jueves, noviembre 13, 2014

TEATRO. El profe. "Isis, Osiris, clítoris. (La ignorancia, la incuria y la desfachatez de cada día en las aulas)."

De Jean-Pierre Dopagne.
Con: Gabriel Garbisu.
Dirección: Jaroslaw Bielski.
Madrid. Sala Réplika.




Cuando tras su breve presentación y tras haber dispuesto meticulosamente sobre el pupitre que le sirve de escritorio los humildes pertrechos de su oficio, oímos decir a este sombrío personaje, cariacontecido y como si pidiera disculpas, “estoy aquí como consecuencia de mi vida anterior” uno no puede por menos de recordar el inicio del Informe para una academia, de Kafka -al que indudablemente este texto rinde tributo de admiración-, y volver a experimentar esa inquietante sensación de extrañeza y perplejidad de verse interpelado por un pobre diablo de aspecto simiesco. Las bromas inocentes de este profesor devenido comediante y su tono quejumbroso nos devuelve a una realidad distinta, aunque no tanto, de la del conferenciante del Informe ... pues ambos han abandonado un estadio anterior de sus vidas y obligados por una fuerza mayor se han convertido en una especie de cómicos ambulantes condenados a explicar en público sus respectivas metamorfosis.
Pero de eso nos enteramos más tarde. Porque durante más de la mitad de este largo y enjundioso monólogo tenemos la impresión de encontrarnos con un profesor desencantado que ha venido a dar testimonio de su desaliento y frustración, de una realidad hiriente, devastadora, conocida de primera mano por muchos de nosotros, de cómo se destruyen cada día los sueños y las ilusiones de tantos y tantos que han consagrado su vida y entregado sus esfuerzos y sus desvelos a la noble tarea de la enseñanza.

Hasta ahí todo bien; es más podría decirse que, quienes no conozcan por dentro los deleites y servidumbres del ejercicio de esta profesión -y digo bien, profesión, porque en esto es en lo que se convierte la práctica del magisterio cuando se carece de vocación-, hallaran en la obra un testimonio revelador de las desdichas, de la angustia (y hasta de la locura) de tantos profesores heridos como éste en lo más profundo de su orgullo por la incuria, la falta de respeto o la indiferencia de sus alumnos. Al filo del desenlace, sin embargo, con la conmutación de la perpetua por una actividad de “trabajo de interés social”, el hilo discursivo de la obra toma de repente un giro inesperado y caprichoso que viene a desbaratar la coherencia que hasta entonces había mantenido el relato y a evidenciar su artificio.

Suena bien el texto en la versión de Gómez Grande, que ha contextualizado con habilidad las referencias a la literatura española y Gabriel Garbisu ha hecho trabajo titánico, modulando espléndidamente los cambiantes estados de ánimo del personaje (desde la impotencia a la indignación, desde el entusiasmo al abatimiento, a la calma o la delectación con que se entrega al recuerdo de sus maestros) y alternando, además, ese papel principal con el de padres, alumnos o colegas del claustro de profesores, a quienes presta su voz y ademanes en un virtuoso y agotador juego de “roll playing”. Pese a ello el texto de Jean-Pierre Dopagne y, habría que decir que, el espectáculo en su conjunto, no consigue sacudirse un cierto aroma a alcanfor que desprende la figura patética, casi decimonónica de este profesor de guardarropía, varado en un tiempo difuso y cuya genuina confesión de angustia y de rabia, cuya denuncia legítima del sistema educativo, se ven empañadas por el acopio de detalles irrelevantes o se pierden en los meandros de una retórica trasnochada en la que se alternan de manera en exceso reiterativa su apelación a la autocompasión y al sarcasmo. En fin, no acertamos a comprender que se le ha perdido a teatro Réplika en “chez” Dopagne.

Gordon Craig.

El Profe en la Sala Réplika.

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