sábado, enero 29, 2011

ARTE. Exposición Bea de las Heras: Retrospectiva en San Sebastián de los Reyes.


Exposición de arte: "Retrospectiva" de Bea de las Heras en San Sebastián de los Reyes.
Sala de Exposiciones del Centro "Los Arroyos", Paseo de Guadalajara 5.
Del 31 de enero al 25 de febrero de 2011.
HORARIO de la Sala: de lunes a viernes 17:00h - 21:00h y sábados de 09:00h - 14:00h.





Contacto.

jueves, enero 20, 2011

TEATRO. Memento mori. "Por fin un gesto crítico"


De Borja Ortiz de Gondra.
Con: Cristina Rota, Melanie Olivares, Nur Levi, Roberto Drago, Luis Hostalot, Manuela Nsuenzang y José Manrique.
Dirección: Jaime Chávarri.
Madrid. Teatro Fernán Gómez.



La tragedia moderna, decía Buero, intenta explorar de qué modo las torpezas humanas se disfrazan de destino. En este sentido puede afirmarse con toda rotundidad que Memento mori ejemplifica la tragedia del hombre moderno; sus protagonistas, Carlota, Irene, Sofía y su marido muerto, no son víctimas pasivas de la fatalidad sino individuos libres artífices de sus desgracias.

Obviaré en esta ocasión hacer la más mínima referencia al argumento para no privar al espectador de la estimulante experiencia del descubrimiento de todos y cada uno de los hilos de esta compleja trama que ha urdido Ortiz de Gondra para denunciar el olvido, el mirar para otro lado, y la actitud indiferente o acomodaticia frente a la barbarie cuando esta no nos afecta directamente. Baste decir que la historia se desarrolla en un país africano en guerra y que a través de la peripecia de los protagonistas, varios miembros de la familia de un diplomático de alto rango de un país occidental allí desplazados -un país que muy bien pudiera ser el nuestro, aunque esto nunca llega a mencionarse-, se reflexiona con extremada crudeza sobre la violencia de la guerra, sobre los límites de la solidaridad, sobre la corrupción, sobre la responsabilidad personal y sobre la memoria.

Articulada en secuencias breves, como si se tratara de un montaje cinematográfico, la acción avanza rápida, aunque, a nuestro entender, con un patrón demasiado homogéneo y sin diferencias perceptibles de ritmo que marquen los clímax y los momentos donde la tensión debe relajarse y remansarse para permitir al actor explorar en profundidad sus sentimientos y al espectador absorber ese fondo emocional que refleja la trascendencia humana del conflicto y sin el cual la obra se ve reducida a las dimensiones de un mero alegato, de una denuncia, por dura o valiente que esta sea. Hay un abuso de la yuxtaposición, y las transiciones en negro entre escena y escena distraen el hilo del discurso dramático, aminoran el impacto de las imágenes y diluyen el esfuerzo y el entusiasmo de los actores. Un trabajo, meritorio en general, notable incluso, en ocasiones, en la obstinación de Carlota (Nur Levi) en permanecer junto a su marido ayudando a los más necesitados, o en su impotencia y en su decepción cuando descubre los manejos de éste; o en la vehemencia y la pasión por la verdad de Irene (Melani Olivares); o en la actitud desengañada de Sofía (Cristina Rota) y en su insobornable voluntad de preservar del dolor y del sufrimiento a las personas que ama, y en su dolor.

Con sus luces y sus sombras, por fin un poco realismo de signo crítico sobre el escenario; una mirada lúcida y penetrante hacia una realidad concreta, incómoda, dolorosa, cruel, que pone en evidencia nuestra falta de compromiso y la fragilidad de los fundamentos de nuestro código ético.

Gordon Craig.

Teatro Fernán Gómez. Memento Mori

sábado, enero 15, 2011

TEATRO. Todo es enredos amor. “Amor no ha menester tiempo para rendir albedríos”."


De Diego de Figueroa y Córdoba.
Con: Mamen Camacho, María Prado, Georgina de Yebra, Badía Albayati, Francesco Carril, Julio Hidalgo, Héctor Carballo, Paloma Sánchez de Andrés y otros.
Pianista: Ángel Galán.
Versión: Julio Salvatierra. Dirección: Jorge Lavín.
Madrid. Teatro Pavón. 9 de enero de 2011.


El éxito de muchos montajes de piezas de nuestro teatro áureo reside en gran medida en lo acertado de la adaptación. Cuanto más drástica es la intervención sobre el texto original la responsabilidad del adaptador se acrecienta y con ella el riesgo de fracasar en el empeño. Los más puristas probablemente se sientan un tanto defraudados por el trabajo de Julio Salvatierra -que ha sacrificado en muchas ocasiones la sonoridad y la imaginería barrocas de la obra que comentamos a la comprensión de la idea-, sin embargo, si uno pone en relación su trabajo dramatúrgico con el tono general del montaje y su aire juvenil, alegre y desenfadado, casi vodevilesco, que le ha conferido el director, Álvaro Lavín, no deja de advertirse una rara coherencia de conjunto, lo que es muy de agradecer. Y lo agradecerán, sobre todo, a buen seguro, los escolares que vengan a ver este espectáculo, que empujados muchas veces a asistir al teatro como una actividad más de las programadas por los seminarios de Literatura de los institutos, se ven obligados a enfrentarse a una temática ajena a sus preocupaciones vitales y a vérselas con un lenguaje que está muy lejos de comprender. Hasta los apartes, curioso mecanismo de desdoblamiento enunciativo que tanto rendimiento comunicativo tiene en el teatro barroco, se han hecho intencionadamente evidentes -quizá un tanto en exceso-, y apoyados por una gestualidad explícita, para facilitar la comprensión del texto, a la vez que se potencia su carga de comicidad. Y, en fin, el montaje está concebido también en función del elenco de jovencísimos intérpretes de esta segunda hornada de actores y actrices de la Joven Compañía de Teatro Clásico.


El resultado es sin ambages satisfactorio. Te ríes un buen rato con los devaneos y enredos sin cuento de esta pareja de jovencitas, Doña Elena y Juana (aquí, más que criada compañera de correrías) que, disfrazadas de hombres se hacen pasar por estudiantes y llegan a una posada de Salamanca persiguiendo a la buena pieza de don Felix, del que Doña Elena está perdidamente enamorada. No revelamos más del argumento porque gran parte del interés de esta obra radica en la intriga, enrevesada como pocas, y en cómo se va deshaciendo el embrollo hasta llegar al desenlace.

Baste decir que las complejidades del texto por lo que se refiere a las exigencias del espacio y del movimiento escénicos está bien resueltas y que, pese a la bisoñez de los actores, la psicología de los distintos personajes, sus intenciones ocultas, sus sentimientos, sus propósitos, etc.. afloran con bastante naturalidad; si bien se advierte, en general, una irreprimible tendencia al grito que habría que corregir. El exceso de vehemencia o una acentuación demasiado enfática diluyen la riqueza de matices que una dicción más reposada y contenida podrían extraer del texto. La labor del pianista, subrayando con sus acordes o con sus comentarios jocosos determinados momentos álgidos del desarrollo de la obra es un espléndido contrapunto al ocasional envaramiento del verso o a la tendencia espontánea a solemnizar algunas situaciones. En resolución, aunque la obra participa de muchos de los motivos y tópicos de la comedia del Siglo de Oro y aunque es seguro que puede depurarse muchos aspectos del trabajo actoral, el espectáculo en su conjunto depara múltiples ocasiones para el disfrute y para el regocijo.

Gordon Craig.

CNTC. Todo es enredor Amor.

martes, enero 04, 2011

TEATRO. Prometeo. "Autoritarismo y trasgresión".


De Esquilo / Heiner Müller.
Con: David Bagés, Lluïsa Castell, Carme Elías, Llorenç González, Pepa López, Albert Pérez.
Dramaturgia: Spablo Ley y Carme Portaceli.
Dirección: Carme Portaceli.
Madrid. Teatro Valle-Inclán.. 29 de diciembre de 2010.


Como escribe Albin Lesky, la tragedia ática es por encima de todo un arte social, una manifestación artística que extrae su fuerza directamente de la vida de la comunidad. No es de extrañar, por tanto, el interés de Heiner Müller por los textos clásicos, un interés que nace de sus inquietudes políticas y en particular de su empeño por comprender la influencia de los condicionantes históricos en el devenir de las revoluciones. De hecho, Prometeo contraviniendo el dictado de los dioses olímpicos, a quienes roba el fuego sagrado para donárselo a los mortales, encarna espléndidamente la figura del héroe rebelde que, tras haber participado en la revolución de los Titanes contra Cronos, es capaz de desafiar el poder del nuevo tirano, el todopoderoso Zeus, y sufrir después las consecuencias en forma de durísimo castigo, y asumirlas responsablemente.


En la dramaturgia de Pablo Ley y Carme Portaceli, el contenido de la obra de Esquilo, respetado casi en su literalidad por Müller, viene precedido por una breve síntesis de los antecedentes del suplicio de Prometeo extraída probablemente de la Teogonía de Hesiodo y termina con un epílogo-desenlace (tomado, al parecer, de otro texto de Müller) que tiene una clara intencionalidad desmitificadora y que está constituido por una descarnada e irreverente parodia del la liberación del héroe por parte de Heracles y representada a ritmo frenético por unos supuestos fans del titán ataviados con atuendo paramilitar y camisetas que llevan serigrafiada su imagen. Respecto a la puesta en escena, la clásica roca o peñasco a la que Hefestos y sus esbirros Cratos y Bía encadenan a Prometeo es sustituida por una torre de vigilancia a la que se accede por un pasadizo flanqueado de focos y de alambradas que sugieren con bastante fidelidad la imagen de una campo de concentración.

En general, la concepción del espacio escénico y de la ambientación musical así como el trabajo de los actores -muy físico y de marcado expresionismo- se compadecen bien con la naturaleza del texto construido con frases lapidarias, de un ritmo solemne y con una sintaxis sometida al imperio del hipérbaton. En conjunto hallamos un todo coherente alejado de los patrones al uso en el tratamiento de los textos clásicos, que obliga al espectador a una recepción analítica del texto en la que está vedada cualquier posibilidad de un acercamiento por empatía a los anhelos, las desdichas y las tribulaciones de los personajes. Cabe encontrar, no obstante, distintos niveles en el grado de consecución de los objetivos de un modo de expresión tan formalizado. En Carme Elías (Prometeo), en Gabriela Flores (Coro) y en Pepa López (Océano) aún se perciben algunos rasgos de gestualidad espontánea que vienen a subrayar la expresión verbal de sus estados anímicos. La primera es la que muestra una entonación más acordada y una insospechada gama de registros, desde la aceptación resignada a las expresiones más violentas de orgullo, ira o ferocidad; en la segunda, cuya entonación y ademanes son por lo general ponderados, no podemos dejar de advertir aquí y allá desde el recitativo del prólogo evidentes dificultades con la prosodia castellana. Los demás apenas si hacen concesiones a la espontaneidad naturalista y se esfuerzan, generalmente con éxito, por adaptar la entonación a un movimiento y a una gestualidad hiperbólicos de filiación farsesca. En este sentido, David Bagés (Hermes), Lloreç González (Fuerza) y sobre todo Lluïsa Castell en el papel de Io, una azorada ninfa, siempre en tensión y presa del miedo y de la angustia, hacen un trabajo notable.

Gordon Craig.

CDN. Prometeo.