domingo, julio 03, 2005

VALIANT.

El domingo quedé con el Neng de la Pradera y Angelillo, un colega del susodicho documentalista “superstar” del Museo de Ciencia y Tecnología (¿cómo se dirá en gallego?), para ver Variant, la última película de animación de los creadores de Shrek.
El Neng, saltándose su británica puntualidad de siempre, me hizo sufrir lo suyo en la entrada del cine. Se trataba de una película de dibujos animados, en sesión matutina, un domingo. Todos los alrededores del cine estaban llenos de esas pequeñas criaturitas que inundan los parques y las calles porque ya están de vacaciones. Pues el otro día los había de todos los colores y tamaños, rodeándome a la puerta del cine Proyecciones, en el 136 de la calle Fuencarral.
No sé que tipo de intuición me hizo comprar después de aparcar el Astra Tunning, el periódico dominical, con el engorro que supone llevar en la mano todos los suplementos que aderezan al diario los domingos. Me escondí entre las hojas del “paper” y juro que no pestañeé hasta que el mostoleño apareció. Pues el caso es que me dio tiempo a darle dos vueltas, y empezar con el Magazine, antes de que el Neng y su fiel escudero hicieran acto de presencia. El Neng, una vez más, haciendo gala de su olfato perruno, de lebrel leonés de pura cepa, para orientarse, aparcó en Fuencarral, cerca de Tribunal, y en vez de ir dirección Quevedo, se dirigió, cuesta a bajo, hacia Gran Vía. No sé cuando se dieron cuenta del error, pero el pobre Angelillo llegó a la puerta del cine sin aliento. Propongo a Sergi como candidato para formar parte de la lista de peores “guías” de la historia, y entrando con fuerza y sumando muchos enteros.
Unas líneas sobre la película. La peli está divertida, es para niños, pero tiene algunos puntos buenos. El argumento se puede resumir en: unos palomos se alistan en las filas de la RAF “palomil” británica durante la II Guerra Mundial y los envían al frente para cumplir una misión acechados por los “halcones” alemanes. Uno de ellos, llamado Bugsy es el más cachondo de todos, a parte de sus chistecillos, a nosotros nos cautivó por el hecho de que era un cerdo integral, no se lavaba nunca, llevaba un pestazo de la hostia, de hecho, durante la proyección, siempre está rodeado por un enjambre de moscas que le siguen allá donde va. Sólo será una casualidad sin maldad, pero nos recordó a nuestro querido y buen amigo Chasky, que empezó a fraguar su leyenda “negra” en aquel viaje a Salamanca, a tierras de Mancuso el Charro de Getafe.

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