martes, mayo 24, 2011

TEATRO. Las más fuertes. "Dos mujeres al desnudo".


De Eusebio Lázaro.
Con: Ana Marzoa, Yolanda Ulloa, Eusebio Lázaro y Nazareth Vázquez.
Dirección: Eusebio Lázaro.
XXVIII Festival de Otoño en Primavera.
Madrid. Teatro Fernán Gómez.



Dos obras operan como referente de esta pieza dual de Eusebio Lázaro. De manera más explícita la cuasi homónima La más fuerte, de August Strindberg; de hecho, la primera parte se articula en torno a las desavenencias que se desencadenan entre un director teatral y la actriz, su pareja en la vida real, precisamente durante el periodo de ensayos de la obra del dramaturgo noruego. De un modo no tan evidente, o inmediato, si se prefiere, no dejan de manifestarse en la segunda parte de la obra (El premio) ecos de la honda y sombría reflexión sobre la condición del actor y sobre la naturaleza misma del teatro que lleva a cabo Chejov en El canto de cisne. El resultado es una obra que carece de unidad orgánica, incapaz de superar las dificultades que plantea el mestizaje de dos argumentos disímiles unidos exclusivamente por la circunstancia de que las protagonistas son dos actrices.

Vida y teatro, realidad y ficción, y las siempre difíciles relaciones entre los hombres y las mujeres dentro y fuera de la pareja, como marido y mujer, como director y actriz, ...: la eterna lucha estrindberiana por el poder; la condición del actor/actriz, el éxito, el fracaso, el reconocimiento, ... múltiples temas, en fin, que se acumulan de manera un tanto atropellada, vehemente sin duda, en un mare mágnum tras el que se adivina veladamente el deseo de ajustar cuentas con la profesión a la vez que se rinde homenaje a un autor muy querido y que se ofrece la posibilidad de unir en un mismo espectáculo a dos actrices de excepción: a Yolanda Ulloa y a la veterana Ana Marzoa.

En última instancia, frente a un texto demasiado cargado de ideas, de tesis, -aunque esconda aquí y allá, todo hay que decirlo, momentos de indudable valor dramático-, es el trabajo magnífico de estas dos actrices lo que salva el espectáculo. Dos mujeres valerosas, rebeldes, que desde etapas distintas de su vida y de su carrera artística se enfrentan a los mismos problemas, al único problema, cabría decir, de desentrañar el enigma de su identidad femenina en un mundo de hombres que todavía se resiste a mirarlas como a sus iguales. La respuesta de la primera, (la actriz encarnada por Yolanda Ulloa) es más lúcida, más cerebral la de una mujer entrando en la madurez, capaz de controlar sus emociones, que termina triunfando por su cuenta tras lograr superar la dependencia de su pareja. La respuesta de la segunda, la de una actriz en la recta final de su carrera a quien da vida Ana Marzoa, es la de una mujer más temperamental, más emotiva y que ha tenido que pagar un alto precio por su independencia para consagrarse a la pasión de su vida: la actuación; cuando por fin llega el reconocimiento, el premio, recuerda la indignidad y las humillaciones que ha tenido que sufrir por llegar a la cumbre y reacciona con una mezcla de desprecio y resentimiento hacia todo y hacia todos: los miembros de la profesión, el público, las instituciones. Sublime en su representación de la soledad, en el rescate de sus recuerdos, en su sarcasmo (¡y en la evocación de Ifigenia!), se desliza un tanto por la senda del histrionismo en un final de fiesta, frente al atril, quizá un tanto exagerado y grotesco.

Gordon Craig.

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