lunes, noviembre 24, 2008

TEATRO. EL RINCON DE GORDON CRAIG. El gordo y el flaco. "Pas à deux".

.
De Juan Mayorga. Con: Víctor Duplá y Luis Moreno. Dirección: Carlos Marchena. Madrid. Sala Cuarta Pared. 8 de noviembre de 2008.



El Gordo y el Flaco no pretende llevar a cabo una reconstrucción documental de esta conocidísima pareja de cómicos que junto a Charlot, por ejemplo, o a los hermanos Marx, integran la lista de celebridades de los gloriosos inicios del cine hablado americano, ni recrear ninguna de sus películas, (ni siquiera tienen su mismo aspecto físico), aunque su mera evocación conlleva un cierto tributo de gratitud hacia esta inolvidable pareja vinculado probablemente a experiencias personales del autor. Me inclino a pensar que, como en el caso de Copito de Nieve, Juan Mayorga procede a una degradación del mito por medio de la parodia, en una operación de desmantelamiento de los tópicos surgidos en torno a dichos mitos que se han alojado en el imaginario de los espectadores.

De nuevo encontramos en esta pieza de Mayorga esa mixtura de realismo y simbolismo tan característica de su teatro, obras que desarrollan conflictos que trascienden la anécdota particular, -aquí, la de dos actores en paro que esperan inútilmente la llamada de un empresario-, y que son susceptibles de una interpretación simbólica, universalizadora, sobre la condición humana, en nuestro caso, sobre como el tiempo corrompe las relaciones de pareja y la convivencia se trueca en una suerte de parasitismo malsano que acaba por convertir la vida en común en un infierno.

Antes que réplicas del atrabiliario Laurel y del mojigato Hardy, aunque comparten con ellos el hecho de ser actores y algunos rasgos de carácter, el Gordo y el Flaco son más bien una especie de Vladimir y Estragón reencarnados; como ellos, esperan la aparición de algo que de sentido a su vacía existencia, mientras rememoran días mejores y consumen su vida en acciones reiteradas y sin sentido en las que encuentran, eso sí, oportunidades para zaherirse y maltratarse mutuamente. El paisaje desolado de Esperando a Godot, es ahora una desnuda habitación de hotel donde cohabitan voluntariamente exiliados del mundo exterior ambos protagonistas, embarcados en la imposible tarea de reconstruir una identidad perdida, el ideal de la proporción exacta de gordura-y-delgadez que una vez encandiló a los productores y que ahora se diluye inexorablemente con el paso del tiempo.

Creo que Carlos Marchena ha acertado con el tono entre irónico y paródico que imprime a la puesta en escena, también con la atmósfera un tanto deprimente que impregnaba las películas de este inseparable binomio. Y los actores, desde luego, hacen una creación magistral de sus respectivos personajes, sirviéndose de un inventario inagotable de recursos de la comicidad gestual y corporal que se avienen bien con el humor de situación que empapa la acción y con ciertos ribetes de la poética del absurdo -otra de las influencias que exhibe, a mi juicio, este texto de Mayorga-, presentes en muchos diálogos.

Un montaje sobrio, en fin, desnudo de artificio, que persigue una teatralidad esencial, con un lenguaje muy plástico y una técnica de actuación depurada que transmite, mientras nos hace reír un rato, el sabor amargo de la derrota, el drama de dos seres muy próximos a nosotros cuyo universo vital de valores, ilusiones y experiencias compartidas se resquebraja sin que puedan hacer nada por evitarlo.

Gordon Craig.
10-XI-08

Cuarta Pared. El gordo y el Flaco.

No hay comentarios: