La causa fue un rayo. Un maldito rayo que cayó sobre un rastrojo recién segado. El fuego comenzó en unos minutos. Cuando mi padre y yo llegamos ya estaba allí una patrulla de la Guardia Civil. Los dos agentes eran los únicos que estaban intentando sofocar el fuego. En seguida nosotros pertrechados de una ramas de retama recién cortadas nos unimos a ellos. Al rato llegó un tractor y sin dudar se puso en marcha. Hacía falta realizar un cortafuegos, de ninguna manera el frente de fuego debía cruzar la cañada merina: al otro lado todavía quedaban varios parcelas sin cosechar: el trabajo y el dinero invertido en todo un año se podían reducir a cenizas en unos segundos.
Pasó una media hora cuando el primer equipo de retén de incendios llegó a la zona. Se trataba de una cuadrilla de seis personas a bordo de un Land Rover pertrechados de unas mochilas con agua y de unas palmetas de plástico. Ese era todo su material, a parte de unas “bombas” que asustaban más por su nombre que por su efectividad. Al poco empezaron a llegar más vecinos del pueblo, más tractores, un agente “medioambiental” y una motobomba con un depósito de 300 litros. Los bomberos llegaron casi tres cuartos de hora más tarde.
A las dos horas del comienzo del fuego, el incendio estaba controlado. Ya había tres coches de bomberos, dos retenes, dos motobombas y muchos vecinos. Al principio entre cuatro personas casi pudimos controlar el incendio pero un repentino cambio de aire convirtió en baldíos nuestros esfuerzos. Con más medios pero con una desorganización pasmosa el fuego se hizo fuerte en unos minutos.
El fuego es muy traicionero y difícil de controlar, pero ayer se puso de manifiesto una vez más que no estamos preparados para sofocarlo con garantías y de una manera rápida y eficaz en Castilla La Mancha. Los retenes siguen estando formados jóvenes inexpertos que ponen trabajo y ganas pero no profesionalidad. Las motobombas son de risa: 300 litros, y los equipos de verdad, los bomberos llegan tarde y sus efectivos son reducidos. Cuando se va a cumplir un año de la caída de todos los miembros del retén de Cogolludo en el incendio que asoló los Pinares de Ducado en Guadalajara en 2005, las cosas han cambiado poco. Y los responsables políticos que gestionaron la crisis de forma tan funesta todavía siguen en sus puestos. ¿Hasta cuando?
[Justicia y Verdad sobre el Incendio en la Riba de Saelices, Guadalajara, julio de 2005. Homenaje a los 11 muertos caídos del Retén de Cogolludo. Merce sigues muy presente en mi corazón]
2 comentarios:
Me temo que no sólo pasa en Castilla la Mancha...
Cuando una desgracia ocurre, todo son promesas de que no se repetirá, de que se tomarán cartas en el asunto...
Pero una vez ha pasado el boom inicial de reportajes en los medios, todo pasa a segundo plano, la gente, la gente que no estuvo allí, que no conocía a nadie, aquella que no ha vivido algo parecido, olvida...
Y las cosas no mejoran, y la historia se repite y nadie hace nada.
Así es como suceden las cosas... Supongo que por fuerza de repetirlo no se soluciona nada, pero al menos te queda algo dentro de ti que dice que lo que has hecho lo has hecho de corazón. Es lo que está en tu mano: no olvidar.
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