martes, abril 24, 2007

LIBROS. Nieve de Maxence Fermine. Anagrama 2006, sexta edición.


“Nieve” quizás no sea la novela de tu vida, quizás tampoco se la pueda considerar una novela, pero de lo que si se trata es de una historia, Nieve es una historia encantadora, preciosa, de esas de las que te enamoras y es difícil de olvidar.

Maxence Fermine nos presenta a Yuko, un joven, descendiente de una familia de sacerdotes y militares que en un momento dado decide ser poeta, compositor de “haikus”, porque “quiere aprender a mirar cómo pasa el tiempo” según sus propias palabras. Su obsesión por la nieve lo convierte en uno de los mejores poetas del país, pero al servirle tan sólo de inspiración el efímero fenómeno meteorológico, su poesía describe sin más una tonalidad, la blanca, porque su obra carece de más colorido. Para remediar esto comienza un viaje que tiene como fin conocer a un viejo pintor ciego que le tiene que mostrar el camino del tornasol del arco iris. Durante el proceso de aprendizaje entre el sabio y el joven vate surge una vieja historia de amor, y la figura de una mujer funambulista cambia de forma radical la vida de ambos.

Nieve está escrita con frase cortas, con oraciones simples, como si cada línea quisiera convertirse en un verso. La musicalidad de su entonación y la simplicidad y concisión de sus párrafos nos adentran en el mundo de la poesía. En el texto de Fermine ada palabra es medida, y en su lugar no podría ir ninguna otra salvo esa, algo que resulta tan complicado de componer como gustoso de disfrutar. Un verdadero regalo para los paladares finos y para los oídos bien educados, una sorpresa muy agradable para los amantes de la buena literatura.

El cuento de Maxence Fermine me ha recordado mucho a Seda del italiano Baricco, no sólo por el estilo casi poético y acompasado que ambos comparten, sino también porque tanto una historia como la otra hablan de la vida, del ser humano en su desnudez, de la condición humana, de sentimientos profundos y de ideales, y de amor, y de muerte. En los tiempos del todo da igual y del no pasa nunca nada, con los que convivimos todos nosotros a diario, una historia como esta nos ofrece una pequeña muestra del camino a seguir, cada uno el suyo, pero preñado de virtud y de libertad, y marcado por el amor, por el amor a los demás y a uno mismo, y también el amor a la vida, teniendo muy en cuenta que el trayecto a recorrer, tarde o temprano nos dirige tozudamente hacia la muerte.

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