jueves, noviembre 26, 2009

TEATRO. La ruleta rusa. "Chejov en el pasapurés".


De Enric Benavent, a partir de relatos cortos de Chejov.
Con: Fernando Otero, Marcos Marín, Tino Martínez, Mónica Ferrer y Paloma Mozo.
Teatro El Zurdo. Dirección: Luis Bermejo.
Alcalá de Henares. Corral de Comedias, 22 de noviembre de 2009



Muchas compañías de teatro se han visto seducidas por el potencial dramático, tragicómico, de los relatos de Chejov, el infatigable satírico de la vida cotidiana de la Rusia profunda, el gran maestro de la ironía, el incisivo analista de la psicología humana. Muchos de tales relatos vieron también la luz como piezas breves y no desmerecen de sus obras más largas, antes bien constituyen, en palabras de su compatriota Constantin Stanislavsky, un manantial inagotable de teatralidad. No es extraño, por tanto, que Enric Benavent se haya dejado tentar por ellos para armar el texto que ahora trae a escena el Teatro del Zurdo, pero también es cierto que nunca había visto bucear con tanta desenvoltura -por decirlo suavemente- por unos originales y servirse de ellos en beneficio propio. Por menos que esto se está poniendo en evidencia la SGAE, día sí día no, sacando pecho por los derechos de autor.

Todo sería justificable si, al menos, el espectáculo mantuviera un poco más de fidelidad al espíritu originario del modelo, si se hubiera logrado mantener a raya a los dos enemigos mortales del humor chejoviano: la caricatura y el histrionismo Pero ¡quia!; supeditado el montaje al afán declarado por conseguir a toda costa la risa del público y su beneplácito se nos priva de las sutilezas de los diálogos y del complejo y articulado desarrollo de la acción dramática de los textos originales para convertirlos en humoradas más dignas del club de la comedia; porque, todo hay que decirlo, recursos de la comicidad no les faltan al elenco de actores.

¿Dónde está el lirismo y el temblor de los amantes en su encuentro en el parque al final El seductor?¿ O el dilema obsesionante de Piotr Semionov; o su contrapunto patético, el desvalimiento y entrega de la esposa seducida? ¿Y el ímpetu del bueno y obcecado Smirnov en El Oso, estrellándose una y otra vez contra el muro de negativas de la frágil y altiva Popova, hasta caer repentinamente en sus brazos? Los cortes inesperados de este atrevido adaptador, los cambios bruscos de registro, las interpolaciones gratuitas desbaratan la trama original, desdibujan los perfiles nítidamente trazados de los personajes y desvirtúan el conflicto hábilmente diseñado.

Subrayando el tópico, el humor de trazo grueso, y mediante una contextualización un tanto forzada del argumento de los relatos a la situación de la España contemporánea, con sus diversos acentos, idiomas y peculiaridades regionales, parece haberse conseguido el objetivo de entretener al respetable, que acompañó con sus carcajadas la mayor parte de la representación. Pero el precio pagado es, a mi modesto entender, demasiado elevado. Menos mal que las rosquillas de Medina del Campo y el vino de moscatel estaban espléndidos.

Gordon Craig.

Corral de Comedias. La ruleta rusa.

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