miércoles, mayo 31, 2006

CINE. Hotel Rwanda., de Terry George.

Acercarse a una película como Hotel Rwanda era arriesgado, por un lado podías encontrarte con un documental que superara a la ficción, y por otro te podías topar con una ensalada sanguinolenta llena de cadáveres y cuerpos mutilados. Terry George supo calibrar muy bien estos dos puntos, contando con ellos previamente, y soslayándolos por completo para no ofrecernos un documental y para no caer en la tentación de crear un espectáculo muy violento y desagradable sobre el genocidio rwandés. El director británico quedó conmocionado con la historia de Paul Rusesabagina, el protagonista de la película, desde el primer día que la escuchó, y a partir de esa historia real quiso montar un film que fuera apto para el mayor número de espectadores posible, que muchas personas pudieran conocer que es lo que sucedió en Ruanda durante varios meses en 1994: un genocidio abismal.

Hotel Rwanda narra la historia de Paul Rusesabagina, gerente del hotel Mille Collines de Kigali, capital del país, que salvó más de 1200 vidas de tutsis atemorizados, refugiándolos en su hotel, durante las masacres llevadas a cabo por los hutus en 1994. La película sin embargo es mucho más que eso, sin caer en el sensacionalismo Terry George nos muestra la cara del horror desde las cuatro paredes del Hotel de Paul, y sólo nos muestra algunas escenas de la barbarie que se vive fuera cuando lo cree necesario, por ejemplo cuando el gerente del hotel tiene que salir a por alimentos y bebidas a unos almacenes cerca de Kigali: dramática y espeluznante es la escena en la que Paul y un trabajador del hotel regresan al recinto turístico por la carretera del río, que según el comerciante con el que han negociado la adquisición de vituallas, está despejada y en realidad no es así, esta toda cubierta de cadáveres mutilados.

Pero Hotel Ruanda no se queda ahí, la cinta muestra la evolución de su protagonista, con una magistral actuación de Don Cheadle, en el papel de Paul, desde su titubeante comienzo, hasta su firmeza final e inmensa humanidad preñada de inteligencia, mano izquierda y sentido común para poder salvar el máximo de vidas posibles. Terry George nos muestra a cara de perro la inmensidad de las grandes personas en circunstancias límite, sus sentimientos, qué pasa por su cabeza en voz alta cada segundo. En este contexto de emotividad sensorial no podemos olvidar la impactante escena en la que Paul ha preparado para su mujer, Tatiana (una magnífica Sophie Okonedo) una pequeña sorpresa en la azotea del hotel, una cervezas con el cielo estrellado en lo alto para celebrar que siguen vivos y están juntos. Se trata de una escena íntima, que da un giro vertiginoso cuando Paul le pide a su mujer que si el hotel es atacado por los hutus que coja a los niños y suba a la parte más alta del hotel y se suiciden, que es mejor esa muerte que la que les tiene reservado un machete.

La historia de Terry George, además de homenajear al heroico Paul Rusesabagina, de mostrarnos el horror de las matanzas de los hutus contra los tutsis, también nos presenta en bandeja de plata la hipocresía de los países occidentales durante el conflicto. Ninguna potencia occidental intervino en el conflicto, sólo enviaron un puñado de tropas para sacar de allí a sus ciudadanos, y la ONU, presidida por el cobarde y desacreditado Kofi Annan, africano, además de no pedir tropas de interposición urgente y ayuda humanitaria para los afectados, miró para otro lado y redujo las tropas de 1200 a 270.

Supongo que poco más me queda por decir, pero aún voy a añadir unas palabras finales del director de Hotel Ruanda para que cualquier persona de bien no necesite de una película para salir a la calle y exigir a sus gobernantes que en este tipo de conflictos hay que estar en primera línea, y que cada hora que pasa el número de víctimas aumenta de forma exponencial: “Diez años después, políticos de todas partes del mundo han ido en peregrinación a Ruanda para pedir perdón a los supervivientes y, una vez más los mismos políticos prometen “nunca más”, pero está volviendo a suceder en Sudán, o en el Congo, o en algún lugar olvidado de Dios donde la vida vale menos que el polvo que pisamos; lugares donde hombres y mujeres como Paul y Tatiana nos avergüenzan a todos con su decencia y su valentía.”

5 comentarios:

Doctor Brigato dijo...

Yoli corazón... El destino es así... Sé como se siente una persona sensible y comprometida como tú, que dedica unos preciosos minutos de su tiempo en pensar en los demás, cuando se acerca a una película como esta.
Una vez que tu cuerpo entero está sensibilizado, está abierto de corazón a la realidad que le ha tocado vivir, ya nunca puede abandonar ese espíritu crítica, nunca. Yo creo que es preferible vivir despierto que dejar adormilar y caer el la complacencia que muchos nos quieren vender. Acerquemos la mano hasta dónde podemos y disfrutemos de la vida con una sonrisa, porque somos unos privilegiados, aunque tengamos nuestras preocupaciones.
Tus notas siempre son bienvenidas besos.

El Ratoncito Pérez dijo...

Lo triste es que no fue una diferencia de etnias entre hutus y tutsis pues no existía tal, sino que fue Bélgica la que impuso que aquellos que dispusieran de más de diez vacas serían tutsis y los de menos hutus. Los primeros gozarían de más derechos que los segundos, y el odio fue alimentado desde Europa, y Francia fue uno de los países que más aportó para que sucediese lo que sucedió, pero eso, claro no interesa que se sepa...

Doctor Brigato dijo...

El Señor Ratón tiene razón, recuerda los errores de una colonización salvaje y del papel que jugaron las antiguas metrópolis en ese proceso. También nos recuerda el nombre de algún país que miró hacia otro lado, aunque complices directos fueron muchos más. No interesa que se sepa lo que sucedió en realidad, pero para poder evitar nuevos sucesos desastrósos y trágicos como los que ocurrieron en Ruanda durante esos meses, hay que conocer la verdad.
Lo que no me parece de recibo es cargar con la culpa de unos compatriotas que en el pasado cometieron errores. Lo que importa es el aquí y el ahora: Darfur, Somalia, etc.
La sociedad civil tiene que exigir poco a poco a sus líderes que esos errores no vuelvan a cometerse. Y para eso hay que cultivar un espíritu crítico, tomar el pulso a tu sociedad en cada momento, y tener capacidad de reacción. La cobardía y el mirar para otro lado te convierte en cómplice. No somos simples vegetales, para algo tenemos algo encima de nuestros hombros.

EnLaOscuridadDeLaNoche dijo...

No la he visto, pero después de lo leído la veré.
Las cosas son siempre igual...los poderosos manipulan mientras la gente vuelve la cabeza y actúa como si las cosas no pasaran...
Con el "Es una pena sí, pero bastantes problemas tengo yo aquí para preocuparme de lo que pasa en otro lado..." esta dicha la justificación.
:-(

Anónimo dijo...

Esta película muestra una realidad edulcorada: quizá pensaban que una película gore podría asustar al espectador y fomentar críticas que acusaran de sensacionalismo. El sensacionalismo al hablar de Ruanda o de algún conflicto parecido no existe: se mató a un millón de personas en 180 días pero, no mostremos imágenes crueles o sangrientas para que el espectador no se ofenda.

Por otra parte tampoco se muestra la parte de culpa "tutsi" (no me gusta meterme en esa ficción etnicista), del actual Presidente Kagame, pintado como el liberador y justiciero del Genocidio, acusado de crímenes de guerra contra hutus que no tenían ninguna culpa de lo que se hizo. Es como pretender que en la Alemania nazi TODOS eran demonios con su rabo y sus cuernos y que hubiese estado justificado un contra-genocidio judío (pueblo que, por otra parte, ha tomado su venganza particular contra Palestina). Sin hablar de las implicaciones del FPR de Kagame en los atentados presidenciales que iniciarón el genocidio posterior.

En cuanto el culpabilismo occidental por la colonización: es algo absurdo. Nosotros no participemos ni en el tráfico atlántico de esclavos (que "robo" a 11.000.000 de personas de su tierra) ni en la colonización mosquete en mano. Si, son actos terribles pero basta de culpabilizarnos. No obstante y desgraciadamente, la culpabilidad occidental se renueva con hechos actuales: el neocolonialismo empresarial, la indiferencia y desensibilización, la desinformación mediática por intereses de geopolíticos...