viernes, abril 04, 2008

TEATRO. EL RINCÓN DE GORDON CRAIG. En la Toscana. "La felicidad bien vale un sms".

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De Sergi Belbel.
Con: Jordi Boixaderas, Cristina Plazas, Lluís Soler y Lluïsa Castell.
Teatro Nacional de Cataluña. Dirección: Sergi Belbel.
Madrid. Teatro de la Abadía. 14 de Marzo de 2008.



Se caracteriza el teatro de Sergi Belbel por la inmediatez de los conflictos planteados, que inscribe en la más absoluta cotidianidad; por ello sus personajes nos resultan extremadamente cercanos y familiares, incluido el sesgo un tanto absurdo de sus conductas y su condición de juguetes de una especie de fatum malévolo que se complaciera en reírse de sus debilidades, castigar sus errores, y poner chinitas en los engranajes de su felicidad.

En esta ocasión las “chinitas” toman la forma de algo mucho más sofisticado, un minúsculo artefacto de apariencia inocua pero de efectos deletéreos para el funcionamiento de esa maquinaria perfectamente engrasada (éxito, amor, dinero, ...) que era la vida en común de Marc y Joana. En efecto, lo han adivinado, estoy hablando de un móvil. Pero ¡qué digo móvil!, un simple y modesto mensaje de texto, a partir de cuya imprudente lectura nuestro, hasta ahora, equilibrado y satisfecho Marc (Jordi Boixaderas) va a entrar en un progresivo proceso paranoide que pondrá en peligro su relación con Joana (Cristina Plazas).

Para plasmar tal proceso la acción se articula en dos planos contrapuestos, el plano “real” y el ficticio (el convulso y desasosegante universo de las pesadillas de Marc), desarrollándose en una rapidísima sucesión de escenas perfectamente sincronizadas, que se solapan sin apenas transiciones y que mantienen en todo momento la tensión dramática alimentando el conflicto con nuevas situaciones, hilarantes, a veces, de extremo dramatismo algunas, extravagantes otras, en un patrón de desarrollo de la acción que se hace, sin embargo, un tanto reiterativo

Efectista y alambicada, la obra funciona, no obstante, sustentada en tres pilares: la hábil dirección de actores, un espléndido espacio escéncio-escenográfico firmado por Max Glaenzel e iluminado por Kiko Planas, que en su versátil funcionalidad viene a ser como una metáfora de ese nuevo tipo de relaciones interpersonales “de diseño”, también, que se están instaurando cada vez más en nuestras sociedades de consumo, y sobre todo, merced al riguroso trabajo de los actores, obligados a transitar sin descanso del registro naturalista, que conviene al plano real del desarrollo de la acción, a otro hiperrealista, en que los personajes muestran brutalmente, sin la censura de la vigilia, sus pulsiones más vehementes y sus más inconfesables deseos, dando lugar a estampas de genuina factura tragicómica.

Gordon Craig.
16-III-2008.

En la Toscana. El Cultural.

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