miércoles, abril 19, 2006

TEATRO. EL RINCON DE GORDON CRAIG. La hija del Capitán. "Género chico".

De Ramón María del Valle-Inclán.
Con: Rosa Manjón, Antonio Lafuente, Javier L. Patiño, Ezekiel Iturralde, Andrés Requejo, Patricia Delgado, Igor Llaguno, Nuria Alonso, Juan Carlos Martínez y otros.
Dirección: Jesús Asensi.
Madrid, Teatro Guindalera. 2 de abril de 2006.

El pretexto, si puede llamarse así, para la escritura de esta obra se lo proporcionó al dramaturgo un truculento suceso que había mantenido en vilo a la ciudadanía madrileña diez añosatrás: el crimen del capitán Sánchez y las circunstancias y dificultades que rodearon su esclarecimiento habida cuenta de la pertenencia del asesino a la familia militar. Aún con importantes variaciones -por ejemplo, el autor del crimen en la obra no es un oficial del ejército sino un golfo, pretendiente de la hija del capitán Sinibaldo-, Valle incorporó muchos detalles concretos de la investigación sobre el caso y se las ingenió para escribir, en plena dictadura de Primo de Rivera, una encendida sátira política llena de alusiones a los jerarcas del Directorio, al golpe mismo y a sus motivaciones, que fue, obviamente, considerada vejatoria y disolvente por el gobierno y retirada de circulación inmediatamente.

La obra es una crítica durísima en la que ponía en solfa al estamento militar, retratando a altos mandos del ejército como seres depravados, inmorales y corruptos, dispuestos a encubrir sus desmanes escondiéndose tras un trasnochado concepto del honor y arropándose en la bandera del patrioterismo; pero tampoco escapan mejor parados el monarca, y el resto de instituciones y fuerzas sociales que apoyaron el golpe, que resultan ferozmente parodiadas en la última escena en la que el rey Alfonso XII es aclamado por la multitud a su llegada a la misma estación de tren en la que están esperando para fugarse con su botín el Golfante y la Sini.

Una visión grotesca y esperpéntica de la España de principios de siglo XX, que me temo no logra trasmitir este espectáculo de Jesús Asensi sino en sus aspectos más epidérmicos, envuelto como está todo el montaje en un costumbrismo de opereta. Es verdad que el texto de Valle rezuma por los cuatro costados localismos propios del lenguaje del Madrid castizo de la época y la jerga de los hampones, de los plumillas o de los gitanos; y es verdad que tiene una cierta estructura y tono folletinescos, pero eso no lo convierte en un sainete. La ambientación musical de época –abusiva-, y una cierta complacencia en los detalles folclóricos y pintorescos en la puesta en escena y en la construcción de los personajes desactivan la carga crítica del texto dando lugar a algo que no pasa de ser una farsa bufa próxima a las manifestaciones propias del género chico.

Tampoco ayuda nada ese preliminar con imágenes de cámara oculta de un grupo de párvulos ignaros en su clase de Sociales intentando inútilmente esclarecer el concepto de dictadura, ¿para qué? ¿Para justificar el igualmente prescindible, cuando no manifiestamente sesgado epílogo, un “montaje” de imágenes del NO-DO fundidas con las del general Mena?. Creo que el texto de Valle es sobradamente elocuente por sí mismo si uno es capaz de escucharlo con suficiente atención y no necesita de aditamentos clarificadores, que, a lo peor, no hacen sino desvirtuarlo.

Gordon Craig.
5-IV-06.

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