lunes, junio 16, 2014

TEATRO. Katia Kavanova: "tormenta a orillas del Volga".


De Leos Janacek. Versión de cámara.
Con: Jérôme Billy, José Canales, Mathilde Cardon, Elena Gabouri, Paul Gaugler, Douglas Henderson, Michel Hermon, Kelly Hodson, Céline Laly .
Piano: Nicollas Chesneau.
Escenografía: Nicky Rieti
Dirección de escena: André Engel.
Dirección musical: Irène Kudela.
XXXI Festival de otoño a primavera. Madrid. Teatros del Canal.




El libreto recrea la trágica historia Katia Kabanova, una joven, alegre y amante de la vida que insatisfecha con su matrimonio y contraviniendo las normas de la más estricta moral puritana imperantes en el seno de su familia política decide tener una aventura. En connivencia con su cuñada, la también joven e impetuosa Varvara, aprovechando la ausencia de su marido, el pusilánime Tichon y desafiando la autoridad de su todopoderosa suegra que la desprecia y que controla su vida con mano de hierro, abandona la casa familiar para encontrarse con su amante, un infortunado Boris, huérfano de ambos padres que vive asimismo bajo la tutela de un tío despótico y atrabiliario. Consumado el adulterio, sumida en una tormenta de atroces remordimientos decide, como Madame de Bovary, quitarse la vida antes de soportar la vergüenza y el oprobio.

Pese a lo trillado que pueda resultar el argumento, la concepción de conjunto del espectáculo y, sobre todo, la modernidad y contundencia de la música, una composición que desafía las convenciones del género operístico persiguiendo a un tiempo la búsqueda de una expresión naturalista y de un crudo dramatismo, hacen de este montaje André Engel, aún para alguien como yo, poco familiarizado con la ópera, una experiencia estimulante y sobrecogedora.

La ausencia de música orquestal -se trata de una reescritura para piano solo- acentúa esa sensación de despojamiento que trasmite la fría y desnuda escenografía de Nicky Rieti y que reproduce la azotea de un desangelado, casi en ruinas, edificio de viviendas típico de los barrios del extrarradio de una gran ciudad, donde se desarrolla la acción. La extrema simplicidad de la dramaturgia contribuye a esencializar el conflicto, ese frenesí, esa enajenación de la protagonista, cuyos efectos en su comportamiento y en sus afectos está reducido a sus elementos mínimos, los suficientes para mostrar su jocunda alegría de vivir, su sensación de enclaustramiento bajo la férrea tutela de la intemperante Kabanicha, su insatisfecho anhelo de libertad o la vehemencia de su pasión amorosa.

Se nos escapan, obviamente, en la interpretación, las inflexiones propias de la lengua checa, pero eso no es óbice para que nos llegue con claridad meridiana el torrente de las emociones que trasmiten los intérpretes y su fuerza dramática. Sorprenden las facultades de las jóvenes sopranos Kelly Hodson (Katia) y Céline Laly (Varvara), pero también el acento temible y atronador de Elena Gabouri (Kabanicha) o la rotundidad y el colorido de las voces de los tenores Jérôme Billy (Koudriach) o Paul Gaugler (Boris).

Gordon Craig.

Katia Kabanova.


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