viernes, abril 27, 2012

jueves, abril 26, 2012

1000 razones para no dejar de leer. El fin de la adolescencia,por Victoria Prego.


"Es la primera vez que los gobiernos de las comunidades [autónomas] se ven en la tesitura de tener que pagar un alto precio político por gobernar. Señalarán con el dedo al Gobierno por forzarles a los recortes, sí, pero suya será la responsabilidad de decir dónde meter la tijera. Con eso, han abandonado de golpe una adolescencia política que ha durado 30 años. Es que cargar con la responsabilidad de dar disgustos madura mucho. Ya somos mayores".

Preguerias, de Victoria Prego, en El Mundo.

Lee aquí el artículo completo.

miércoles, abril 25, 2012

LIBROS. La revolución espectacular, de José María Paz Gago.

José María Paz Gago.
Ed. Edhasa (Castalia). Barcelona, 2011. 318 páginas.

Cuando se cumple el 75 aniversario del fallecimiento de Valle-Inclán la editorial Castalia (sello propiedad de EDHASA) viene a sumarse al homenaje a la figura señera del dramaturgo arousano con la publicación de La revolución espectacular. El teatro de Valle-Inclán en la escena mundial, obra del crítico teatral y catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la universidad de la Coruña don José María Paz Gago.


Más que un tratado al uso de crítica literaria y textual el libro del profesor Paz Gago se centra en el estudio de las obras dramáticas de Valle desde el punto de vista espectacular, es decir, desde el punto de vista de su concreción o plasmación escénica en forma de montajes teatrales, numerosísimos, por cierto, a uno y otro lado del Atlántico a lo largo del último siglo. Cabe recordar , por ejemplo, que el estreno de Águila de blasón, la primera de sus “Comedias Bárbaras”, data de 1907.

Se trata de un concienzudo y documentado análisis de las numerosas puestas en escena de sus obras dentro y fuera de nuestras fronteras tomando como base las reseñas periodísticas que los críticos teatrales escribieron en el momento de su estreno, así como los variados testimonios de asistentes a la representación de las obras: directores teatrales, actores, actrices, dramaturgos o intelectuales de reconocido prestigio. Tras ese minucioso y ponderado análisis queda acreditada la tesis del profesor Paz Gago acerca de la importancia crucial de la obra de Valle-Inclan en la regeneración de la escena europea de principios de siglo, como coetáneo e incluso adelantado de gran parte de los movimientos de renovación que, vinculados a las vanguardias, vinieron a dar al traste con las poéticas de corte naturalista o simbolista, a favor de otras de corte antinaturalista: expresionismo, teatro del absurdo o teatro épico brechtiano. (De brechtiano “avant la lettre” le califica precisamente Geannine Worms, la traductora de Luces de bohemia para su estreno mundial en París en 1962 bajo la dirección de Jean Vilar. Cf. pág. 303)

Insiste una y otra vez el profesor Paz Gago, apoyándose en múltiples testimonios recogidos en las más de trescientas páginas del volumen, en que la dramaturgia de Valle, y en particular su creación por excelencia, el esperpento, constituyó una auténtica revolución del espectáculo teatral definida por una nueva concepción de la puesta en escena y del trabajo actoral (en la línea de Artaud, Apia, Meyerhold o Gordon Craig); revolución que no fue bien entendida en su tiempo -no podía serlo dado su carácter abiertamente rupturista con los modelos y estructuras preexistentes). De hecho, uno de los aspectos más recurrentes a los que se aluden en el capítulo introductorio del libro con relación a los montajes de sus obras es el relativo a los problemas para configurar escénicamente el originalísimo universo valleinclaniano, “dificultades para la puesta en escena pocas veces resueltas -afirma el autor- a la altura de su dramaturgia” (Pág 145). El libro da cumplida cuenta de otro aspecto no menos importante del discurrir del teatro de Valle-Inclán por los escenarios patrios, a saber los problemas con la censura franquista, que junto a las dificultades intrínsecas de su dramaturgia constituyeron otro escollo, a veces insalvable, para que las obras del dramaturgo aruosano tuvieran la presencia adecuada a su calidad artística en nuestros escenarios. De hecho tras el estreno de Divinas palabras en Madrid, en 1933, la obra tendría que esperar hasta 1961, para volver a subir a las tablas, con dirección de José Tamayo; Respecto a Luces de bohemia, como hemos dicho arriba su estreno mundial tuvo esperar a 1963 y hacerse fuera de nuestras fronteras. La dialéctica entre localismo y universalismo de las piezas de Valle, se pone asimismo de manifiesto en muchos de los montajes a los que se alude en las críticas. El exitoso montaje de Luces de bohemia en 1993 en el Gate Theatre de Londres, en el que Laurence Boswell hace una transposición de la acción de Madrid a Dublín, manipulando el mensaje sociopolítico de la pieza para defender la ocupación inglesa de Irlanda, bastaría para zanjar la cuestión a favor de la universalidad de la obra aunque no deja de haber manifestaciones a contrario.

A lo largo de los capítulos II, III y IV dedicados en exclusividad a los montajes de sus obras mayores, Divinas palabras, las Comedias bárbaras y Luces de bohemia se acumulan datos y valoraciones suficientes para satisfacer las necesidades de la crítica especializada más exigente pero también para los buenos aficionados al teatro que encontrarán jugosas referencias a las puestas en escena de más éxito de sus obras, como la presencia del actor sueco Erland Josephsson, en el papel del Ciego de Gondar, en la versión de Divinas palabras de Ingmar Bergman (Gotemburgo 1950), la del mismísimo Jean Luois Barrault en el papel de Séptimo Miau en el montaje de Roger Blin (París 1963), la del mítico trabajo de Carlos Lemos en el papel de Max Estrella, de Luces de bohemia, (Teatro Bellas Artes, Madrid, 1970), o, en fin, seguir la peripecia de uno de los personajes más emblemáticos de toda la dramaturgia valleinclaniana, el de la sacristana Mari Gaila, encarnada por actrices de la talla de María Casares, Nuria Espert (con dirección de Víctor García) o Elisabet Gelabert (con dirección de Gerardo Vera en 2006).

Se echa de menos un índice bibliográfico, pero sobre todo, documentos gráficos (bocetos de escenografía y vestuario, fotografías, etc.) al menos de los montajes más relevantes. Aun así es una monografía de excelente factura, de consulta obligada para críticos y teatrólogos y de lectura amena para aficionados al teatro.

 Gordon Craig.

viernes, abril 20, 2012

TEATRO. Mundos posibles. "Realidad y apariencia".



De John Mighton.
Con: Jorge Muriel, Luis Moreno, Rosa Manteiga, Fernando Sánchez-Cabezudo, Jesús Barranco.
Dirección: Julián Fuentes Reta.
Madrid. Teatro de la Abadía. 15 de abril de 2012.



Cuando a veces nos preguntamos acerca de la idoneidad de los distintos medios para contar según que clase de historias o para hacer partícipes a los lectores o espectadores de una determinada experiencia estética, tendemos a pensar que el cine -por las inmensas posibilidades técnicas que proporciona el montaje así como por el grado de desarrollo de los efectos especiales- es superior a la literatura o al teatro si se trata de trasponer mundos pensados o universos virtuales o historias clara y abiertamente inverosímiles. Este montaje teatral desmiente esa impresión, o al menos reivindica una forma más primaria de acercamiento a la ficción, -o más primitiva, si se quiere, casi “juliovernesiana”, en cuanto a la utilización de los recursos de la técnica se refiere-, pero que tiene el encanto de lo artesanal en esta era de la tecnificación abusiva de los medios de representación.

La acción de Mundos posibles discurre según dos planos de narración distintos cuasi simultáneos que convergen a medida que avanza el relato de los hechos: una investigación policial sobre un extraño caso de robo de cerebros, que culmina con éxito tras el descubrimiento por parte del sargento Williams del cadáver de George Barber, y la historia de la relación amorosa del propio George y de la joven Joyce cuyos diversos episodios (encuentros reiterados y fortuitos de los protagonistas en los mismos lugares y tiempos pero con identidades distintas) parecen transcurrir en mundos paralelos, en dominios de la percepción espaciotemporal que no entrarían en contacto sino en virtud de una extraña, azarosa e inexplicada concatenación de circunstancias. La condición de desequilibrio mental de George, sugerida por su presencia en la consulta del psicoterapeuta, nos permite conjeturar que toda la historia no sea sino una de sus recurrentes obsesiones o pesadillas y el resto de los personajes, meras creaciones de su fértil imaginación. De todos modos da igual, porque todo es posible en una pieza que se propone precisamente cuestionar los fundamentos mismos de la realidad a la vez que reivindica el poder de la fantasía y de la imaginación creadora.

Los efectos sonoros y la iluminación contribuyen a la creación de esa atmósfera irreal, alucinatoria y de tintes kafkianos en que se desarrolla la acción, y los actores, en general, aciertan a reproducir esa lógica extraña, próxima al absurdo, que gobierna el comportamiento de sus respectivos personajes; unos personajes víctimas de un destino caprichoso e inclemente, juguetón, más bien, si pensamos en el humor y la ternura que aflora aquí y allá en muchos juicios y actitudes de dichos personajes: en la orfandad y desorientación de George (Jorge Muriel), en esa imagen de benévola condescendencia y de fatalismo de Joyce (Rosa Manteiga, seductora y pícara maestra de ceremonias de un desternillante reality sobre la revolución de la conciencia); o, en fin, en la menesterosidad de esos policías enlutados y circunspectos (Jesús Barranco y Fernando Sánchez-Cabezudo), sacados de un tiempo pretérito que conducen desganadamente su investigación mientras resuelven sus discrepancias e ironizan sobre la salud mental de sus confidentes.

Un espectáculo, modesto, sugerente, divertido, sutil; una indeclinable invitación al espectador a dejar a un lado la lógica y a participar en el juego de los simulacros. 


Gordon Craig.


martes, abril 17, 2012

1000 razones para no dejar de leer. "¿De dónde viene lo que parece surgido instantáneamente de la nada?"


[...] de dónde viene lo que parece surgido instantáneamente de la nada; lo intuido, lo medio soñado, lo que se escribe o se toca en un estado como de sonambulismo, la ocurrencia de un poema o de una melodía y también la de una de esas modestas invenciones que en seguida se vuelven obvias pero en las que nunca había pensado nadie [...]

 Ida y vuelta, por Antonio Muñoz Molina, en Babelia, El País.

 Lee aquí el artículo completo.

viernes, abril 13, 2012

martes, abril 10, 2012

1000 razones para no dejar de leer. "El cambio de modelo" por Jesús Cacho..



<< Por hacer de la necesidad virtud, estamos ante una oportunidad histórica para cambiar de modelo. La situación es tan apurada que solo haciendo las cosas bien, por una vez en nuestra Historia, podremos salir del trance haciendo posible un país más competitivo, más abierto, más libre y menos corrupto. Desde luego más pobre, pero también más estoico, más comprometido con el trabajo bien hecho y con la cultura del esfuerzo, la única fórmula que ha permitido progresar a las grandes naciones que en el mundo son y han sido >>.

 Con lupa de Jesús Cacho en Voz Populi.


miércoles, abril 04, 2012

TEATRO. Ensayando El Misántropo. "Entre bastidores".


De Luis D’Ors.
Con: Cecilia Solaguren, Juan Ceacero, Camilo Rodríguez, Rafa Núñez, Asier Tartás, Teresa Hurtado de Ory, Natalia Barceló y Ricardo Reguera.
Dirección: Luis D’Ors.
Madrid. Teatro de la Abadía.


No es difícil reconocer en Max, Bárbara, Cati o Teo a sus homólogos Alceste, Celimena, Elianta o Filinto, protagonistas de El Misántropo, a cuyo ensayo general, al parecer, hemos sido convocados los espectadores. Y no es poco mérito, que tras la drástica traslación espacio-temporal a la que son sometidos los conflictos principales que aborda la obra de Molière (al menos los de índole más personal), se conserven casi intactos. Ello demuestra dos cosas, la primera, que la naturaleza humana o, más concretamente, los motivos que inventamos para justificar algunas de nuestras más insensatas decisiones -llámense tales motivos envidia, orgullo, vanidad o despecho-, no parecen haber cambiado gran cosa desde hace casi cuatro siglos; y la segunda, la sagacidad de Luis D’Ors para trasvasar a un contexto diferente, actualísimo y perfectamente reconocible ese complejo entramado de intereses disfrazado de afectos y de una hipócrita cortesía que gobierna las relaciones humanas.

Más que a un ensayo propiamente dicho, a lo que asistimos en realidad es a un cóctel promocional del espectáculo tras la supuestamente exitosa finalización del ensayo general de la obra, en el que público y actores se confunden en un totum revolutum que despista un poco al respetable, con algunas acciones espurias, (¡Luego te veo!; ¡Llámame! ; ¡Hombre! ¿Qué tal te va?, etc. etc), con corrillos que se forman y se deshacen y actores que se pasean por entre el público con copas y canapés contándose su vida y milagros e inquiriendo acerca de futuros proyectos. El “happening” afortunadamente va dando paso a escenas cada vez más largas y enjundiosas en las que entre bromas y veras se va revelando la verdadera naturaleza de las relaciones que mantienen los actores y las circunstancias, durísimas, en las que surgen y se desarrollan los proyectos en los que están incursos, siempre pendientes de la subvención, o del gancho de ciertos actores o actrices de “éxito”, o de la presiones de los representantes y de sus recomendaciones, que las más de las veces obedecen a intereses inconfesables.

La obra discurre a una velocidad endiablada; si a esto unimos la extrema movilidad de los actores por todo el recinto -una especie de gimnasio o cancha deportiva reconvertida en sala de ensayos- y la simultaneidad de muchas acciones, el resultado es de vértigo y terminas por verte literalmente sumido en la vorágine de rivalidades, doblez, celos profesionales, flirteos y mezquindad, que parece ser el hábitat natural de la profesión actoral, ese “infierno” del que desea a toda costa escapar Max; aunque también es probable que su intransigencia y su aversión hacia sus compañeros sólo sea una ataque pasajero de sinceridad, de misantropía, y que “mañana -como dice Jon, el productor,- todo vuelva a la normalidad”.

Como ya hiciera Alberto Miralles allá por el año 1983 en Céfiro agreste de olímpicos embates (desarrollada en torno a los avatares del ensayo de una pieza de Calderón, un auto sacramental por más señas), Luis D’Ors presenta una incisiva reflexión sobre el mundo del teatro y sobre lo que se cuece entre bastidores; sobre la pureza y la búsqueda de la verdad en la actuación, y en la vida, tantas veces sacrificada al Moloch del dinero o del éxito fácil; una denuncia de la impostura y de la mediocridad escondidas tras la pantalla de la complacencia y de una mal entendida camaradería, llevada adelante con brío y con un notable despliegue de imaginación y energía. ¡Bravo!  

Gordon Craig.

Gordon Craig en el Diario de Alcalá.

Teatro de la Abadía. Ensayando El Misántropo.

lunes, abril 02, 2012

1000 razones para no dejar de leer: “La última noche” de James Salter.



<< […] Era fácil encontrar cosas que le gustaran. Nuestros gustos eran casi idénticos, ya desde el principio. De otra manera sería imposible convivir. Yo siempre he pensado que es lo más importante, aunque puede que la gente no se dé cuenta. Tal vez se transmite por el modo en que alguien viste, o se desnuda, para el caso, pero el gusto no nace con la persona sino que se aprende, y a partir de cierto momento ya no cambia. […] >>

La última noche” de James Salter.