Ahora vienen las lágrimas y los resquemores y maldiciones por las decisiones equivocadas. Ella te ha abandonado y no va a regresar. Nunca más vas a volver a disfrutar de su juvenil compañía, de su inmensa sonrisa ni de su interminable alegría por estar viva y por poder compartir contigo los mil y un momentos únicos e irrepetibles que te regaló y no supiste apreciar. Olvídate de sus caricias y de aquella manera tan particular de sacarte de tus casillas que sólo ella sabía poner en práctica para que esbozaras una tímida sonrisa en tu rostro adusto y señorial. ¿Está mal visto sonreír?
No quiero más suspiros y proclamas al cielo para pedir su perdón. Nunca, desde que la conociste te mereció ningún respeto. Simplemente querías unas noches de sexo desenfrenado y de satisfacción personal, es lo que buscabas y es lo que conseguiste noche tras noche hasta que se marchó. Estaba en tus manos, era la muñeca fácil con la que siempre soñaste. Una llamada de teléfono bastaba para que la reina de Java se rindiera a tus pies. Y se ha ido para no volver. ¿Sollozas? Revuélvete en tu cobardía.
Recuerdo su desparpajo y su gracia. Tampoco olvidaré nunca la manera con que te miraba. Eras su héroe, ese hombre con el que había soñado tantas y tantas veces. Ahora eras suyo, sólo para ella. Te llevaba de la mano por la calle como si fueras lo mejor que le había pasado en la vida. Pero para ti, sin embargo, no era digna ni tan siquiera para que te acompañara al cine. ¿Cuándo le regalaste un abrazo en público? ¿Continuas llorando? Cada momento que pasa demuestras con mas firmeza de que no fuiste capaz siquiera de escuchar a tu corazón. Eso ya no es sólo cobardía, es traición.
Hazte a la idea, el vaso estaba lleno desde hace tiempo, y la enésima gota colmó su borde hace unos días. No aguantaba más. Te amaba como sólo una mujer sabe amar y ha tomado la que quizás sea la decisión más dura de toda su vida: dejarte, abandonarte. No va a volver a verte más porque está harta de llorar en soledad, de tus malas maneras, de tu arrogancia de macho dominante, de tus caras con los ojos desencajados cada vez que su grácil figura cruzaba una de tus infinitas líneas rojas. No la volverás a ver. Hazte a la idea.
Tengo por cierto que en la vida llegan momentos en los que hay que tomar decisiones, en los que hay que elegir entre un camino u otro. La única manera de respetarse a uno mismo conlleva tomar la iniciativa y elegir. Con eso es suficiente, ya salga bien o mal la cosa. Si una vez has podido elegir, siempre podrás afrontar con valentía la próxima encrucijada. Sin embargo si uno se escuda en la duda eterna, su cobardía personal le agarrota su ser y le hace esperar escondido para ver como se desarrollan los acontecimientos por si solos queda marcado de por vida. Te esperó, te ofreció mil y una oportunidades y tú seguías enrocado en tu laberinto, no era cómodo salir de tu refugio y no lo hiciste. Una vez más. Nunca lo harás. Nunca bajarás de tu egregia torre.
Lloras. Sollozas. Juras que te plantarás de rodillas ante ella y le pedirás perdón. No lo harás estoy seguro, pero aunque lo hicieras ella te volverá la espalda, no querrá ni mirarte a los ojos, porque los tuyos mirarán al suelo de nuevo, como otras tantas veces. La has perdido para siempre. Para siempre.
¡¡¡¡Y deja ya de llorar!!!!!
6 comentarios:
Un poco duro, ¿no?
A veces es dificil salir del laberinto en el que estamos... no a todo el mundo le es fácil mirar a los ojos y decir lo que siente...
Espero que las cicatrices se curen...
(Casi me siento una intrusa haciendo este comentario...)
La vida es dura, aunque la queramos disfrazar de otra cosa.
Tan difícl es salir del laberinto que hay algunos nunca lo abandonan: lo que cuenta es intentarlo.
Nada es fácil. Mirar a los ojos es comlicado, a veces muy complicado, pero es más noble que derramar lágrimas.
Algunas cicatrices nunca se curan...
No eres una intrusa ni muchísimo menos. Gracias por tus palabras.
Algunas cicatrices nunca se curan porque en el fondo no queremos que lo hagan...
He llegado a pensar que nosotros mismos en ocasiones nos esforzamos porque no cicatricen las heridas, como si pensaramos que la duración del dolor es directamente proporcional a la importancia de lo que nos produjo la cicatriz... y nos negaramos a pensar que aquello pasó y punto...
No sé si las cicatrices son tuyas o de otro (y de ella), ni si son recientes o no, pero en cualquier caso espero que dejen de doler...
Y sí, a veces llevamos tanto tiempo en el laberinto que ya ni nos damos cuenta de que estamos en él...hasta que algo o alguien nos despierta...
Un abrazo para el/la que lo necesite... (me has pillado sensiblera ;-) )
Brigatin corazón, en el peor de los casos, "lo hecho, hecho está".
Lo único es tirar "pa'lante" y no caer en los mismos errores.
Un beso.
Ain, a ver cuando quedamos a tomarnos unas cañas que he estado toda la puta semana ausente y me cuentas que coño ha pasado.
Muchas gracias por vuestras palabras a todos.
Esta vez yo no he sido el protagonista de esta historia, pero estoy seguro que vuestras palabras le han servido de mucha ayuda a un/a lector/a o a ambos que lo están pasando mal.
Publicar un comentario