viernes, noviembre 21, 2014

TEATRO. Cuando deje de llover. “Tras los pasos del padre”.

De Andrew Bovell.
Traducción de Jorge Muriel.
Con: Ángel Savín, Consuelo Trujillo, Ángela Villar, Felipe García Vélez, Susi Sánchez, Pilar Gómez, Jorge Muriel, Pepe Ocio y Borja Maestre.
Dirección: Julián Fuentes Reta.
Madrid. Naves del Matadero.




Guarda la imagen final de Cuando deje de llover -la escena del reencuentro de Andrew Price con su padre en compañía de los espectros de sus antepasados-, una extraña semejanza con la escena homóloga de La larga cena de Navidad, de Thornton Wilder, en la que también aparecen convocados los fantasmas de los miembros de tres generaciones de una misma familia; el mismo macabro protocolo en torno a una mesa engalanada, en aquella ocasión, para la típica cena navideña, ahora para celebrar el reencuentro y la posible reconciliación paternofilial. Pero ahí acaban todas la similitudes. Frente al sentimiento de nostalgia por un pasado ya irrecuperable, frente al trato cordial, benévolo, que Wilder dispensa a los personajes enderezado a minimizar sus rencillas, sus accesos de envidia, o de cólera, o las pequeñas o grandes vanidades con que se han hecho más difícil la existencia, frente a esa mirada indulgente, en fin, sobre el pasado, la pieza de Andrew Bovell constituye una denuncia implacable del tiempo, de cómo el pasado de los personajes, sus patrones de conducta y el devenir de sus vidas puede condicionar a los miembros de generaciones futuras hasta fagocitarlos; de cómo -empleando la referencia clásica a Cronos, a quien cita el padre de Gabriel en una de esas enigmáticas postales enviadas desde Australia-, el pasado puede llegar devorar el futuro.

Estamos ante la tragedia de una saga familiar cuyo argumento gira en torno a la búsqueda emprendida en Australia por el joven londinense Gabriel Low para localizar a su padre, desaparecido de su vida cuando apenas había cumplido los siete años. La acción, compleja, discurre hacia delante y hacia atrás, dándonos poco a poco las claves del abandono familiar de Henry y su marcha de Inglaterra y de cómo finalmente vino a cruzarse en el camino de la familia de Gabrielle York, de la que su hijo Gabriel vendría fatalmente a enamorarse. De tintes sombríos y una dureza que roza a veces con la crueldad asistimos a una sucesión de episodios anodinos a veces, alegres y esperanzadores los menos o truculentos y dolorosos, cuyos protagonistas tocados por la desgracia parecen juguetes de un destino ineluctable.

Una habilísima composición -que Fuentes Reta ha traducido con extraordinario acierto en la puesta en escena y en el movimiento de los actores- da lugar a curiosas yuxtaposiciones de tiempo y espacio, donde el pasado y el presente se funden haciendo más vívidos, casi intolerables, los recuerdos y el sentido de pérdida que embarga a los personajes. La espléndida ambientación sonora y los escasos elementos de la escenografía configuran la atmósfera agobiante, opresiva que envuelve a los personajes, pero también la fuerza imponente de los elementos de la naturaleza, de una naturaleza grandiosa e inclemente, un continente de playas inmensas, de desiertos de luz cegadora y noches refulgentes, que modela el carácter de sus moradores.

Un solvente trabajo de actuación del elenco en su conjunto coadyuva en gran medida al éxito del montaje. Una función que le cuesta un poco arrancar, -la perorata inicial de Gabriel York (Ángel Savín) se hace larga en exceso- pero que luego va cobrando vigor a medida que transcurren las escenas y las piezas del relato van encajando, y que alcanza ocasionalmente un elevado tono emocional y cotas insospechadas de dramatismo, verbigracia, el doloroso descubrimiento de Elizabeth Low joven (Pilar Gómez) de la perversión de su marido, o la franqueza y determinación con la que Gabrielle York vieja (Susi Sánchez) le pide a su marido que la ayude en el último trance.
Una propuesta arriesgada, en fin, que culmina con éxito el bautismo de fuego en nuestras carteleras de un autor imprescindible.

Gordon Craig.

Cuando deje de llover en Matadero Madrid.

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