápidos cambios de lugar de la acción, aunque parece un tanto laberíntica. La iluminación es técnicamente irreprochable, si tenemos en cuenta las dificultades que ha tenido que superar para adaptarse a esa especie de cubo de Rubic en constante movimiento que es el espacio escénico, aunque a mi juicio tiene excesivo protagonismo, y a veces, parece como si los actores tuvieran que adaptarse a las zonas predefinidas de luz y no al revés, como sería lo natural. Se hace, asimismo, demasiado perceptible la batuta de la directora; no digo yo que no tengan que marcarse las posiciones y los movimientos de los actores, incluso acompasarse con los acordes, sonidos y carraspeos del violín, en piruetas más propias del Arlequín y de la Colombina que de unos nobles venecianos, pero parece todo demasiado regimentado, ajeno a lo que sería un desarrollo fluido, natural, del movimiento y el diálogo.

En cuanto a la dirección de actores, si bien el planteamiento general parece atinado, con ese sesgo humorístico y paródico que se hado al montaje, y aún siendo cierto que la actitud y el comportamiento de los personajes principales son a menudo ridículos y hasta grotescos, nos parece advertir a veces un cierto amaneramiento y sobreactuación: en la extemporánea jovialidad de los amigos, en la obcecación e ingenuidad de Anselmo (Daniel Albaladejo), o en las bravuconadas de Culebro (José Vicente Ramos). Tanto a ellos como a Fernando Sendino los hemos visto en tardes mejores. En conjunto, en todo caso, la actuación está a la altura de las circunstancias, mostrándose los intérpretes sobrados de oficio y de recursos. Y si la balanza se inclina del lado de las actrices es quizá, porque sus respectivos personajes son los únicos que se salvan de este carnaval de desatinos. Leonela (María Álvarez) goza sin remilgos del trato de Culebro y es la única que llegado el momento muestra un ápice de dignidad ante la ofensa de su ama, de la que se venga revelando a Anselmo los términos del engaño; Camila (Nuria Mencía) encaja bien en su rol de inocente damisela, sumisa, y guardiana de su honorabilidad hasta que, escarmentada, se transforma en una consumada maestra del disimulo; Respecto a Clara Sanchis, borda un papel que se queda corto para sus dotes interpretativas, en un registro farsesco que no conocíamos y que parece dominar a la perfección. Más que ningún otro personaje es una auténtica figura de guiñol que exhibe con donaire el noble continente de Duquesa de Florencia, a la que dota de una presencia cálida y etérea, de ademanes suaves, de actitud ausente y de mirada pícara y condescendiente no exenta de un cierto mohín desdeñoso.

Gordon Craig.
1-III-2007.