En realidad lo que sucedió con Jorge se veía venir desde el primer momento. Ni ella era la persona adecuada, demasiado joven y extremadamente superficial, ni él lo suficientemente maduro para darse cuenta de que su relación con Begoña no era más que un simple juego sexual.

Ya no siguen juntos. Para él ha sido una total liberación, se siente libre de nuevo y ha olvidado “todo” lo que tenía que hacer porque si, porque a ella se le antojaba que lo tenía que llevar a cabo por “amor”. Begoña, lo pasó mal al principio, pero creo que se trataba más de disimular que la habían dejado plantada y por eso tenía que derramar unas cuántas lágrimas, que de un sentimiento de corazón roto sincero; nada mas que ver que el primer fin de semana sin pareja, acompañada de sus amigas, por eso de no dejarla sola en casa por si se deprimía, Begoña estuvo con un morenazo de cuidado del barrio de la Serna, de Fuenlabrada.
Jorge me cuenta que quizás se arrepiente un poco de su ruptura, porque se siente solo, pero que cree que también ese fue el gran temor por el que siguieron juntos tanto tiempo, y que en seguida se le olvida la idea sólo de pensarlo fríamente. Las tardes se me hacen eternas – me comenta- pero he vuelto a tener tiempo para mi y para mis cosas, he vuelto a leer, y puedo limpiar el piso como me gusta.
Begoña no para de hablarme de su nuevo moreno, hasta que me harto y mirándola fijamente a los ojos le digo que yo no he venido para eso, que ella quería hablar conmigo de Jorge. Casi sin parpadear me describe mil y una situaciones en las que Jorge la dejó en evidencia en público, o no la trató con respeto, o la contestó mal. Sus palabras suenan vacías, son un goteo incesante de agravios, seguramente ciertos, pero suenan huecos, como medio olvidados y con la intención de enterrarlos para siempre en cuanto yo salga de la cafetería, y pueda hacer una llamada de móvil para que su morenazo de turno, le de lo que quiere.
De todo esto hace un año y yo lo he traído de nuevo al presente porque ayer Jorge me contó que se encontró con Begoña de nuevo, en una librería y que se fueron a tomar algo y terminaron en su apartamento. Y que hoy piensan quedar de nuevo y que preparan un fin de semana de ensueño en Granada. Jorge hasta ahora seguía solo, y salvo algún escarceo esporádico no salía con nadie más o menos en serio. A Begoña la perdí la pista hace unos seis meses, pero me puedo imaginar que hubo más de un morenazo de la zona sur.
¿Y ahora qué? Yo quiero pensar que ambos siguen solos, se sienten solos, y que lo poco que compartieron cuando estaban juntos fue lo único en la vida a lo que pueden agarrarse para no caer en la temible desesperación de la soledad.
Quizás en esto consista la vida en la actualidad y los demás no nos hayamos dado cuenta todavía. O quizás también esta situación se parezca cada vez más a una farsa de los nuevos “nocilla dream”, que confunden conformarse y sobrevivir con libertad y amar. Y sobre todo que no se aguantan a si mismos y tampoco se conocen en profundidad, por eso se aburren de aburrirse y no saben estar solos, porque la soledad o se aprende a convivir con ella o te mata por dentro y te indica lentamente el camino de la desesperación y el fin.