martes, noviembre 28, 2006

TEATRO. EL RINCÓN DE GORDON CRAIG. ¡Nasdrovia Chejov!. "Trágicamente divertido".

Espectáculo sobre textos de Antón Chejov.
Con: Isidoro Fernández, José Ramón Soroiz, Teresa Calo, Naiara Arnedo, Eriz Alberdi y Dorleta Urretabizkaia.
Dramaturgia: Alberto Iglesias. Dirección: Fernando Bernués.
Guadalajara. Teatro Moderno. 17 de noviembre de 2006


Muchas compañías de teatro se han visto tentadas por el potencial dramático, tragicómico, de los relatos y de las piezas breves de Chejov, el infatigable satírico de la vida cotidiana de la Rusia profunda, el gran maestro de la ironía, el incisivo analista de la psicología humana. En este mismo escenario del Teatro Moderno, hace unos pocos años -antes incluso de su reforma-, la legendaria compañía madrileña Zascandil puso en escena bajo el título genérico de La boda dos de sus piezas breves más celebradas, una de las cuales volvimos a ver anoche. Y es que la obra de Chejov, como dijo su compatriota Constantin Stanislavsky, es un manantial inagotable de teatralidad.

De los cinco relatos breves que este montaje dramatiza, al menos dos de ellos, La petición de mano y La criatura indefensa, la primera con título homónimo y la segunda con el título de El aniversario, vieron la luz también como piezas dramáticas, lo cual, supongo habrá facilitado la labor de adaptación, trabajo, que en estos dos casos, al menos, tiene su lado positivo y su lado negativo. El positivo es el esfuerzo de síntesis para salvaguardar las líneas esenciales del conflicto; el negativo es que nos priva de las sutilezas y del complejo y articulado desarrollo de la acción dramática de los textos originales.

Si lo que se quiere, empero, es subrayar el lado humorístico de las obras, el efecto parece haberse conseguido, a juzgar por la respuesta del público, que salvada la frialdad del inicio del espectáculo, acompañó con sus carcajadas la mayor parte de la representación. Recursos de la comicidad, no les faltan a estos actores, sobre todo a los que encarnan a los personajes de Misha y de Chejov que exhiben un variado repertorio de recursos de la teatralidad primaria, incluido un nada desdeñable control de la dicción y del gesto.

Ignoro el sentido que tiene llenar el espacio de cajas/bahules de gran tamaño, que invaden prácticamente todo el escenario del teatro, ya de por sí de reducidas dimensiones, que dan sensación de agobio y limitan las posibilidades de movimiento de los actores. Y otro tanto puede decirse del acopio que hacen de instrumentos musicales de cuerda, aunque hay que conceder que los acordes de violín que suenan de fondo en los monólogos de Las tres hermanas en la escena del casting, o el acompañamiento del chelo en el encuentro de los amantes en el parque, al final de El seductor, coadyuvan no poco a resaltar el lirismo de ambas escenas, subrayando respectivamente la emoción que provoca la actuación de la neófita y el desvalimiento y la entrega de la esposa seducida poniendo un contrapunto patético al terrible dilema al que se ve enfrentado Piotr Semiovich.

En fin, un buen trabajo de conjunto que, pese al excesivo afán por conseguir a toda costa la risa del público y su beneplácito, creo que logra mantener a raya, las más de las veces, a los dos enemigos mortales de un humor bien entendido: la caricatura y el histrionismo.

Gordon Craig.
18-XI-2006.

2 comentarios:

Ros dijo...

en guada, closer. diez y once de enero!!!!!

Doctor Brigato dijo...

gracias