viernes, abril 05, 2013

LIBROS. Dramaturgias de la imagen de José Antonio Sánchez.


Dramaturgias de la imagen.
José Antonio Sánchez.
Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha. 3ª Ed. Cuenca, 2002. Colección Monografías. 235 páginas.


Pese a haber transcurrido 20 años desde la primera publicación de este libro (que conoció una segunda edición en 1999) sus contenidos no han perdido un ápice de vigencia desde entonces y continúa siendo un manual imprescindible en la bibliografía en español como introducción al estudio de las artes escénicas del siglo XX, un periodo particularmente fructífero en innovaciones formales. El trabajo obedece, como el mismo autor indica en la nota introductoria a la tercera edición, a su deseo de recuperar la memoria de un siglo de creación con el fin de “situarnos críticamente ante el presente” y poder entender la enorme transformación que ha experimentado la escena moderna tras el colapso del drama burgués; un conjunto de innovaciones llamadas por su profundo calado a cambiar radicalmente la faz del teatro occidental. Su lectura ayuda, asimismo, a cobrar conciencia del pulso que mantienen desde principios del siglo pasado las nuevas dramaturgias con las formas tradicionales, pugna que, como pone de manifiesto una atenta mirada a la cartelera teatral del momento presente, está muy lejos de inclinarse precisamente a favor de la renovación, a favor de un arte escénico autónomo e independiente de lo dramático-literario.

Junto a otras publicaciones suyas como La escena moderna: antología de manifiestos y textos sobre el teatro de la época de las vanguardias (también de 1999) el libro que comentamos constituye un corpus textual que en conjunto supone una aportación de excepcional interés en su campo de investigación no sólo por la profusión de los datos aportados y por el rigor de sus análisis sino, y sobre todo, por la novedosa perspectiva teórica adoptada, tributaria de una concepción del teatro en el sentido más amplio posible del término, esto es una consideración del teatro como “arte escénico”, superando así las limitaciones del enfoque reduccionista que advertimos en estudios como los de Guerrero Zamora -espléndido por muchos conceptos-, Rivas Cherif, Ricard Salvat o César Oliva, sustentados en un concepto restrictivo de lo teatral, en una noción de teatro supeditada en gran medida a los patrones de la literatura dramática.

De acuerdo con esta perspectiva la estructuración de los contenidos del libro se realiza obedeciendo a criterios estéticos a partir de un aparato teórico que se va elaborando casi subrepticiamente y como resultado del análisis de las “obras” y de una atinada labor de síntesis de las ideas y testimonios de los grandes creadores de la escena del siglo XX; un aparato crítico codificado en una terminología nueva también (cf. las nociones de “partitura”, “artefacto”, o “ejercicios de silencio”, capítulos 3, 4 y 6 respectivamente) y acorde con el nuevo paradigma formal generado para dar cabida a la costantemente renovada tipología de realizaciones escénicas que se fueron sucediendo a lo largo del siglo. La cronología está presente también, obviamente, aunque no se haga expresamente uso de las periodizaciones ad hoc elaboradas por los estudiosos e historiadores de la literatura (dramática o no) y del arte en general; lo está explícitamente en el inventario final de las obras que se han tomado en consideración para el estudio (capítulo 10), pero sobre todo en el esfuerzo constante del autor por vincular las diferentes poéticas escénicas -si puede decirse así- con los avatares sociopolíticos de la convulsa historia europea del siglo XX. Aunque hay que decir, en honor a la verdad, que el mayor esfuerzo está dedicado a establecer la concatenación intrínseca entre los diversos movimientos o estilos, es decir, a explicar la labor de cada creador como respuesta al trabajo de los anteriores, bien como síntesis o continuación de unas búsquedas previas o como resultado justamente de lo contrario: como una manifestación de rebeldía o de rechazo de las fórmulas empleadas por los antecesores. Así, no se comprende el organicismo y la aspiración al teatro total de Appia sin considerar el principio wagneriano de la síntesis de todas las artes; o no se entiende el Living Theatre sin previamente haber pasado por la síntesis activa de los planteamientos de Brecht o de la radicalidad de Artaud; Asimismo, es explicable la reacción de Tairov y Vajtangov contra el naturalismo impresionista de su maestro Stanislavski, o los planteamientos de Grotowski como superación de las limitaciones tanto del teatro naturalista como de los lenguajes corporales derivados de Meyerhol o Dalcroze, por poner sólo algunos ejemplos.

La problematizacion de la palabra como instrumento de comunicación en escena y su disolución en movimiento y cuerpo; los radicales cambios en la concepción del personaje dramático que culminan en su supresión como entidad diferenciada y su asimilación al actor que se trasforma a sí mismo en escena sometiéndose a una disciplina física extrema en las “performances”; los cambios que experimentan la figura del dramaturgo, o la del director de escena; o los de la luz y el espacio; o los constantes vaivenes de la idea general del teatro sustentada por los creadores entre los que defienden la idea de un teatro total, como imagen de una sociedad integrada, imagen asociada a planteamientos organicistas o esteticistas (Appia o Craig) y aquellos que lo entienden como instrumento para la consecución de transformaciones sociales concretas, o como arma política (Piscator o Brecht) son otros tantos de los aspectos que se contemplan con encomiable rigor a lo largo de las más de 200 páginas del libro, iluminadoras siempre sobre cuestiones a veces controvertidas y/o relativas a dominios de la investigación sobre la práctica escénica poco o nada transitados por la crítica.
Parangonable por su enfoque, por su lectura ágil y amena y por la lucidez de sus análisis al espléndido Posdramatisches Theater, de Hans-Thies Lehmann (también de 1999) o a los estudios más recientes de la profesora de la Universidad Libre de Berlín Erika Fisher-Lichte, (particularmente su Estética de lo preformativo, de reciente publicación en español con introducción de Óscar Cornago, Ed. Abada) no podemos por menos de recomendar este libro de José Antonio Sánchez, imprescindible como manual de consulta para estudiosos y para aficionados que quieran saber quién es quién en el teatro occidental en el siglo XX.

 Gordon Craig.

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