jueves, enero 19, 2006

PORTULANOS. Mi pancarta.

PORTULANOS. Mi pancarta, por Ignacio García May.
[Una vez más IGM clarividente. Yo también echo en falta a muchos tras una pancarta. ¡Desmascarémosles!][Columna publicada en El Cultural el jueves 19 de enero de 2006.]

Se suele afirmar de nosotros, los teatreros, que sólo hacemos política cuando nos conviene, o cuando el tema a tratar está lo suficientemente distante, geográfica o ideológicamente, como para no jugarnos nunca el cuello aunque parezca que sí. En un país donde la cultura no depende del talento, del conocimiento, ni de la profesionalidad, sino de los amiguetes que uno tenga repartidos en el poder, (Santiago Segura sabía lo que se hacía cuando le puso el nombre a su productora) es lamentablemente normal que la gente actúe así. Debe ser por eso por lo que no se escucha ninguna voz de nuestra profesión comentando las cosas que están pasando; y pese a que un protagonista puntual e involuntario del asunto haya sido “uno de los nuestros”, Albert Boadella, acusado por el nacionalismo catalán de traidor; el Aarón Burr de la Costa Brava, vaya. Que yo sepa, Boadella, que no es amigo mío, estaba defendiendo libertades en este país cuando la morralla de Terra Lliure, hoy reconvertidos en burgueses gordos y calvos con coche oficial y modales de parvenu, se dedicaba a explotar bombitas por ahí. Pero El Juglar es hombre admirado, envidiado y odiado a partes iguales, así que, como estos son tiempos de canallas, más de uno hasta se alegrará de verle en el brete.

Exceptuando la ADE, que ha felicitado las pascuas con una tarjeta de inequívoco mensaje integrador (y Juan Antonio Hormigón no es precisamente de derechas), los profesionales callan ante el conflicto del Estatut, como si no fuera con ellos. Personalmente, y más allá del episodio concreto, me abochorna profundamente un socialismo tan dispuesto a defender en público aquello en lo que no cree en privado; un socialismo en el que nadie se atreve a salirse del discurso oficial por miedo a ser acusado de facha, antidemócrata, o cosa así, como si no fuera la autocrítica la base misma del pensamiento de izquierdas; un socialismo tan ansioso de pactar con los mismos tipos que solucionaron la crisis del Carmel acusándose unos a otros de cobrar comisiones que luego no tuvieron huevos de denunciar. A mí me gustaría escuchar lo que opinan mis colegas sobre todo esto. En cuanto a mi pancarta personal, ahí queda.

Ignacio GARCÍA MAY

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