viernes, junio 12, 2015

LIBROS. "Las vidas de Dubin" de Bernard Malamud.

Hace poco se editó un volumen de cartas de Saul Bellow. Muchos de los personajes que allí  aparecen no son muy conocidos para el público español, pero hay algunas cartas que Bellow compartió con algunos otros escritores amigos, entre ellos Bernard Malamud, que vale la pena disfrutar. El premio Nobel de 1976 me acercó a Malamud a través de las misivas que ambos intercambiaron. Bellow despertó algo en mi que es difícil de expresar, digamos que vivo de otra manera desde que he leído al narrador de Chicago. ¿Y si eso me había regalo Below porque no me lo iba a ofrecer Malamud?

Comencé mi paseo literario junto a Malamud de la mano de “El dependiente”, una historia triste, dura, pero conmovedora y entrañable. Más tarde encontré por casualidad en la biblioteca familiar un libro que mi padre compró hace tiempo: “Las vidas de Dubin”.

Dubin es un escritor de biografías que se ha enfrentado a grandes personajes: Lincoln, Thoreau, Twain, etc. Pero en esta ocasión está escribiendo sobre D.H. Lawrence. Dubin, casado con una viuda y con dos hijos, ve como su vida da un vuelco cuando se cruza con él, Fanny, una joven alocada e inmadura, que se enamora del escritor.

El neoyorkino nos adentra en el mundo del escritor a través de esta novela. A través de Dubin conocemos cómo los estados de ánimo influyen en la escritura, cómo llegan sin avisar los “bloqueos” de los que uno no es capaz de escapar, y con qué intensidad se viven las grandes tardes, mañanas y noches de insomnio, en las que a uno le visitan las musas y no se puede parar de escribir. Pero, Las Vidas de Dubin es mucho más que todo esto, es el amor, el amor tardío, son los celos, es la consciencia de que la muerte se acerca, es la educación de los hijos, es la infidelidad y sus consecuencias.

Para Malamud la escritura no tiene límites, su estilo se basa en la libertad absoluta; comienza a narrar, y salta de atrás adelante, y de delante hacia atrás, los personajes van enriqueciéndose página a página, y van cargándose de dudas, enfrentándose a continuos momentos de incertidumbre. Tú, lector, sufres con sus personajes, ves que van a tomar la decisión equivocada, pero no puedes hacer nada para que cambien de opinión. Pero también Malamud nos regala algunos brillantes momentos dónde su ácido humor nos permite esbozar una pequeña sonrisa.

Una gran novela, sin lugar a dudas. El gran Bellow,  sostiene en un carta que dirige a Malamud, tras disfrutar de Las Vidas de Dubin, que: “veo mejor desde que leí a Dubin; estoy demasiado agradecido por el placer que me has dado; un libro de primera clase desarrolla en mi órganos que llevo en estado de latencia o ceguera"

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