sábado, abril 11, 2009

ARTE. Hoteles del Arte.

[Discurso escrito con motivo de la presentación de la red Hoteles del Arte en España.]

Buenas tardes señoras y señores.

Antes de nada quería agradecerles su presencia y darles la bienvenida al Palacio de la Serna.

Me gustaría comenzar recordándoles un pasaje de la novela de Saul Bellow, “el diciembre del decano”, que seguro que muchos de ustedes han leído. Albert Corde, el protagonista del relato, se encuentra en Rumania porque la madre de su mujer, Minna, se está muriendo. Corde, decano de la Universidad de Chicago, mantiene una entrevista con el embajador norteamericano en Bucarest; necesita de su ayuda, en un país todavía dominado por la dictadura comunista. Durante el transcurso de la misma, en un momento dado, mientras Corde le explica al embajador porqué regresó a Chicago, le dice: “En Paris yo estaba demasiado ocupado, y cuando las ocupaciones lo cercan a uno, la filosofía, la poesía y las cosas así tienen que hacerse a un lado”.



Ese “París” que vivió Corde, es una clarividente metáfora de la sociedad que Bellow ya comenzaba a vislumbrar a comienzos de los años 80, la misma que ahora nos rodea a nosotros: un día a día lleno de prisas, de mil y una ocupaciones, y de horas y horas dentro de un vehículo, una voluntaria nueva forma de esclavitud.

Esas “cosas así, que tienen que hacerse a un lado”, según Corde, tienen que ser nuestro objetivo, señores. Los “Hoteles del Arte” tienen que intentar reencontrar al hombre, al huésped, con todo aquello de lo que nunca debió desprenderse: del arte, de la belleza, del descanso basado en el deleite de los sentidos, de lo inherente a la esencia del ser humano.

La sociedad postmoderna que nos rodea nos está haciendo creer que si adquirimos un teléfono móvil última generación, o llevamos puesta una camisa de la marca tal, que es lo más de lo más en los círculos más exclusivos, nos convertimos en seres dichosos, en los más virtuosos del mundo. Y, reconozcámoslo, eso no es así. Todos esos “añadidos”, son en realidad necesidades superficiales creadas por la insaciable sociedad de consumo imperante, falacias, engaños, mentiras que nos hacen olvidar que la esencia del ser humano se encuentra en otro lugar. ¿Recuerdan?, se trata de esa vieja idea de la “virtud griega”; para entendernos, la felicidad se encuentra en la sabiduría, en el disfrute de lo bello.

Podríamos definir a un artista como una persona que con una sensibilidad especial, nos muestra al resto de personas, una cara de la realidad a la que nadie nunca se había acercado, y nos la muestra además de forma gratuita a través de su obra. Transformémonos, pues, en artistas, y convirtamos a los Hoteles de Arte en impertinentes lugares donde las personas puedan echar el freno, al menos por unos días, y tengan la oportunidad de disfrutar de lo que en realidad vale la pena por estar vivos, el goce de sus sentidos. Nuestros hoteles serán refugios del Arte, que permitirán a nuestros huéspedes escapar de su furiosa cotidianidad, rodeados de jardines con eternos atardeceres, de una cuidada carta de platos con exquisiteces fuera de lo normal, con una bodega seleccionada de caldos, que tras el primer trago les conviertan en un Baco o una Afrodita, al menos por una noche. En resumen señores, que la excelencia de nuestros establecimientos, les muestre, a las claras y sin miramientos, que la realidad no es sólo lo que ellos conocen; que durante su estancia, el Arte les remueva las conciencias, o que los suma en un estado placentero que les permita huir de la vorágine de sus ciudades.

Para terminar, me gustaría añadir que no nos permitamos caer en la complacencia, y que de ninguna manera lleguemos a creer que como el “invento” ya está puesto en marcha hay que dejarse llevar y permitir que ande solo. Hay que tener siempre en cuenta que “Hoteles del Arte” es un proyecto vivo, y como tal hay que alimentarlo constantemente, con nuevas ideas, con iniciativas novedosas, con contribuciones arriesgadas.

Otra vez, para concluir, voy a citar al irreverente Bellow. En esta ocasión se trata de un fragmento de la entrevista que el premio Nobel concedió al escritor británico Martín Amis. Ambos se citan en la antesala del “Arts club” de Chicago. Bellow le dice a Amis, mientras los dos se dirigen hacia el comedor: “como ves esto no es en absoluto un club de las artes; hay un Braque, un De Kooning, un dibujo de Matisse. Pero es sólo un club de almuerzo para amas de casa elegantes”. No permitamos, bajo ningún concepto, que nuestros Hoteles se conviertan en clubs de almuerzo para amas de casa elegantes.

Muchas gracias.

Hoteles del Arte.
Convento de San Pablo, Redondo, Portugal.
Palacio de la Serna, Ciudad Real, España.
Hotel Nautilus, Lanzarote, España.

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