martes, noviembre 29, 2011

1000 razones para no dejar de leer: “Ciego en Gaza” de Aldous Huxley.


"[…] [Los individuos] han de vivir en ciudades, han de tener ocio para leer los periódicos e ir al cine, han de ser animados a comprar cosas que no precisan porque existe el sistema industrial y ha de continuar existiendo; han de ser tiranizados y esclavizados; de lo contrario pudieran pensar por sí mismos, lo que supondría quebraderos de cabeza para quienes los gobiernan. […]".

Aldous Huxley, “Ciego en Gaza”.

lunes, noviembre 28, 2011

FOTOGRAFÍA. Alberto Sen. Paisaje urbano.




Alberto Sen. Flickr.
Alberto Sen Fotografías.

TEATRO. Ernesto Caballero toma las riendas del Centro Dramático Nacional. "Relevo en el CDN".


Hace apenas dos semanas conocíamos la noticia de la designación de Ernesto Caballero como director del Centro Dramático Nacional en sustitución de Gerardo Vera.

La principal novedad del nombramiento es que se ha producido tras un concurso público en el que, como requisito previo, los candidatos debían presentar un proyecto artístico con las líneas maestras de su actuación durante su estancia al frente de la institución. Nos felicitamos por ello, ya que esta fórmula permite despejar dudas sobre la transparencia del procedimiento y conjurar las sospechas de favoritismo o de afinidad ideológica que habían enturbiado anteriores nombramientos y creado malestar entre muchos miembros de la profesión. Además, tal mecanismo de selección confiere un plus de legitimidad, y, queremos suponer, de libertad de maniobra al nuevo responsable de la institución, una de las más prestigiosas y de las de más abultado presupuesto en el ámbito del teatro en España.

Para Ernesto Caballero (Madrid, 1957) este cargo viene a ser la culminación de una brillante y dilatada carrera, de una vida dedicada por entero al teatro en su doble vertiente: artística, como autor y director teatral, y empresarial, como responsable de numerosos espectáculos producidos con su propia compañía, Teatro del Cruce. Ha sido además una de las pocas voces críticas que se han levantado contra la escasa atención dispensada a las compañías madrileñas por las instituciones en los últimos años denunciando activamente la política cultural de dichas instituciones, en particular de la del Ayuntamiento de Madrid.

Como dramaturgo está dotado de una extraordinaria capacidad de penetración para comprender el mundo que le circunda. Escritor de singularísima inspiración, de verbo fácil y de una vasta cultura literaria, Ernesto Caballero es capaz de cultivar los más variados registros y de ponerlos al servicio del agudo análisis de la realidad que reflejan sus obras. Ya sea la realidad histórica, como en ¡Santiago (de Cuba) y cierra España!, donde reproduce con igual maestría la jerga grandilocuente y huera del cacique de turno que el lenguaje coloquial de unas mulatas mambises; ya sea la realidad artística, como en María Sarmiento, parodiando con singular finura el manantial claro y desgarrado del verbo lorquiano; ya sea la realidad social más rabiosamente actual como en Auto o en Un busto al cuerpo, obras en las que parodia por igual la petulante e inflada retórica posmoderna de nuestra clase profesoral como el solipsismo autista de nuestros adolescentes.

Como director posee una potente imaginación creadora que proyecta en todos sus montajes, desde Maniquíes, por ejemplo, donde nos traslada al universo hiperreal de unas maniquíes -“princesas tetrapléjicas”-, repentinamente animadas, por el deseo de vivir, de gozar, de sufrir y de sentirse humanas por unas horas en la soledad nocturna de unos grandes almacenes hasta el ya citado montaje de ¡Santiago (de Cuba) y cierra España! donde nos arrastra a los desvanes de la memoria para alumbrar imágenes de fuerte contenido simbólico. Es capaz de revelar toda la carga poética y el alcance de la obra de Alberti poniendo el énfasis no sólo en los valores estrictamente artísticos, poéticos, de su escritura sino en lo que ella tiene de denuncia, de compromiso y de testimonio cívico, como en He visto dos veces el cometa Halley o rescatar para la escena el humor inofensivo, tierno y absurdo de Mihura, su acento levemente irónico, su lirismo y su punto surrealista como ocurre con su espléndido montaje de Las visitas deberían ser prohibidas por el código penal.

De notable y acreditado nivel artístico, su independencia de criterio y su familiaridad con los problemas y las dificultades de producción del teatro privado, no precisamente de espectáculos de relumbrón, sino de un teatro que siempre ha pretendido ir más allá del entretenimiento banal que tantas veces ofrecen las salas comerciales, hacen de él un patrón fiable para pilotar la nave del CDN en unos tiempos que se avecinan difíciles.

Gordon Craig.

Gordon Craig en el Diario de Alcalá.

jueves, noviembre 24, 2011

FOTOGRAFÍA. El blog de fotografía de Víctor Carretero.


Las cámaras fotográficas digitales han supuesto un gran alivio para los aficionados a la fotografía con pocos recursos porque les han permitido realizar muchas instantáneas sin tener que dejarse el sueldo en carretes analógicos y en costosos procesos de revelado.


Internet se ha convertido en un gran escaparate para muchos fotógrafos, creadores, aficionados. Y también una magnifica herramienta para los “mirones”, que pueden disfrutar la fotografía desde el salón de sus domicilios.

En uno de esos paseos por Internet me he encontrado con el “Blog de fotografía” de Víctor Carretero.


Víctor es un entusiasta fotógrafo que todavía mantiene viva esa curiosidad por conocer, que en muchas personas el hastío y el aburrimiento han hecho desaparecer. Creo que esa curiosidad y un afán incansable por conseguir belleza son las grandes características de su obra. Sus fotografías buscan lo bello de la vida. Sus escenas familiares, las fotografías de su hijo, de su mujer, etc. buscan el lado humano, esa cara amable de las personas que no siempre es fácil de encontrar y que ahora mismo no está de moda mostrar.

El trabajo de Víctor también se caracteriza por un continuo afán por investigar, por conseguir un efecto diferente, por mostrar un lado “oculto” de la realidad, de ahí también su colección de preciosas fotografías nocturnas.


Veo en algunas fotografías de Víctor también una cierta intención de “retratar” lo antiguo, lo que queda de un mundo que ya ha dejado de existir, o que está a punto de desaparecer. Digamos que quiere dejar testimonio de que algunas cosas que fueron importantes para otras personas como nosotros en otro tiempo todavía están ahí, que no sólo veamos, sino que miremos.

Date un paseo por el blog de Víctor.

martes, noviembre 22, 2011

1000 razones para no dejar de leer: “Colores de otoño” de Henry David Thoreau.


<< […] La belleza y la riqueza auténtica suelen ser baratas y despreciadas. El Cielo podría definirse como el lugar que los hombres evitan. […] [Las hojas de los árboles] Nos enseñan a morir. Uno se pregunta si llegará el momento en que los hombres, con su presuntuosa fe en la inmortalidad, yazcan con la misma elegancia y madurez. […] >>

Henry David Thoreau, “Colores de otoño”, José J. de Olañeta, editor.

lunes, noviembre 21, 2011

viernes, noviembre 18, 2011

TEATRO. Noches blancas. "Una hermosa historia de amor y de sueños".

De Fiodor Dostoievski. Adaptación de Ángel Gutiérrez.
Con: María Muñoz y Carlos Herencia.
Dirección: Ángel Gutiérrez.
Madrid, Teatro de Cámara Chejov.



Noches blancas es una novelita corta de inspiración romántica de un joven Dostoievski que ya anticipa, aunque de manera todavía incipiente, su predilección por personajes solitarios, infelices, de mentes desequilibradas, sometidos al dictado de sus pasiones o abrumados por el sentimiento de culpa. Aunque no tan autodestructiva, la patología que aqueja a los personajes de esta obra, su propensión a la fantasía y a la ensoñación, no es menos dañina para el espíritu y puede acrecentar hasta límites difícilmente soportables las consecuencias de un fracaso amoroso.

Porque de una historia de amor es de lo que se trata, de una conmovedora y entrañable historia de amor que protagonizan Nastenka, un joven ausente y el narrador, reconvertido en la versión para la escena en un personaje que se refiere a sí mismo como “el Soñador”. Desaparecida la figura del narrador en primera persona omnisciente que monopoliza el relato de los hechos presentándolos desde una perspectiva única, los personajes adquieren mayor grado de autonomía y el diálogo narrativo se convierte en una auténtico diálogo dramático, fluido, espontáneo, mediante el cual se pueden expresar en sus justos términos los elementos esenciales del conflicto. Con la desaparición del narrador desaparece también la perspectiva levemente irónica del texto originario acentuándose su tonalidad lírica. La omisión del breve epílogo con el que concluye el relato y alguna que otra modificación en el final de la noche cuarta conducen a un desenlace excepcionalmente intenso que sacude las fibras más sensibles del espectador y le pone un nudo en la garganta.

La puesta en escena es de una sobriedad monacal. Sin apenas elementos escenográficos, auxiliados tan sólo por una sugerente ambientación musical que subraya ocasionalmente el estado anímico de los personajes, recae sobre los actores toda la responsabilidad de recrear la profunda humanidad y el complejo entramado espiritual de estas dos criaturas nobles, casi angelicales que con meticulosidad de relojero ha creado Dostoievski. Tanto María Muñoz como Carlos Herencia, bajo la batuta sabia y experimentada de Ángel Gutiérrez, hacen un trabajo extraordinario. La primera da vida a la joven Nastenka, casi una chiquilla de sonrisa franca y mirada cálida, vivaracha y jovial; cauta al principio, hasta que conoce el terreno que pisa y que sabe mostrarse ora prudente y cordial ora esquiva o condescendiente cuando la ocasión lo requiere, o dejarse llevar por sus emociones permitiendo que su fuego interior le incendie las mejillas o que el llanto anegue sus ojos. Carlos Herencia borda el papel que le ha caído en suerte: viene a representar una de las imágenes arquetípicas del carácter romántico que nos ha dejado la literatura, la de un ser retraído, sombrío, triste, de palidez cadavérica, tímido hasta lo indecible y dado a las ensoñaciones y a la introspección; de ademanes pausados y modales exquisitos, de voz trémula y quebrada por la emoción, que tiembla o ríe como un niño ante la menor deferencia de Nastenka o se retrae ante la menor insinuación de que no está obrando correctamente. Un ser puro y generoso dispuesto a sacrificarse por la felicidad de la joven.

Un trabajo, en fin, modélico, donde cada detalle del movimiento escénico y de la actuación está cuidado al máximo; un producto artesanal de la mejor factura que evidencia la pujanza y el buen nivel artístico de las salas del circuito alternativo.

Gordon Craig.

Teatro de Cámara Chejov.
Gordon Craig en el Diario de Alcalá.

martes, noviembre 15, 2011

1000 razones para no dejar de leer. Antonio Muñoz Molina: "la cultura no vende".


<< [...] En mayor o menor grado, todos se han puesto de acuerdo en decidir que "la cultura no vende", por decirlo con el lenguaje que ellos usan. Algunas veces la entonación es de catastrofismo quejumbroso, matizado de una ficción de nostalgia por tiempos mejores que no se sabe cuáles fueron: la gente ya no lee, ya solo se interesa por la moda o por los chismes sociales, o por picoteos rápidos en Internet, solo quiere basura. Últimamente va extendiéndose un populismo jactancioso, incluso agresivo, en el que no es difícil intuir un matiz de resentimiento: ya basta de tanta literatura, de tanta música clásica, de museos rancios, de tantos libros pesados que nadie quiere ni tiene tiempo de leer, de tanto pelmazo elitista. Atribuir a la gente una ignorancia universal le permite a uno sentirse miembro del club selecto de los que sí saben, o bien sentirse legitimado en su propia ignorancia, en su desgana de aprender [...] >>.

Antonio Muñoz Molina, en Babelia, el 5 de noviembre de 2011.

Lea aquí el artículo completo

viernes, noviembre 11, 2011

TEATRO. Los emigrados. "Tragicomedia esperpéntica".


De Slawomir Mrozek. Versión y adaptación de Jaroslaw Bielski.
Con: Jaroslaw Bielski y Frank Feys.
Dirección: Socorro Anadón y Jaroslaw Bielski.
Madrid, Sala Réplika.



AA y XX son dos emigrantes polacos que por circunstancias distintas se han visto obligados a abandonar su patria. El primero es un intelectual exiliado por motivos políticos, el segundo un trabajador de la construcción que sólo desea ahorrar lo suficiente para volver con su familia y rehacer su vida. Su convivencia forzada en un sótano infecto de un edificio de apartamentos, probablemente en una gran urbe del país de acogida, crea las condiciones para que se desarrolle entre ambos una estrecha relación de camaradería, casi podría decirse, de hermandad en el infortunio, lo que propicia la confidencia íntima y el intercambio de ideas y pareceres. Un intercambio que a veces es franco y sincero, pero que por lo general está lleno de reservas, suspicacias y hasta desconfianza, y a través del cual vamos a ir descubriendo el alcance de la frustración y el dolor por su fracaso vital pero también la maraña de mentiras, malicias e intereses bastardos que enturbian su relación y muestran, a pequeña escala, la dificultad de construir esa “comunidad noble y honrada que les hará libres” por la que claman justo antes de caer el telón.

La portentosa capacidad de observación de Slawomir Mrozek y su particular sentido del humor le permiten descubrir, aun en situaciones límite, -como es el caso de la tragedia del exilio y la condena a la marginalidad de los protagonistas de la obra, arrancados de sus raíces y de sus afectos-, el lado más grotesco y absurdo del comportamiento humano. La pieza se convierte así en una suerte de tragicomedia esperpéntica donde incluso las intenciones más nobles y utópicas o las aspiraciones más legítimas se vieran truncadas por la debilidad o por la torpeza de los personajes, y devinieran, y con ellas los propios personajes, en caricaturas de si mismos, en víctimas de una burla cruel del destino.

La labor que ha hecho el equipo artístico de la sala Réplika con este texto es espléndida, empezando por la versión, pasando por la dirección y terminando por el trabajo de los actores. La versión arroja un perfecto dominio de los elementos del registro coloquial del español, las réplicas están llenas frases en suspensión, de sobreentendidos, de monosílabos, de interjecciones y exclamaciones, y de otros mil y un recursos de la expresividad, entre los cuales, no es el de menor importancia el esfuerzo llevado a cabo para hacer evidentes las dificultades concretas de XX para la pronunciación del español, lo que potencia el contraste entre los personajes y confiere una excepcional verosimilitud a los diálogos. Excepcional es también el trabajo de construcción física y emocional de los personajes. Esa labor de abstracción que tantas veces tenemos que llevar a cabo para disociar al actor del personaje aquí se hace innecesaria. Desde que XX (Frank Feys) irrumpe en escena renqueando, porque los zapatos que lleva puestos le están demasiado pequeños (unos zapatos, por cierto que no se avienen con su fisonomía de hombrón desgarbado, de movimientos torpes y expresión un tanto estupidizada), chapurreando el castellano y satisfecho de sus excursión vespertina por las inmediaciones de la estación de ferrocarril, ya no vemos al actor sino a un obrero explotado, embrutecido por un trabajo alienante y por las privaciones, volviendo a su cubil después de los escarceos callejeros en su único día de asueto, a un hombre solitario y triste que busca un poco de calor humano y el modo de combatir el hambre y la nostalgia, compartiendo sus recuerdos con su compañero de fatigas. Y lo mismo puede decirse de AA (Jaroslaw. Bielski), la cortesía y los modales exquisitos del intelectual son el contrapunto exacto del comportamiento primario de XX, aunque el trato afable y cordial y su predisposición a escuchar a duras penas ocultan el resentimiento y la frustración. Su discurso utópico y grandilocuente resulta patético, si no ridículo y sus grandes palabras sobre la libertad y la esclavitud se estrellan una y otra vez contra el muro de incomprensión de XX y sólo sirven para atizar en él la desconfianza y el odio. Entre las chanzas, los reproches y las amenazas queda espacio, no obstante, animados por los vapores del alcohol en el que ambos ahogan sus penas, para la conmiseración y la esperanza.

Gordon Craig.

Los Emigrados en el Teatro Réplika.

Gordon Craig en el Diario de Alcalá.

jueves, noviembre 10, 2011

1000 razones para no dejar de leer. "Yo en todo igual o más que mi amigo".


" [...] En los últimos quince años el tenor de vida de los españoles se ha parecido mucho al del nuevo rico, pero sin su riqueza. El dinero barato y fácil, junto a un juego perverso de emulación inversa -yo en todo igual o más que mi amigo, mi vecino, mi cuñado, mi compañero de trabajo-, hizo aflorar nuestro grosero apetito de bienes consumibles, que reclama una satisfacción inmediata, sin tolerar demora. Y pedimos préstamos bancarios, que permiten una rápida gratificación y una devolución retardada. Al hacerlo, la ostentación nos hacía parecer más ricos a los ojos de los demás, pero en la realidad éramos más pobres porque nuestra deuda crecía". [...].

Por Javier Gomá en Babelia el 29/10/2011.

Lee aquí el artículo completo.

viernes, noviembre 04, 2011

TEATRO. Anhelli. La llamada. "Las raíces rituales del teatro".


Espectáculo inspirado en el poema Anhelli, de Juliusz Slowacki.
Con: Matej Matejka, Ditte Berkeley, Nini Julia Bang, Przemyslaw Blaszczak, Alessandro Curtí, Jean François Favreau, Jaroslav Fret, Alekxandra Kotecka, Ewa Pasikowska y Tomasz Wierzbowski.
Teatr ZAR. Dirección: Jaroslaw Fret.
Madrid, Teatro de la Abadía.



Por medio de diversos actos celebrados en Madrid a lo largo de este segundo semestre de 2011 el Programa Cultural de la presidencia polaca del consejo de la Unión Europea nos ha brindado la oportunidad de entrar en contacto con múltiples facetas de la realidad cultural actual del país eslavo. Por lo que se refiere a las artes escénicas teatros como el María Guerrero, la sala Réplika o el teatro de la Abadía se han convertido por unos días en escaparate privilegiado de producciones y compañías que habitualmente tienen escasa, por no decir nula, presencia en nuestros escenarios. El teatro de la Abadía, en concreto, nos ha ofrecido en la sala San Juan de la Cruz, del 27 al 30 de octubre, un excepcional montaje del teatro ZAR de Wroclaw que queremos glosar aunque sea brevemente en estas páginas.

Formado hace unos diez años por jóvenes actores del Instituto Grotowski su trabajo parece orientarse hacia la búsqueda de los orígenes rituales del teatro. Al parecer, durante alguno de sus viajes de estudio a Georgia los integrantes del grupo entraron en contacto con antiguas tradiciones musicales caucásicas relacionadas con el canto polifónico de las que se han servido para poner música a una colección de textos religiosos, desde el Cantar de los Cantares a San Juan de la Cruz o al Maestro Eckart incluyendo fragmentos de Anhelli, del poeta y dramaturgo polaco Juliusz Slowacki. De una u otra manera todos estos textos vienen a ser expresión de una misma actitud de apertura del espíritu humano a lo ideal y sobrenatural y obedecen a un mismo anhelo del hombre por buscar la trascendencia, trascendencia que a veces enmascara nuestra sed de absoluto, de lo que queremos ser y nunca alcanzaremos a ser.

La sobriedad del canto coral, ya desde una escena-prólogo en el ambigú del teatro reconvertido en una especie de sacristía, nos sumerge en una atmósfera de quietud y de serenidad espiritual que eleva el ánimo y lo predispone para el itinerario casi místico al que nos invitan los actores en la sala del teatro; un ceremonial profano o, en cualquier caso, de una religiosidad primitiva, arcaizante, previa a cualquier conceptualización dogmática, donde coexisten en perfecta armonía potenciándose mutuamente los cantos litúrgicos con la liturgia de los cuerpos en trance. Porque también hay una mística del cuerpo, un riguroso control del gesto y del movimiento al que sólo se puede llegar mediante una suerte de ascesis, de eliminación sistemática de las manifestaciones y gestos de un comportamiento “natural” en favor de un sistema de signos corporales y expresión facial rígidamente formalizados que funcionan como símbolos, del dolor, de la búsqueda, de las dificultades del itinerario, de la agitación, de la soledad, de la muerte. Y de la paz de la sepultura que le es negada al hombre que parece condenado a errar eternamente en las tinieblas.

El resultado es una sorprendente y sobrecogedora experiencia estética que certifica, afortunadamente, la pervivencia de un método de trabajo actoral exigente, riguroso como el que inauguró Jerzy Grotowski en su “teatro laboratorio”; una forma de entender y hacer el teatro que no es sólo una poética, sino una ética y hasta una metafísica. Un modelo de esfuerzo, dedicación y compromiso que se merece todo nuestro aplauso y reconocimiento y que choca frontalmente con tanto espectáculo banal e intrascendente que nos venden como teatro.http://www.blogger.com/img/blank.gif

Gordon Craig.

Anhelli. La llamada. Teatro de la Abadía.

Gordon Craig en el Diario de Alcalá.

miércoles, noviembre 02, 2011

1000 razones para no dejar de leer. "El acuarelista en el matadero".


"[Aleksandr] Deineka, en los primeros años treinta, había viajado por Estados Unidos, y luego por Francia e Italia. Sutilmente, cuando la atmósfera en la Unión Soviética se estaba volviendo más claustrofóbica, buscó refugio en esos paraísos a pequeña escala de sus ilustraciones casi infantiles, o en el recuerdo de los paisajes abiertos de América y del sur de Europa que no tenía ninguna seguridad de volver a ver".

Antonio Muñoz Molina, en Babelia, 22 de octubre de 2011.




Leer aquí el artículo completo.

Exposición en la Fundación Juan March de Madrid: Aleksandr Deineka (1899–1969) Una vanguardia para el proletariado: 7 de octubre 2011 – 15 enero 2012