miércoles, diciembre 23, 2015

TEATRO. Insolación. "Cuando calienta el sol".

Versión: Pedro Manuel Víllora.
Con: María Adánez, Chema León, José Manuel Poga y Pepa Rus.
Escenografía: Mónica Borromello.
Vestuario: Almudena Rodríguez
Dirección: Luis Luque.
Madrid. Teatro María Guerrero.



Ernesto Caballero, que gusta de volver la mirada a nuestra gran tradición literaria más reciente -véanse sus montajes de los Sainetes, de Don Ramón de la Cruz, sus espectáculos sobre obras de Mihura, Alberti o la versión de Doña Perfecta, de Galdós, con la que inauguraba su andadura al frente del CDN en 2012-, nos ofrece de nuevo una incursión por la narrativa del siglo XIX. Se trata de Insolación (1889), una novelita amorosa de doña Emilia Pardo Bazán a la que ha puesto proa, esta vez, de la mano de dos espléndidos colaboradores, Pedro Manuel Víllora que ha hecho la ajustada versión y Luis Luque, responsable de la dirección del montaje.

El hecho de que esta historia desenfadada y galante esté basada en un suceso real -el “desliz”de la propia doña Emilia Pardo Bazán con el pintor Lázaro Galdiano en mayo de 1888 en Arenys de Mar con ocasión de la Exposición Universal de Barcelona, debido también, al parecer, a los efectos de la “canícula”-, no hace sino añadir un punto de morbo a la historia, pues por entonces la escritora mantenía un estrecha relación con Pérez Galdós; y a la vez que ilumina algunas peculiaridades de la creación literaria y de cómo ésta se retroalimenta con elementos de la propia biografía. Me atrevería a decir incluso que bien la escritora o bien el autor de la adaptación de la novela, consciente o inconscientemente han proyectado muchos rasgos de la personalidad de Galdós, en el taciturno, resignado y ceremonioso librepensador don Gabriel Pardo (Chema León) amigo de la viuda marquesa de Andrade y asiduo a sus tertulias y conciliábulos.

De hecho -tras un brevísimo apunte introductorio- el montaje arranca precisamente en una de esas tertulias con el enfrentamiento entre don Gabriel y la duquesa de Sahagún. Una y otra vez la retórica de Don Gabriel, se estrella contra la desenvoltura y el desparpajo de la duquesa; la denuncia del oscurantismo, de la ignorancia y la crítica a las bárbaras costumbres patrias se encuentra con la defensa numantina del tipismo español; la España ilustrada, abierta a las nuevas ideas y al progreso choca con la España inmovilista y apegada a las creencias y a la tradición. Delimitado el contexto histórico la acción se endereza hacia el desarrollo del asunto principal: el cortejo a la marquesa por parte del joven seductor Diego Pacheco y la lucha interior de la protagonista debatiéndose entre las normas sociales imperantes y su deseo de emancipación, entre la férrea moral de la época y la llamada de su instinto que la empuja a entregarse a Pacheco.

Cada escena esta concebida y desarrollada hasta en sus menores detalles por el director con la extrema meticulosidad de un orfebre, y podrían consignarse múltiples aciertos, desde el movimiento escénico hasta la ponderada gradación de los clímax pasando por el tono festivo y el ritmo ágil y de los sucesivos encuentros y desencuentros de Asis Taboada y Diego Pacheco a cual más chuscos e hilarantes. Su trabajo se apoya en una certera adaptación de Pedro Víllora que reduce a seis personajes (cuatro actores) la turbamulta de caracteres de la novela y simplifica y esencializa los términos del conflicto, sin perder ni un ápice del gracejo del texto original ni del complejo y a la vez divertidísimo tira y afloja que caracteriza la relación de los amantes. La sobria pero sugerente puesta en escena de Mónica Boromello -con ocasionales destellos de genialidad, como la ambientación de la pradera de San Isidro y la eclosión de las rutilantes luces de la verbena-, el buen gusto y la sencillez del vestuario, que lucen con encomiable desenvoltura y elegancia tanto María Adánez como Pepa Ruz en sus múltiples papeles coadyuvan a crear esa atmósfera entre frívola y galante a la que aludíamos arriba y a centrar la atención del espectador en lo esencial, que es el trabajo de los actores.

Para ser justo cabe empezar por consignar que todos ellos están igualmente atinados en la caracterización de sus respectivos personajes. Pepa Rus se desdobla en tres personajes, por contraste con la hidalga matrona (la duquesa de Sahagún) y la simplona e ingenua doméstica Ángela (criada de la marquesa) brilla sobre todo por el desparpajo y desenvoltura de la Ventera. Chema León es el incansable polemista satírico Gabriel Pardo; retórico, introvertido, su cordialidad y paternalismo se trueca en despecho y sarcasmo cuando Asis le rechaza. José Manuel Poga borda su papel del joven tenorio Diego Pacheco. Dicharachero, vehemente, jactancioso, tiene todos los ingredientes del conquistador al uso y se sirve de todas las triquiñuelas posibles para conseguir su propósito de enamorar a la marquesa, la joven apacible, bondadosa e inexperta viuda a la que presta palmito María Adánez en una actuación magistral.

Gordon Craig.

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