miércoles, abril 20, 2011

TEATRO. Veraneantes. "Divertida y corrosiva radiografía de nuestro tiempo".


Texto de Miguel del Arco a partir de la obra de Máximo Gorki.
Con: Bárbara Lennie, Israel Elejalde, Miriam Montilla, Raúl Prieto, Miquel Fernández, Lidia Otón, Manuela Paso, Elisabet Gelabert, Cristóbal Suárez, Chema Muñoz y Ernesto Arias.
Dirección: Miguel del Arco.
Madrid, Teatro de la Abadía.


Veraneantes, de Gorki, describe a un grupo terratenientes y altos funcionarios de la Rusia de principios del siglo XX durante las semanas de su retiro estival en una mansión campestre en la que se han recluido para combatir el aburrimiento y los rigores del clima estepario. Sin preocuparse demasiado por construir una trama especialmente elaborada nos ofrece una sucesión de escenas asiladas que representan el fluir de esa vida disipada y ociosa. Fino observador de la realidad de su tiempo, a lo largo de dichas escenas sólo en apariencia inconexas, el autor alcanza a descubrir el verdadero sentido de unas vidas, en general vacías, varadas en la reiteración de unos rituales sociales marcados por el convencionalismo y el tedio y por un anhelo inconcreto de cambio, de transformación.


La versión de esta pieza que estrena ahora Miguel el Arco presenta el equivalente de aquellos personajes un siglo después. Quienes ahora ocupan el vértice de la pirámide social bien por méritos propios, como Raúl, o quienes han crecido a la sombra del poder como parásitos y aduladores como Miquel o Ernesto, sestean en chanclas y en bermudas, flirtean con sus congéneres de sexo opuesto con más descaro e insolencia o atienden sus compromisos por medio del teléfono móvil pero son tan fatuos e infelices como aquellos y están igual de insatisfechos con ellos mismos; más, si cabe, carentes de la más mínima expectativa de cambio histórico -que se percibía en el ambiente de los albores del siglo XX y que podían intuir los personajes de Gorki-, y agobiados por la pesada losa que supone la constatación del estrepitoso fracaso de la última posibilidad de la utopía. De ahí esa permanente necesidad de evadirse de la realidad cotidiana, esos intentos desesperados de dejar atrás las preocupaciones y las frustraciones recurriendo a la bebida, al juego, a las fiestas y a la cháchara interminable trufada de chanzas, invectivas y maledicencia.

Para mostrar esa feria de las vanidades, esa desvergonzada exhibición de cinismo, vacuidad y desprecio por la dignidad humana Miguel del Arco cuenta con un equipo artístico de excepción, empezando por Eduardo Moreno que firma una sencilla y versátil escenografía y terminando Arnau Vila autor de una espléndida y desenfadada ambientación musical que afianza el ambiente lúdico y de desenfreno con el que tratan de ahogar sus penas los personajes mientras parodia de manera inmisericorde toda una generación de horripilantes “canciones del verano”. Papel aparte juega -nunca mejor dicho- el trabajo de los actores, que se entregan con pasión y energía desbordante al sutil juego de las apariencias que les propone del Arco. Y a fe que trasmiten, desde una arriesgada disposición central de la escena, y en un verdadero têt a têt con el público que los circunda, la vehemente defensa de sus ideas, la pulsión irreprimible del deseo, el sarcasmo, la ira, el desprecio y todo un variadísimo repertorio de sentimientos y de emociones excitadas por un clima de libertad sin trabas y por el calor sofocante del verano. El de Varia es quizá el papel más destacado y difícil de la obra, el de una mujer inestable y un tanto perdida, varada entre la angustia y el desconcierto que Bárbara Lenny resuelve con gran acierto. Omnipresente en escena en su rol de anfitriona, concita en torno a sí todos los conflictos que atenazan al resto de personajes: los desahogos y el histerismo de Mirian (Miriam Montilla), su criada y compañera; las extravagancias de su neurótica cuñada Lidia (Lidia Otón); la falta de escrúpulos y intemperancia de su despótico marido (Israel Elejalde); las proposiciones indecorosas del engreido Cristóbal (Cristóbal Suárez); las consecuencias indeseadas del carácter impetuoso y alocado de su hermano Miquel (Miquel Fernández) o el patético comportamiento de quien había sido su héroe de juventud, el famoso novelista Shamilov/Ernesto (Ernesto Arias), que hace un trabajo memorable para dar vida a este paternalista y desencantado escritor que ha perdido la fe en sí mismo y en el lenguaje. Y todavía quedan actores no citados que hacen un trabajo espléndido también, el de la pareja formada por Elisabet Gelabert y Raúl Prieto, amigos de la familia, un matrimonio lo que se dice “bien avenido” que no deja de martirizarse durante toda la obra, él con su comportamiento atrabiliario y violento y ella con su actitud provocadora y desvergonzada y en fin, last but no least, una Manuela Paso en estado de gracia particularmente convincente en su exhibición de una pureza de espíritu, una altura de miras y una superioridad moral que están muy lejos de confirmarse cuando se somete convenientemente a prueba.

Planteando temas de ayer y de hoy, con un ritmo frenético y una tensión e intensidad dramáticas que no decaen durante las más de dos horas y media que dura el espectáculo, con escenas hilarantes y otras de una crudeza y de una crueldad aterradoras, todas ellas magistralmente resueltas, este espectáculo brioso y exuberante de Miguel del Arco nos reconcilia con el teatro y con la profesión actoral, base y fundamento de esta hermosa actividad tan antigua como necesaria. Nadie debería perdérselo.

Gordon Craig.

Teatro de la Abadía. Veraneantes.

miércoles, abril 13, 2011

TEATRO. XV Feria de teatro de Castilla-La Mancha. "Variedad de propuestas y gran calidad de los espectáculos".


Puertollano. Gordon Craig. Enviado especial.

Con más de 20 espectáculos en escena la variedad y la calidad de los montajes son quizá las característica más destacadas de esta decimoquinta edición de la Feria de Teatro de Castilla-La Mancha que se ha celebrado la semana pasada en la localidad manchega de Puertollano organizada por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta y con dirección artística de Andrés Beladíez. Teatro y danza moderna a partes iguales, con prevalencia de compañías de la región y nacionales en el caso del teatro y de compañías extranjeras en el caso de la danza entre cuyos montajes hemos podido asistir varios estrenos absolutos en España.



El Teatro delle Ariete, de Bolonia (Italia) constituye quizá la propuesta más radicalmente innovadora. En Matrimonio de invierno, Stefano Pasquín y Paola Berselli nos sientan a la mesa de su cocina y nos invitan a comer mientras comparten con nosotros en la más estricta intimidad (un aforo máximo de 18 personas) los recuerdos de veinte años de su vida en común en el valle de Ariete donde tiene la granja en la que cuidan de la tierra y de sus animales. Se trata de un ritual casi eucarístico, donde junto al pan y al vino compartimos un modo de vida, una manera de ser y estar ante la naturaleza, de vivir y gozar y sufrir con ella, de sus ritmo y de sus ciclos, y del paso inapelable del tiempo ... Los peces no vuelan, de la compañía La mona ilustre nos ofrece una no menos extraordinaria experiencia teatral: en una suerte de museo del tiempo, la ensoñación y la fantasía se funden con el más crudo realismo para ofrecernos tres historias en una, tres historias terribles de incomprensión y sueños rotos pero tratadas con una carga enorme de humor e ironía. Poesía del gesto y de los objetos, un meticuloso trabajo de composición y un portentoso trabajo actoral.

Para los amantes del humor de trazo grueso hay un espectáculo musical sui géneris del Teatro de Malta, Absurdo ma non troppo, con guiños al universo del clown y al de la chirigota. A través del misterioso poder evocador de la máscara nos llega la vívida reflexión sobre la decrepitud y la muerte de Kulunka Teatro, con su André y Dorine. Y desde luego, hay una nutrida representación de producciones de espectáculos de teatro para niños, desde Cáscaras, de A priori Producciones, en clave de comedia del Arte pasando por La noche, un poético acercamiento a los miedos infantiles de Ultramarinos de Lucas, hasta la sugerente Nou, de la compañía Mariantònia Oliver, en clave circense y llena de música, de acrobacias y de números de prestidigitación.

La danza merecería capítulo aparte y representa, salvo las excepciones ya citadas, el verdadero plato fuerte de la feria. No me resisto a citar al menos tres montajes: el de la compañía colombiana L’explose, que dirigida por Tino Fernández y compuesta por un elenco de bailarines de varios países europeos e hispanoamericanos presenta En otra parte, un espectacular montaje sobre la confrontación y el desarraigo inherente al choque de culturas. El Tao Te, de Ferenc Feher, de Budapest, una iluminadora simbiosis de “street dance” y artes marciales o la desasosegante Rites, de los ingleses Kevin Edward Turner y Anthony Missen, una brutal y a la vez conmovedora exploración sobre los límites de la identidad masculina.

Gordon Craig.

Feria Teatro de Castilla La Mancha.

domingo, abril 10, 2011

ARTE. Exposición de Beatriz de las Heras: "Spring Art".




Exposición de Pintura: “Spring Art” de Beatriz de las Heras.
Centro Cultural Blas de Otero.
Paseo de Guadalajara 12, San Sebastián de los Reyes, Madrid.
29 de abril - 12 de mayo de 2011.


Más Información.

Visita el Blog de la artista.

miércoles, abril 06, 2011

TEATRO. American buffalo. “Business is business” o la moral de los negocios.


De: David Mamet.
Con: Ivan Benet, Pol López y Marc Rodríguez.
Dirección: Julio Manrique.
Alcalá de Henares. Corral de Comedias.



Todos clamamos por la integridad moral, por la ética en los comportamientos tanto públicos como privados, hasta que esa rectitud se cruza de frente con la línea no tan recta de nuestros intereses. En otras palabras, cuando de negocios se trata la moral resulta cuando menos molesta y hay que dejarla a un lado. Eso es precisamente lo que le ocurre al pacífico Donny Dubrow, protagonista de la obra que comentamos y propietario de una astrosa tienda de compraventa de objetos usados en un barrio marginal de Chicago, cuando cree haber sido timado por un comprador ocasional en una reciente transacción.

El objeto en cuestión resulta ser una vieja moneda de plata con la efigie de un búfalo americano en una de sus caras por la que el comprador le ha ofrecido una suma inusualmente elevada. Esto hace sospechar a Don que dicha pieza posee un valor mucho mayor y traza un plan para robársela. Para ello va a servirse de Bob, un joven yonki medio sonado que anda sin blanca y de quien Don está intentando hacer un hombre de provecho, y de su amigo y cómplice Teach, un tipo desequilibrado, irascible y sin principios a quien nadie parece tomar en serio. Tres pobres diablos en suma, agitados por un repentino frenesí de codicia, pero que se rebelan incapaces ni siquiera de fraguar un plan coherente para llevar a buen término el robo mientras consumen sus menguadas fuerzas e inteligencia en interminables disquisiciones de orden práctico y en vacuidades sobre la lealtad, la amistad o los negocios. De hecho se trata de una trama exigua que se sustenta justamente en la sorprendente espontaneidad y el carácter rabiosamente coloquial de los diálogos (que suponemos habrán dado más de un quebradero de cabeza a la traductora); diálogos inanes, por otra parte, desde el punto de vista de su contenido, reiterativos y llenos de tópicos, tributarios en cierto modo de la poética del absurdo.

Julio Manrique dirige con buen tino a los actores y demuestra tener un buen oído para el ritmo de la obra; un ritmo preñado de contrastes, de momentos pausados, de silencios y de explosiones de cólera en los clímax. Hay asimismo un sólido trabajo de actuación siendo Ivan Benet (Don) y Marc Rodríguez (Teach) quienes tiene mayores oportunidades de lucimiento, sobre todo el segundo, cuyas frases ininteligibles, su suspicacia, sus accesos de ira, o sus caídas repentinas en la autoflagelación, en la melancolía, o en un ensimismado abatimiento dan el perfil exacto de un neurasténico.

Con humor cortante y corrosivo que no da tregua al espectador, Mamet nos presenta en el fondo una crónica sobre la degradación. Como ha dicho algún crítico, estos tres ladrones fallidos, cada uno a su manera, no son sino el subproducto de la tan extendida creencia americana en la libre empresa; tres víctimas en las cuales, a poco que miremos a nuestro interior, podríamos llegar a reconocernos.

Gordon Craig.

Corral de Comedias: American Buffalo.