miércoles, diciembre 07, 2005

TEATRO. “Flechas del Ángel del Olvido” de José Sanchís Sinisterra.

Esta vez José Sanchís Sinisterra y el Teatro de La Abadía, nos presentan, Flechas del Ángel del Olvido, una reflexión sobre la memoria, una invitación a volver a los recuerdos o a “formatear” lo vivido y empezar de nuevo. Sanchís Sinisterra pretende adentrarnos en el mundo de una generación, la actual, que no tiene claros sus fines, no encuentra los alicientes para seguir un camino u otro, que muchas veces se siente perdida, y no sabe continuar, y entonces hace un alto en el camino y quiere olvidar; para luego volver a atrás, mantenerse quieta, sin moverse tan siquiera, o mirar hacia delante y seguir una nueva senda: el resultado de una memoria fragmentada. En resumen en el último trabajo de Sanchís Sinisterra se trata de criticar, o al menos eso se pretende, a los jóvenes “fórmula” actuales que son el producto de la maquinaria económica, publicitaria y comercial del siglo XXI.



X es una joven de unos veinte años que sufre una amnesia retroactiva y está internada en un centro especializado, a la espera de que algo la pueda devolver de nuevo al lugar de donde viene. X apareció en un descampado poblado de “sin techo”, de vagabundos, vestida de Arlequín y con una flecha entre las manos. La joven recibe cuatro visitas en una sala de la clínica: la de una hermana, la de un ex novio, la de una antigua amante y la de un desconocido que viene en nombre de su abuela, que está muy enferma. Cada uno de los encuentros de X con sus cuatro invitados se convierte en un monólogo del visitante con la paciente y muda X.

Los encuentros con X tratan de cubrir, de llenar, unas vidas vacías, cada una de las cuatro de los visitantes, las de ellos mismos, mientras X se mantiene distante, ajena, desmemoriada, como si ninguno de sus interlocutores pudiera abrir una pequeña brecha en la situación de la joven, y que la entrada de un pequeño rayo de luz la permitiera volver a la realidad anterior. ¿X quiere volver? El tiempo de cada encuentro con X se va a agotando. Cuando se termina por completo, una enfermera reúne a los cuatro “visitantes” en una sala contigua, donde una de las paredes es un gran espejo imaginario que cubre por completo la escena, y separa a los actores del público, a la espera de que X se decante por alguno de los cuatro personajes, o por ninguno, en su vuelta a su vida anterior. Uno es el elegido.

El trabajo de Sanchís Sinisterra es elogiable, los cuatro diálogos del principio son sugerentes e inspirados, cada uno de los personajes quiere llevar a X a su personal realidad con un lenguaje cambiante para cada situación, unas veces directo, otras familiar, casi íntimo. Cuando la escena agrupa a los cuatro diferentes mundos, o al mismo mundo anterior de X, sus visitantes en la clínica, el ambiente se vuelve más agresivo, cada uno quiere defender su “verdad”, los diálogos a cuatro son incisivos y están jalonados con breves toques humorísticos que hacen que la acción se relaje.

El trabajo actoral es muy relevante y contando con la dificultad que entraña siempre conversar con un interlocutor mudo, más aun. La compañía de la Sala Beckett de Barcelona cumple las expectativas, se les echaba de menos en Madrid, sobresaliendo un gran Ferrán Audi en el papel del ex novio, galán.

Con todo esto, el texto deja demasiadas cosas en el tintero, digamos que se hace imprescindible el epílogo de la enfermera, al final de la obra, “aclarando” todo lo acontecido anteriormente. Demasiado críptico el mensaje, o quizás un servidor no lo comprendió en su totalidad. ¿X no quiere volver a una realidad que no le gusta? ¿Sus visitas buscan cambiar sus propias realidades, apoyándose para ello de X? ¿Por qué de repente ese inesperado cambio en la actitud de X, ausente en la primera parte de la obra, y casi intimidatoria en la segunda, en el encuentro con el personaje elegido? Demasiadas preguntas.

Flechas del Ángel del Olvido en el Teatro de la Abadía.

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