"Detener, por un instante, las manos ocupadas en los trabajos prácticos de la tierra, y obligar a hombres fascinados por la visión de metas distantes a contemplar por un momento el espectáculo de forma y color, del sol y sombra que los rodea; hacerlos detenerse el tiempo de una mirada, de un suspiro, de una sonrisa; tal es la finalidad, difícil y evanescente, y que poquísimos pueden alcanzar. Pero a veces los merecedores y los afortunados logran incluso realizar esa tarea. Y, cuando eso se logra. ¡prodigio!- toda la verdad sobre la vida está allí: un momento de visión, un suspiro, una sonrisa... y el retorno a un reposo eterno".
Prefacio a El negro del Narcissus de Joseph Conrad.
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