domingo, septiembre 04, 2005

TEATRO. Exilios: "Suspiros de España".

A partir de textos de: Inmaculada Alvear, José Ramón Fernández, Luis Miguel González, Guillermo Heras, Raúl Hernández, Juan Mayorga, Luis Mario Moncada, Susana Torres y Ángel Solo.
Con: Amaranta Osorio, Cecilia Pérez, Gerardo Quintana, Mariano Rochman, Ángel Solo y Maite Troitiño.
Teatro del Astillero. Dirección: Guillermo Heras.
Madrid, sala Cuarta Pared.



Incansable, la sala Cuarta Pared, que no ha cerrado por vacaciones, arranca la temporada el mismísimo 1 de septiembre adelantándose al resto de las salas madrileñas a quienes parece costarles trabajo sacudirse la modorra de este tórrido verano. El encargado de esta proeza es el grupo del Astillero, con trabajos de sus integrantes habituales, Heras, Mayorga, Fernández, Hernández Garrido y González-Cruz, a cuyos textos se suman los de otros jóvenes dramaturgos argentinos y mexicanos para abordar un tema de permanente y dramática actualidad.

La múltiple autoría propicia una visión caleidoscópica de una realidad, a su vez, multiforme y proteica, dando lugar a un relato que recuerda a veces a los precisos apuntes de Mario Benedetti en su inolvidable Geografías, aunque el resultado se nos aparece como más reiterativo y difuso. Hay un esfuerzo notable de indagación en el fenómeno del exilio y en sus múltiples caras, tanto en lo que tiene de catástrofe social, éxodo, desarraigo, injusticia, miseria económica; como en lo que tiene de tragedia personal y humana, la dificultad para restañar cicatrices, la imposibilidad del reencuentro, la desmemoria o la conciencia de derrota que habitualmente acompañan a la condición de exiliado. Pero el hilo conductor del montaje, un oportuno recordatorio del exilio español republicano –soportado a veces en imágenes un tanto manoseadas, todo hay que decirlo-, no acaba de dar coherencia a un espectáculo en exceso heterogéneo y fragmentario.

Hay cuadros realmente valiosos, como el despiadado relato que un policía de la Gestapo hace del suicidio de Walter Benjamín a dos pasos de la frontera española o el castizo y mordaz relato del encuentro de Luis Buñuel y José Luis Sáenz de Heredia, trazado con singular brío y gracejo por Luis Miguel González Cruz; otros en cambio, devienen estampas que resultan anecdóticas y hasta extemporáneas. La puesta en escena es en general convencional y el tono actoral irregular.

Está bien recordar y nunca sobra la denuncia que conduce a la reflexión y al análisis sin prejuicios de situaciones de injusticia pasadas o presentes, pero hay que estar vigilantes para no caer en el tópico o en el victimismo, dos perniciosas formas, por cierto, de “exilio”, que pueden desactivar, cuando no condenar a la esterilidad actitudes críticas bienintencionadas.

Gordon Craig.

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