sábado, noviembre 26, 2005

VIDA RURAL. Un regalo de los Dioses, un kiosco.

No me acuerdo con exactitud de la primera vez que un periódico cayó en mis manos. Debió de ser a una edad muy temprana porque en mi casa siempre recuerdo montones de diarios apilados uno tras otro en la mesita que está cerca de la estufa de leña. Todavía se hacinan allí cada semana.


Ya si recuerdo los tiempos grandes de El País, el primero que me viene a la memoria, y su fantástico Pequeño País, que yo devoraba cada domingo. Luego llegó el Diario 16, el gran El Independiente que sólo salía dos días por semana, y que más tarde se convirtió en diario, en un gran e inolvidable periódico. Después del cierre de estas dos cabeceras en los tiempos del implacable y corrupto felipismo, llegó El Mundo, un periódico nuevo, moderno, innovador, ya entrañable e inseparable de mis ratos de información cada mañana en el tren.

Hubo intervalos de tiempo en los que volvió a mi El País, en los duros días de la segunda Guerra del Golfo, pero fueron breves e insatisfactorios. También llegaron unos meses en los que La Vanguardia me acompañaba tras el café de mediodía, pero fue algo accidental, regalaban el diario en mi trabajo.

También tuvieron su hueco los diarios deportivos, en mi primigenia adolescente, ese Marca de todos los lunes, o aquel proyecto propio de un Lope de Aguirre provinciano que fue el Nueva Alcarria Deportivo, cuando el CB Guadalajara ascendió a la Liga ACB por méritos propios pero que por falta de patrocinadores se quedó donde estaba y sigue, en la nada.

El papel prensa me rodeará para siempre, estoy seguro que aunque llegue un momento en que no pueda ver, pediré a la persona más cercana que tenga en ese momento, que lea para mi los titulares del día, o a los columnistas que ponen en solfa jornada tras jornada al país, o que repase para mi las noticias culturales más relevantes, sobre todo las de teatro y cine de estreno.

Todo esto viene a cuento de que en mi pequeña e irredenta aldea han abierto un kiosco. El anhelo de toda mi vida, lo que nunca terminaba de instalarse y hacerse una realidad; llegaron las terrazas de verano, la pantallas grandes de TV para ver el fútbol los domingos, la biblioteca municipal, y otras tantas cosas. Nada de esto me conmovió de tal manera como la llegada de la “tienda de los periódicos” como yo decía de pequeño. Viví el momento del “plantado” del kiosko en la plataforma de hormigón, acompañé a Pilar, su dueña, en el día de la inauguración, venciendo un día infernal de otoño de lluvia y frío. Comuniqué a decenas de personas la noticia, nunca había repetido tantas veces un mismo argumento, algo dentro de mi se sentía plenamente satisfecho y sentía la necesidad de compartirlo con el resto. Gracias. Suerte. Larga vida por muchos años.

3 comentarios:

Doctor Brigato dijo...

Cada vez más complicado, tienes toda la razón... Pero aún con esas lo voy a seguir intentando...
Je,Je... Las revistas porno no formaron parte de mi universo, quizás alguna vez un Man o algo así. Si antes no me engancharon ahora va a ser más complicado... Me mola más en directo.

Doctor Brigato dijo...

Un blog serio???????? Eso dicen... No quiero saber como tienes tú ese número...

Doctor Brigato dijo...

ja, ja, ja. Ya veo... Si lo acabo de ver. Contestaré.