lunes, marzo 03, 2008

TEATRO. PORTULANOS. “Hay motivos”.

.
[Reproducción de la columna “Portulanos” de Ignacio García May de El Cultural del 21 de febrero de 2008. En esta ocasión también “hay motivos” para reproducir para todos vosotros la columna de García May, una vez clarividente y pertinentemente oportuno. ]

Guardo una copia de la ficha policial que muestra a Meyerhold tras su detención, el 20 de junio de 1939: uno de los mayores talentos teatrales del siglo XX inmortalizado como criminal, de frente y de perfil. Le acusaron de espiar para los japoneses, pero su único crimen fue resistirse a la censura impuesta por esa bestia asquerosa a la que se conoce como Stalin, el Hombre de Hierro, al que algunos todavía se atreven a defender. Meyerhold fue activo partidario de la revolución, e incluso corrió el riesgo de hacerse miembro del partido bolchevique cuando ni siquiera se sabía cuál sería el futuro de la Unión Soviética, o si ésta tenía, siquiera, futuro. Como artista y como ciudadano fue un hombre de compromiso y de progreso. Por esas mismas razones le metieron en una celda, le torturaron y le fusilaron. La Gran Enciclopedia Soviética se negó a incluir su nombre hasta 1957, dos años después de que se revisara su caso y se le considerase inocente de los cargos que se le habían fabricado. No sé dónde está hoy la trinchera del compromiso, porque la desfachatez lo difumina todo y el mundo se ha puesto del revés: los banqueros miman a los gobernantes socialistas, las ONGs se embolsan el dinero que debería aliviar la pobreza del tercer mundo, y los actores de izquierdas nos sermonean sobre la honestidad moral mientras posan con un chihuaua en la portada del Squire o hacen anuncios para compañías de préstamo usurario. Aunque acaso sea ingenuidad sorprenderse: ya hace tiempo que Chris Marker nos recordó que el fiscal general de Hitler era un ex comunista y el de Stalin un antiguo zarista. Algo tengo claro: manifestarse en apoyo del poder y pretender hacer pasar esa maniobra por compromiso es una acción de un cinismo inaceptable, una falsificación del concepto mismo de compromiso, y una traición a todos los que, como Meyerhold, se dejaron alguna vez el pellejo por enfrentarse, precisamente, al poder, en nombre de los que no lo tienen. Hay motivos, sí: pero para avergonzarse.

Ignacio GARCÍA MAY

No hay comentarios: