martes, diciembre 15, 2009

TEATRO. Drácula. "En el diván del doctor Van Helsing".


Texto de Ignacio García May, a partir de Drácula de Bram Stoker.
Con: Eduardo Aguirre de Cárcer, José Luis Alcobendas, Rocío León, Rafael Navarro, José Luis Patiño, Iñaki Rikarte, Rosa Savoini y Xenia Sevillano.
Dirección: Ignacio García May.
Madrid, Teatro Valle-Inclán, 11 de diciembre de 2009.



Fue el genio irrepetible de Bram Stoker quien dio forma literaria definitiva a las numerosas leyendas y relatos folclóricos en torno al fenómeno del vampirismo difundidas en los círculos ocultistas de su Irlanda natal en la época del romanticismo tardío con la publicación en 1897 de su novela Drácula. Objeto de una espectacular acogida por parte del cine, que ha encontrado en este mito un filón al parecer inagotable, a juzgar por las incontables versiones y adaptaciones que se han hecho de la novela, el teatro no le ha prestado ni con mucho la misma atención, a pesar de que en los años inmediatamente posteriores a su publicación y a su éxito fulgurante ya se hizo alguna adaptación a la escena, la primera de ellas, protagonizada precisamente por el conocido actor sir Henry Irving, amigo personal del autor. En la cartelera madrileña de los últimos años no recordamos adaptaciones de esta obra de las que se haya hecho eco la crítica (si exceptuamos la hilarante parodia que realizó la compañía portuguesa do Chapitó y que tuvimos ocasión de ver aquí mismo en El Corral el pasado mes de abril). De modo que este montaje de García May vendría de algún modo a suplir esa carencia a la vez que constituiría un homenaje desde las tablas a un escritor estrechamente vinculado a los escenarios, no sólo como autor sino como crítico teatral.



Hay en este montaje, antes que nada, una meritoria labor de adaptación. Se ha expurgado hasta donde resulta dramatúrgicamente tolerable lo episódico y se han podado convenientemente las excrecencias de un estilo exuberante y prolijo alterando la secuencia temporal originaria para adecuarla a las necesidades de la escena sustituyendo una organización del material narrativo enderezada al mantenimiento de la intriga por otra supeditada al planteamiento y desarrollo del conflicto dramático. Alimentado con elementos presentes en el relato originario (sin adulteraciones ni supresiones de bulto) tal conflicto reproduce, en esencia, la pugna entre dos fuerzas antagónicas, la luz y las tinieblas o si se prefiere, lo racional y lo irracional y se desplaza -y este es otro de los aciertos de la adaptación- al interior de los protagonistas erigiéndose el doctor Van Helsing en una especie de catalizador de sus reacciones anímicas, en un amigo y en un terapeuta, sin cuyo apoyo y comprensión habrían sido incapaces de superar su angustia y acabar con la causa y origen de sus terrores.

Situado el conflicto en la órbita de lo psicológico, o quizá sería mejor decir de lo psíquico, suprimido cualquier atisbo de verismo o de truculencia, la escena queda exonerada de toda exigencia de reproducción mimética de acciones y espacios precisos o reales y abocada a convertirse en lo que es realmente, un lugar para la sugestión, que además de evocar el clima de amenaza y la atmósfera de misterio que envuelve a los protagonistas, merced a unos cuidados efecto de luz y sonido, reclama para sí la atención del espectador, asombrado por la sucesión de cuadros de una extraordinaria belleza plástica, por la limpia geometría de unos interiores elegantemente estilizados y de una suntuosidad decadente. Y ello sin demérito de la labor de dirección, que administra con pericia los tiempos, el ritmo y el tono de cada escena y del trabajo de los actores que resuelven con acierto el cometido que tienen encomendado. En todos ellos destaca el aplomo y la contención con la que transmiten el estado anímico de sus respectivos personajes en los cambiantes avatares de su atormentada existencia, en especial las alucinadas apariciones del fantasma de Lucy (Rocío León), los accesos de locura de Renfield (Eduardo Aguirre), la angustia y el desasosiego de Jonathan Harker (Iñaki Rikarte), los remordimientos y el profundo abatimiento del alma pura de Nina (estupenda Xenia Sevillano) o la atenta obsequiosidad y el frío racionalismo que animan la conducta del profesor Van Helsing (José Luis Patiño).

Gordon Craig.


Centro Dramático Nacional. Teatro Valle Inclán. Drácula.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Para cuándo un obra original de Ignacio García May?