sábado, julio 16, 2005

[... ¿PARA CUÁNDO?]

[Texto escrito a raiz de la llegada de nuevos vecinos a la localidad de Galápagos, Guadalajara, ante el auge en la proliferación de urbanizaciones masivas en los pueblos cercanos a Madrid, y el impacto que ello supone para el entorno natural de la zona.]

Cuando uno decide vivir en el campo es porque busca sentir cerca la Madre Naturaleza, quiere disfrutar de este privilegio fuera de un mundo ruidoso y artificial.
Pero eso implica ciertas normas cuya prohibición radica en el interior de nosotros mismos, demostrando el sentido de justicia de nuestras conciencias.
Nada prohibe solar el suelo y nada prohibe erradicar con herbicidas e insecticidas a los seres de este medio. Pero, cabe reaccionar ante la paradoja, dándonos cuenta de que infringimos un daño innecesario y que hacemos desaparecer la naturaleza que buscamos.
Si miramos más allá, si de veras queremos un lugar mejor para nuestros hijos y que en los secos y calurosos veranos de la zona puedan disfrutar de un baño en el río. En vez de solucionar el problema por nuestra cuenta con piscinas privadas llenas de sustancias agresivas para la piel y con el gasto de miles de litros de agua cada verano. Está en nuestra mano reclamar una restauración de la cubierta vegetal del río en todo su cauce.
Por otro lado, nuestras casas están ubicadas en zona de gran influencia de modo que plantando árboles (especialmente autóctonos como el Fresno y el Olmo que al estar en su hábitat requieren mínimos cuidados) podemos regenerar y conservar la mayor superficie posible de suelo vegetal, que retiene el agua de las lluvias para liberarla al río en la época estival.
Si consiguiéramos un cauce permanente no solo disfrutaremos de un lugar donde darnos un chapuzón, también será posible la vida de peces en él, que se alimentarán de las larvas de los molestos mosquitos de Julio, y servirán de alimento para todas las aves y mamíferos que se asocian a los cauces, Águilas Garzas y Martín Pescador, por nombrar los más llamativos; e incluso nutrias si las condiciones fueran realmente favorables.
No vale con sólo imaginarlo porque a pequeña escala hay gran margen de actuación y dejar un lugar tan bello para nuestros hijos sería el mejor legado.

*Kimbisa*

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues me parece una buena propuesta. ¿Querrá el Ayuntamiento entrante a partir del 27 de mayo de 2007 estudiar la posibilidad de restablecer un Galápagos campestre? Soy una de esas personas que se han venido de Madrid, buscando huir de la ciudad para reencontrar el oxígeno perdido, y creo que es compatible la vida moderna con la vida natural, pero con ciertas medidas lógicas, como lo de no "machacar" la micro-fauna, o la flora; o no abusar aquí del automóvil (que las distancias son cortas, y tenemos dos "patitas" desacostumbradas a andar); quizá el Ayto. no debiera conceder alegremente las licencias para piscinas; podría estudiarse cómo lograr "embalsar" un cauce permanente...

Anónimo dijo...

¡Ah!, se me olvidó recordar a los urbanitas que gritan al ver un "bicho", que tanto las arañas como los sapos comen "mosquitos". ¡Por favor, no me los maten cuando los vean por el jardín! (Y si están dentro de casa, con una simple revista podemos trasladarlos al exterior, sin dañarlos). De verdad: no se alimentan de personas.