jueves, febrero 22, 2007

DIEZ LÍNEAS A PIE DE MAR.

[Hace ya un tiempo, un par de meses, unas cuantas semanas, pedí a un buen amigo, recién llegado de Costa Rica, que en unas cuantas líneas me describiera lo que en ese pequeño país centroamericano había descubierto, había sentido, había vivido. Ya pasado un tiempo prudencial de espera había desesperado y creía que la proposición había terminado en nada. Pero no fue así, para deleite de todos, hoy a buena hora llegó un mensaje para mi con unas hermosas líneas que exhalan frescura, sentimiento y alegría. No voy a añadir nada más, os dejo con el aire que vino de Costa Rica, y no para pasar y no volver, sino para quedarse, en su corazón, y en parte del nuestro. Gracias.]

Díez líneas a pie de mar.

Recuerdo que mi ojo se perdió, una vez, en el horizonte del Caribe, frente al océano. Varios días antes cuando aterrizamos cogimos un todoterreno siguiendo la Interamericana arriba y los bosques espesos, la catarata y su cráter, los puentes sobre las ramas, las caídas libres en cables, la sierra de Talamanca, los rápidos de los ríos, las copas de los árboles azotados por monos, el río de Tortuguero y otras aguas termales, el rugir del Atlántico de noche, los corales, el todoterreno y sus pistas, la supervivencia de las tortugas, los perezosos, las playas del Caribe, los bancos de peces, Parque Jurásico, el chino de Cahuita, los casados, el gallo pinto, Manuel Antonio y su arena de playa pacífica. Y de noche el volcán durmió exhalando un tórrido aliento. Seguimos Interamericana abajo con las habitaciones compartidas, Internet, la humedad, los paseos en barco, la pequeña tortuga que alcanzó la eternidad del mar, el cabreo de mi hermano, el puesto de policía, el miedo al océano, el “esnorquel”, las camas de Tinas Cabinas, las risas en la comida, la fruta al desayunar, el cansancio de conducir, el cabreo por decir, la ilusión de un atardecer y la rutina en el stress, todas fueron experiencias de un camino, cruzando el mar. Los cantos y sonidos del Bosque Nubloso seguirán anidando entre las rizadas lianas de mi pelo y no se me van a escapar. Un mes después quedamos un domingo de otoño por una Latina de primavera parte de esta tripulación. En nosotros persiste un poso de recuerdos de pura vida, de vivencias. La sonrisa nos invadió todo ese día. Lo malo se lo llevó el mar.


MACA

2 comentarios:

chuliMa dijo...

Impecable.
Ruegale que te describa algo más.
Shaluditos pa ti

EnLaOscuridadDeLaNoche dijo...

Me han entrado ganas de viajar...
;-)