viernes, junio 15, 2007

TEATRO. La hija rebelde. "El sueño de la revolución".


Sobre textos de José Pedro Castanheira y Valdemar Cruz.
Versión escénica Margarida Fonseca Santos.
Teatro Nacional D. María II. Portugal. Dirección Helena Pimenta.
Escenografía: José Manuel Castanheira.
Con: Alexandre Ovido, Amilcar Azenha, Ana Brandao, Anabela Teixeira, Bibi Gomes, Célia Alturas, Eurico Lopes, Jainme Vishal, Joana Brandao, José Henrique, Lidia Franco, Manuel Cohelo, Marqués d’Arede y otros.
Madrid. Teatro de Madrid.


¿Cómo no dejarse seducir por la aureola romántica de esta auténtica heroína de nuestro tiempo, que teniéndolo casi todo, amor, juventud, belleza y una envidiable posición social, todo lo abandona por entregarse en cuerpo y alma a la causa revolucionaria? No conocemos la novela de José Pedro Castanheira y Valdemar Cruz, A fihla rebelde, narración documental que constituye el sustrato argumental del espectáculo que comentamos, pero no nos cuesta trabajo imaginar el poderosísimo atractivo que habrán tenido para la joven y aguerrida directora Helena Pimenta rastrear la “conversión” a la fe revolucionaria de la protagonista, la dulce y temperamental Annie Silva y bucear en el sugestivo contexto histórico y social en que tal proceso se desarrolla y que tan estrecha relación guarda con muchos de los episodios de nuestra propia historia reciente. Había, además, imaginamos, al menos otras dos buenas razones para aceptar este trabajo: la posibilidad de colaborar con el maestro de escenógrafos que es José Manuel Castanheira y la de dirigir al numerosísimo y espléndido elenco del Teatro Nacional de Portugal. ¿Qué más se puede pedir?.

El resultado, desde luego, está a la altura que tal conjunción de circunstancias favorables prometía. Helena Pimenta sale airosa del embate y construye un hermoso espectáculo lleno de sensibilidad, de colorido y de entraña humana, revelándose de nuevo como una disciplinada directora de actores (que se desenvuelve con idéntica soltura en las escenas íntimas y en las corales) y como una consumada creadora de atmósferas.

Annie Silva -por más señas, hija del Mayor Fernando Silva, último director de la PIDE, el órgano represor de la policía durante el régimen salazarista-, es la protagonista absoluta de la obra y constituye por sí sola un símbolo de todas las rebeldías: la rebeldía de la hija contra los padres, la rebeldía de la mujer frente al hombre y marido que le proporciona la seguridad a cambio de sumisión y de una vida regalada, la rebeldía contra los convencionalismos, pero también la rebeldía ante el totalitarismo y la injusticia social, lo que en última instancia la conducirá abandonar la familia, el hogar, el lujo y las comodidades para abrazar la que había de ser la última utopía de la modernidad y zambullirse en esa especie de camaradería universal, de hermandad mística de los primeros años del castrismo antes de corromperse y convertirse en la hedionda dictadura que todos conocemos.

Rebeldía que no se salda sino a costa de frecuentes encontronazos con sus amigas, con el marido y con sus progenitores -sobre todo con la madre-, y a costa de una denodada lucha interior para encontrar un sentido a su vida más allá de la anodina y estéril reiteración de actos sociales estereotipados, siendo esos sucesivos y contradictorios estados de ánimo los que jalonan la evolución psicológica de la protagonista –estupenda la actuación de Ana Brandao- y los que constituyen los momentos más intensos del montaje.

En conjunto el espectáculo es de una factura excelente, con un trabajo de actuación de altísimo nivel -pese a la barrera del idioma-, con un cuidado vestuario y con ambientación rigurosa y llena de contrastes que ofrece múltiples oportunidades para el disfrute de los sentidos, con todo cabe recordar algunos cuadros que por su intenso valor simbólico y por su belleza plástica merecen ser recordados, como la lámpara caida, como símbolo de la caida del régimen de Salazar, o la extrematapatetismo de la hora final de Annie y su sueño con el reencuentro con el Che descolgado su vestido.

Gordon Craig.

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