martes, mayo 18, 2010

TEATRO. Salle de fêtes. "Aquellos locos 70".


De: Macha Makeïeff y Jérôme Deschamps.
Con: Tiphanie Bovay-Klameth, Lorella Cravotta, David Dejardin, Catherine Gavry, Hervé Lassïnce y Pascal Ternisien.
Madrid. Teatros del Canal. 14 mayo de 2010.


A juzgar por el ensordecedor ruido de los percutores de los taladros cercanos pareciera que el edificio mismo que alberga esta destartalada sala de fiestas que recrea el montaje fuera a venirse abajo en cualquier momento. Mientras llega una inminente remodelación, o, en el mejor de los casos, su reconversión en “lofts” de alto standing para albergar a los yuppies de la cité, la encargada del local, la temperamental Lorella Cravotta tratará de mantener a flote in extremis lo que queda en pié del otrora glamuroso garito de alterne y de diversión. En el tiempo que le dejan libre el trato con los proveedores, su rivalidad con el empleado del ropero, o las trifulcas con la chica de la limpieza o con el argelino de las chapuzas, todavía hay lugar para soñar con un improbable espectáculo que devuelva al local su antiguo esplendor mientras se deslizan por la desgastada pista de baile los pies de los parroquianos espoleados por el desangelado sonido de viejas canciones.

Por un momento todo parece posible. Carentes del más mínimo sentido del ridículo, empleados y clientes ocasionales del “Macumba”, con la resoluta madame Cravotta a la cabeza se embarcan en la tarea de rememorar canciones de Nirvana, de los Bee Gees, de Prince o de Bob Marley que triunfaron en los años dorados del vinilo y que los sesentañeros recordarán con nostalgia. El resultado es de una comicidad desbordante. Inverosímiles versiones de El cóndor pasa, de Kiss o del incombustible Stayin’ alive, de los Bee Gees alternan con prodigiosas coreografías que parodian de manera inmisericorde la pasión desatada y el frenesí con la que se entregaban al baile los incondicionales de esta nueva religión laica, impelidos a partes iguales por ritmo trepidante de las guitarras y por el efecto estimulante del LSD.

Se trata de un espectáculo de buena factura, tanto en su concepto como en su ejecución; un tanto caótico y enloquecido, todo hay que decirlo, que hubieran podido firmar un improbable consorcio integrado por los chicos de Yllana y los no tan chicos integrantes de Tricicle y Els Joglars, uniendo a partes iguales, la guasa, la ironía y una probada capacidad para la imitación paródica; se sirve apoyado en una mínima trama argumental en la que se incardinan cuadros de varia factura cuyo denominador común es humor y la nostalgia por un mundo preterido que nos resistimos a olvidar del todo: un mundo poblado por el recuerdo agridulce de nuestras primeras citas que se asocia indefectiblemente a la melodía de ciertas canciones que alguna vez dieron forma a nuestros sueños.

Gordon Craig.


Teatros del Canal.Salle de fêtes.
Deschiens-et-compagnie.

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