jueves, enero 05, 2012

TEATRO. Contraacciones. "La sonrisa del Gran Hermano".


De: Mike Bartlett.
Con: Pilar Massa y Goizalde Núñez.
Dirección: Pilar Massa.
Madrid. Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa.



No he podido por menos de evocar el estremecedor final de 1984 de George Orwell en este comentario sobre Contracciones, la pieza de Mike Bartlett que se repone estos días en la Sala de la Princesa del teatro María Guerrero, ese momento dramático en el que Winston, sentado frente a su vaso de ginebra barata, levanta la vista hacia la telepantalla y confiesa comprender, al fin, la sonrisa del “Gran Hermano”. La conversión de Winston a la fe en el líder máximo del partido y su anulación como persona se producían por efecto del brutal poder represivo de la policía del pensamiento de un estado totalitario; aquí, ese poder coercitivo lo ejerce la empresa sobre sus empleados, por medios más refinados o “civilizados”, si se quiere, pero sus efectos son igualmente deletéreos. Allí se terminaba por convertir al ciudadano en siervo, aquí se convierte a un trabajador en esclavo; un esclavo agradecido que besa la mano de quien le da de comer.

“Dentro de ti no pueden entrar nunca” le había dicho Julia a Winston en alguno de sus escasos momentos de intimidad antes de que su relación fuera descubierta por los espías del partido. Y vaya si entraron, hasta convertirlo en un despojo humano, en un ser despreciable carente de orgullo y de dignidad; la firmeza de Emma y su mirada desafiante en la primera entrevista con su jefa denotan la misma incredulidad y la misma seguridad en sí misma que las palabras de Julia pero todavía no había dado comienzo el despiadado acoso, la intolerable intromisión en su intimidad, al que va a someterla una implacable Directora Gerente invocando unas sibilinas cláusulas contractuales diseñadas para erradicar cualquier atisbo de relación afectiva entre los empleados de la empresa que pueda suponer una merma de su productividad. Y es que, aunque revestida de un humor mordaz y con alguna pincelada de tintes macabros, esta pieza descarnada y corrosiva de Mike Bartlett viene a poner al descubierto el deterioro que están experimentando las relaciones laborales en una sociedad tan altamente competitiva como la nuestra y su profundo grado de deshumanización.

Las reducidas dimensiones de la sala y la extrema sobriedad de la puesta en escena propician la cercanía y la presencia física de las actrices que hacen un verdadero alarde de concentración y de contención expresiva. La tensión se palpa literalmente en el ambiente; y también la rabia, y el despecho, y la mordaz ironía de las réplicas y el destello fugaz de las miradas asesinas envueltas en palabras de terciopelo; y la toma de distancia, y la falsa cortesía, mientras se estudian con la mirada como dos hembras en celo. Dos actrices en estado de gracia: Pilar Massa (que también dirige el montaje) es la directora gerente, una mujer fría, calculadora, carente de sentimientos, una verdadera hija de puta que tras una estudiada mansedumbre y unos modales suaves esconde un corazón de hielo. Goizalde Núñez es Emma, una alta ejecutiva, resuelta, educada, fuerte, desinhibida, segura de si misma, pero que al final sucumbe a la presión de esta peligrosa nueva versión de la “policía del pensamiento” orwelliana.

Gordon Craig.

Teatro. Contraacciones.

Gordon Craig Diario de Alcalá.

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