miércoles, abril 09, 2008

CINE. Pozos de ambición de Paul Thomas Anderson

“Pozos de ambición” comienza en el interior de una lúgubre mina. Un hombre pica sin descanso sobre la roca. Una claustrofóbica y asfixiante melodía acompaña el repiqueteo del pico contra la dura pared de mineral. La oscuridad nos empieza a rodear y el diálogo, la voz humana, no hace acto de presencia hasta pasados unos largos e interminables minutos.



Así empieza la última soberbia propuesta de Paul Thomas Anderson. Podemos hablar sin exagerar de una gran película, de una apuesta por el Cine, así con mayúsculas, de una vuelta al gran Cine, también con mayúsculas, de una propuesta que vuelve a dar protagonismo a la imagen, sin efectismos y sin maquillajes digitales que enmascaran la falta de talento y la poca seriedad de muchos de los vanidosos directores que inundan nuestras carteleras cada semana con trabajos pobres y prescindibles.

“Pozos de ambición”, aparte de una magnífica obra cinematográfica, es aún mucho más; el director, Paul Anderson, nos propone una historia dura, cruda, un testimonio rodeado de odio, de maldad, de oscuridad, agónico, agobiante, cruel; pero Paul Thomas Anderson nos regala el poder disfrutar de un personaje, Dany, que nos resultará difícil olvidar.

Dany, el protagonista de la película, interpretado por Daniel Day-Lewis, es un minero que descubre petróleo en una pequeña explotación perdida de forma inesperada, cuando toda la miseria que le rodea nos hace intuir, a los espectadores, un desenlace más cercano al fracaso. Más tarde, cuando su pozo petrolífero está ya en marcha, recibe la visita de un desconocido que a cambio de dinero le transmite una información muy valiosa: la existencia de unos territorios en el Oeste, dónde el petróleo mana de la tierra. Tras unos momentos de duda, Dany coge a su hijo y ambos se dirigen hacia el Oeste. En medio de un desierto cubierto de roca y espinos, los dos protagonistas de la película, padre e hijo, se enfrentan a ellos mismos y a sus sombras, fiel reflejo, en muchas ocasiones, de la trágica y cruda realidad de la vida.

No se entiende “Pozos de ambición” sin Daniel Day-Lewis. Day-Lewis, en esta película, está inmenso, su actuación roza lo sublime. En muchos momentos de la cinta, los espectadores llegamos a emocionarnos con Day-Lewis; es un placer indescriptible poder disfrutar de un actor en estado de gracia que nos está regalando su gran poder interpretativo en cada secuencia. Day-Lewis se come la pantalla literalmente, todo el cuadro es suyo; está omnipresente; casi sin moverse comunica, y cada uno de sus movimientos inquieta, sobrecoge, apasiona. Hacia mucho tiempo, no me puedo acordar así de repente de uno, que no presenciaba un plano secuencia en el que su protagonista no desapareciese ni tan siquiera un instante de cuadro y en esta ocasión, en cada instante Day-Lewis está en el sitio adecuado, en el que debe, y en cada uno de ellos con un ritmo gestual-corporal tan preciso, tan perfecto, tan exquisito. Me refiero a la escena en la que la torre 1 del campo petrolífero empieza a arder.

El abanico inmenso de planos geniales que nos presenta Paul Thomas Anderson, en “Pozos de ambición”, convierte en algo harto complicado la tarea de quedarse con alguno. Aun así, para mi existe uno, la llegada de los dos hermanos a la costa del Pacífico, que me gustó mucho: el cambio, en esta secuencia, de la gama cromática de la película, al pasar de una fotografía en la que predominan tonalidades frías, a un azul turquesa nítido, nos permite a los espectadores coger aire y nos envuelve, de repente, en una atmósfera diferente al del resto de la cinta; y un ser tan rudo y oscuro, que en muchas ocasiones parece invulnerable, como es Daniel, se encuentra indefenso ante la inmensidad del océano y su caparazón lleno de chapapote, muchas veces manchado de verdad, se encuentra en esta ocasión rodeado de aguas transparentes y cristalinas.

En resumen una gran película de Paul Thomas Anderson y una magistral actuación de Daniel Day-Lewis. Un cita imprescindible para los amantes del cine y para los curiosos. Abstenerse resto de público.

2 comentarios:

peterpanpais dijo...

Pensaba ver la película, además Daniel Day-Lewis me gusta mucho como actor, pero con tu recomendación me entran las prisas por verla! Gracias

Doctor Brigato dijo...

PeterPan: pues ya me contarás que te ha parecido. Una gran película ya verás.
Bss