lunes, septiembre 22, 2008

TEATRO. EL RINCÓN DE GORDON CRAIG. Las troyanas. " Los estragos de la guerra ".

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Autor: Eurípides. Versión de Ramón Irigoyen. Con: Eduardo Mac Gregor, Ángel Pavlovsky, Gloria Muñoz, Ricardo Moya, Anna Ycobalzeta, Mia Esteve, Luis Jiménez, Clara Sanchis Antonio Valero. Coro, soldados. Dirección y puesta en escena: Mario Gas. Madrid. Matadero. Naves del Español. 17 de septiembre de 2008.



La obra recrea las horas inmediatamente posteriores a la victoria de los griegos sobre Troya. Las horas subsiguientes a todas las victorias militares. En un paisaje desolado que evoca las arenas de una remota playa del Golfo Pérsico, entre estatuas semiderruídas, máquinas de guerra y bidones de petróleo, un grupo de “troyanas” se esconde de los agresores mientras se lamentan por sus hijos o maridos muertos en combate y por el aciago destino que les aguarda. Y de nada sirve la entereza de la anciana Hécuba cuyas palabras de aliento no pueden mitigar ni su dolor ni su desesperación. Ella misma ignora todavía cuan funesto y terrible será su propio destino; porque, al parecer, la derrota militar no es suficiente agravio, ni la aniquilación de los varones. Hay que aplacar el furor y el deseo de venganza acumulado durante diez años de combate y para ello los generales victoriosos no se arredran ante las más horrendas crueldades con las supervivientes.

Eurípides, que había vivido la terrible experiencia de las guerras del Peloponeso, denuncia los estragos de la contienda bélica y sus desastrosas consecuencias, en particular la indignidad de los vencedores, y su voz clara y potente atraviesa siglos de historia para traernos el mensaje de que nada ha cambiado desde entonces, y de que estamos destinados a cometer una y otra vez los mismos errores, porque la naturaleza humana sigue siendo la misma.

La puesta en escena es grandiosa, acorde con la dimensión épica de la tragedia, pródiga en efectos de luz y sonido y un vívido movimiento escénico, casi operístico; peca, quizá, de efectismo en la insistencia por establecer un paralelismo explícito con las guerras del presente: en los uniformes de los soldados o en la presencia del camión cargado de cadáveres. El trabajo de actuación es asimismo notable, en particular el de las actrices que tiene papeles destacados. Gloria Muñoz (Hécuba) transita por todas las etapas del dolor y de la desesperación; vemos como su entereza y presencia de ánimo se desmorona paso a paso a medida que se despeja su incertidumbre por la fortuna de sus hijas Casandra y Polixena, culminando en el desolador planto final ante la mortaja de su nieto, el pequeño Astianacte; conmovedor es, asimismo, el llanto de Andrómaca (Mia Esteve) en su emocionado recuerdo de Héctor y en la desgarradora despedida de su pequeño antes de entregarlo a sus verdugos; y aterradora es la profecía de Casandra (Anna Ycobalceta) atormentada por sus padecimientos y envenenada por la sed de venganza. Clara Sanchis, en fin, es una indómita y altiva Elena; la perspectiva de una muerte cierta no doblega su ánimo y los gritos e insultos con los que la recibe el coro de troyanas no parecen hacer mella en su orgullo; indiferente al dolor de Hécuba, impetuosa y vehemente en su alegato a favor de su inocencia, moviliza y todos sus encantos y armas de seducción para conseguir de nuevo el favor de Menelao.

Gordon Craig
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17-IX-2008.


Las Troyanas. Naves del Español.

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