miércoles, julio 11, 2012

1000 razones para no dejar de leer. Longitudes de verano por Antonio Muñoz Molina.


<< [...] El tiempo que las novelas exigen lo devuelven colmado: en unas horas de lectura, el tiempo se dilata abarcando años, vidas enteras. También exigen soledad, y también la devuelven, fortalecida y habitada. Sin soledad no hay lectura verdadera: sin una confrontación con las palabras escritas en la que no cabe nadie más, ni la opinión de otros lectores, ni los juicios de la crítica, ni el deseo de parecerse a otros o distinguirse de otros. Estar tranquilamente “a solas, sin testigo” (Fray Luis de León) con una cierta frecuencia es un lujo de primera necesidad que, sin embargo, se vuelve cada vez más raro. Por eso irritan tanto esos subrayados del Kindle que le informan a uno del número de lectores que han destacado una cierta frase en un texto electrónico. No quiero saber a cuántas personas les gusta o les disgusta la misma frase que a mí. [...] >>

Antonio Muñoz Molina, en Babelia, El País.

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