La compañía Propeller del Watermill Theatre ha desembarcado en Madrid, en el teatro María Guerrero, para ofrecernos una de las últimas obras del genio de Stratford-on-Avon: The Winter’s Tale, El Cuento de Invierno.
Shakespeare esta vez nos propone la problemática de los celos en la vida conyugal. Dos amigos, dos reyes, se enemistan por los endiablados celos de Leontes, el rey de Sicilia, por la “relación” de su mujer Hermíone y el Rey de Bohemia, Políxenes. Hermíone, embarazada, es encarcelada y Políxenes huye de Sicilia al ser advertido por un criado de que iba a ser envenenado.
Leontes juzga a su mujer ante un tribunal público, pero antes envía unos emisarios al oráculo de Delfos para que sea éste el que dictamine si su decisión ha sido errónea o no. El oráculo responde a Leontes que está equivocado y le vaticina horrendos males. Hermíone muere pero antes deja una criatura que es abandonada en un paraje de Bohemia: Perdita, que un pastor y su hijo recogen y cuidan.
El resto de la historia se la dejo a la gente del Propeller y a sus espectadores, amantes del buen teatro y buenos conocedores de las tropelías que Shakespeare preparaba para sus personajes. Lo que si puedo adelantar es que el final es inesperado y digno de un drama shakesperiano de altura.
La puesta en escena de Edward Hall, el director, es exquisita, con una iluminación muy cuidada y apropiada, con la inclusión de canciones populares originales, y con el acierto de introducir acordes de piano en directo que acompañan sobremanera a la acción dramática. El trabajo actoral es sobresaliente, el desdoblamiento una y mil veces de los del Propeller para representar a cada uno de los personajes, es meritorio. Habría que resaltar el brillante trabajo de Jason Baughan en el papel del entrañable e incansable buscavidas Autólico y el de James Tucker en el papel de la concienzuda e irredenta Emilia, dama de compañía de Hermíone.
Un detalle muy chocante, que cuando la obra va avanzando se hace casi inapreciable, pero que desde el comienzo llama la atención, es que los actores del Watermill Theatre son todos varones, y por lo tanto los papeles femeninos los interpretan hombres, una tradición de los tiempos de Shakespeare rescatada por Edward Hall, pero que salta a la vista desde la primera escena para unos espectadores, como los actuales, que están tan acostumbrados a ver a actrices encarnar los personajes femeninos en cualquier representación.
Sobresaliente demostración de autoridad del Watermill Theatre en Madrid en una noche mágica más del Festival de Otoño en el María Guerrero. Un Shakespeare que emociona, sobrecoge, divierte y apasiona al espectador desde la primera escena, un trabajo impecable, un estudio concienzudo de la obra que a todas luces da la razón a Edward Hall y a su novedosa propuesta shakesperiana. Tardaremos mucho tiempo en olvidarnos de su original puesta en escena del Cuento de Invierno, y el público madrileño podrá darse cuenta de que aquí muchas veces nos hacen creernos el ombligo del mundo, y que no es oro todo lo que reluce.
El único pero que puedo añadir es el habernos perdido, algunos, la magia y la expresividad de la lengua de Shakespeare en todo su esplendor, en una ocasión única e irrepetible.
Winter's Tale. Propeller.
8 comentarios:
Sí, sí, firmo todo lo que dices y además hasta me dijiste "hola" y me saludaste y todo. Igual es la influencia del señor papa-molón...igual nos lo tenemos que llevar a los eventos...
Mu bien, brigatin
Hola Nu. La especial magia de la sala oscura nos envolvió una vez más. Papá molón es ya moyorcito, viaja solo. Yo tb.
¿¿Tu también eres moyorcito??¿pero siempre o sólo a "rotitos"? ale, ale...tu a viajar sólo...
Yo sé viajar solo, lo de mayorcito, depende... Desde hace tiempo llevo compañía femenina, casi siempre.
¿Te refieres a mama-molona?¿Y la hablas?
Ala rico, que si quieres hablar conmigo, haberlo hecho en persona...
Nu estás picada.
A lo mejor, pero estoy muy bien educadita.
Yo también, y gracias que doy.
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