miércoles, mayo 11, 2011

TEATRO. Tercer cuerpo (La historia de un intento absurdo). "Cruel y tierna".


De Claudio Tolcachir.
Con: Melisa Hermida, Daniela Pal, José María Marcos, Hernán Grinstein y Magdalena Grondona.
Teatro Timbre 4. Dirección: Claudio Tolcachir.
Madrid. Naves del Matadero.


Cualquier arte se encuentra profundamente enraizado en la realidad social de la que surge y de la que se nutre, pero ninguno de manera tan inmediata como el teatro. En la situación de profunda crisis política, económica y social por la que ha atravesado Argentina en los últimos lustros era previsible, casi inevitable podríamos decir, la emergencia de un teatro que diera respuesta precisamente a esa crisis moral y existencial. Un teatro de resistencia, alternativo e independiente, que ha cuajado en múltiples experiencias de índole comunitaria de las cuales este montaje de Claudio Tolcachir que se repone ahora en las Naves del Matadero es una muestra significativa.


Tras cuatro años de éxito de La omisión de la familia Coleman (estrenada en 2005) el montaje que comentamos sigue por la misma senda de acercamiento a una realidad marcada por la extrema penuria económica y por la desintegración de la identidad individual y social. De nuevo el mismo desangelado panorama de angustia e incertidumbre, sólo que ahora, la acción no se desarrolla dentro del reducto familiar sino en una destartalada oficina, un negociado perdido de la administración del estado donde tres funcionarios de un cuerpo probablemente a extinguir luchan por la supervivencia mientras comparten sus inquietudes y su soledad con una pareja cuya relación está al borde del colapso. Son cinco trayectorias vitales cuyos caminos en apariencia divergentes vendrán a encontrarse ineluctablemente al final de la obra como si fueran víctimas de un destino caprichoso y cruel.

Bajo el barniz de optimismo, cordialidad y buen humor, enseguida descubrimos la inseguridad y los temores de los personajes, y sus anhelos y frustraciones, que poco a poco, a medida que la acción se desarrolla, van ocupando un lugar preeminente revelándonos a unos seres indefensos y terriblemente necesitados de amor y comprensión. Héctor (José María Marcos), en su reciente orfandad parece el más desvalido de los tres; su coquetería súbitamente rejuvenecida ante la atención que le dispensa su sobrino Manuel resulta patética. La jovialidad de Sandra (Melisa Hermida) y su actitud comprensiva y conciliadora a duras penas ocultan la profunda herida de su maternidad frustrada y su tristeza y su amargura; el carácter extrovertido de Mónica (Daniela Pal), su presencia de ánimo y su activa resolución no la hacen inmune tampoco a los zarpazos de la soledad.

Se trata de un texto ingenioso y muy bien construido, con diálogos ágiles, muy vivos, de una rara espontaneidad, interrumpidos ocasionalmente por silencios terribles, más elocuentes si cabe que las palabras, vivificados por unos actores en estado de gracia que hacen un trabajo formidable. Y es que es quizá en lo no dicho, en los silencios, en las miradas, en la escucha, en esos segundos que preceden al habla en los que ya el gesto preludia lo que las palabras sólo vendrán a corroborar o a desmentir, donde se halla la clave y cifra del trabajo de un actor, la medida de su talento.

Una pieza, en fin, inteligente, jocoseria, sutil, caracterizada sobre todo por la proximidad y la cercanía, donde todas las barreras -léase el artificio de una falsa teatralidad- entre el actor y el espectador han sido suprimidas para que este último pueda relajar sus defensas, bajar la guardia y dar rienda suelta a sus emociones.

Gordon Craig.

Tercer Cuerpo. Naves del Español.

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