viernes, marzo 30, 2012

TEATRO. El fantástico Francis Hardy, curandero. “The way you look tonight”.

De Brian Friel. Versión de Manuel Benito.
Con: Bruno Lastra, María Pastor y Felipe Andrés.
Dirección: Juan Pastor.
Madrid. Teatro de la Guindalera.

El fantástico Francis Hardy, curandero prefigura algunos de los temas más recurrentes de la dramaturgia posterior de Brian Friel así como algunos de los aspectos más relevantes de su escritura. En particular la reivindicación de la memoria -con sus olvidos o con su distorsión interesada de la realidad- como herramienta imprescindible para la construcción de la identidad personal y el recurso a la narración polifónica como sustituto del diálogo dramático que, en el caso de Molly Sweeney, por ejemplo, habría de alcanzar cotas casi insuperables de perfección formal. Sin salirnos del lenguaje, hay ya en la obra que comentamos atisbos de la predilección del autor por la utilización de diversidad de registros idiomáticos, variedades de uso, sociales y dialectales; encontramos asimismo ese gusto por el paisaje y por el folclore irlandés, su intento de recrear, de evocar, mejor, esa atmósfera ruda, primitiva, pero de resonancias místicas de las zonas rurales de una Irlanda misteriosa y legendaria.

En El fantástico Francis Hardy (Faith Healer, en el original) el tema del tiempo y de la memoria se elevan a primerísimo plano; de hecho, la obra recrea en cuatro largos monólogos (uno de cada personaje, a excepción de Hardy, que abre y cierra la narración) la pintoresca y terrible historia de un charlatán-curandero ambulante, el citado Frank Hardy, dotado de un misterioso don para sanar enfermedades, de su mujer Grace y de su representante Teddy, por los pueblos perdidos de Gales, Escocia e Irlanda malviviendo de los magros emolumentos que les reportan sus curaciones. Las diferentes versiones que nos ofrecen de los hechos realmente acaecidos los tres personajes, sus grandes discrepancias, a veces interesadas, a veces inconscientes, la dosis variable de ironía, de benevolencia, de nostalgia, de autocomplacencia o de resentimiento con que se tiñe el relato de ciertos episodios cruciales de su vida en común, o de sus antecedentes, o de sus consecuencias, nos demuestran cuan caprichosa y acomodaticia puede llegar a ser la memoria, pero no nos impiden llegar a establecer un fondo de verdad sobre el carácter de los personajes y sobre la naturaleza de su experiencia compartida.

La versión de Manuel Benito es pulcra, retiene ese carácter poemático, de composición musical, que tienen los textos de Friel y resuelve con encomiable acierto los giros, recovecos y cambios de perspectiva de una narración asaz elaborada, con frecuentes paradas, avances, retrocesos, incisos y reformulaciones. La puesta en escena es sobria, eficaz; tenues cambios en la iluminación y un atinado y sugerente espacio sonoro marcado por el recurrente “The way you look tonight” subrayan los clímax y facilitan las transiciones coadyuvando -como en el principio y el final de la obra- a generar ese halo de irrealidad que impregna el relato, pero dejando todo el protagonismo al trabajo, espléndido, de los actores. De hecho uno llega a pensar si en origen, la elección de este texto -más allá de la devoción que la sala Guindalera profesa por Brian Friel, de quien ha hecho ya tres montajes- no estará motivada precisamente por lo que tiene de reto para poner a prueba el talento y la preparación del elenco, por el desafío que supone experimentar con la oralidad en estado puro, sin apenas acción dramática que la sustente. Y es el caso que el resultado de la experiencia es excelente tanto por lo que respecta a la labor de dirección como por lo que atañe al trabajo de los actores. Felipe Andrés sortea con acierto el problema de caracterización de Teddy, el manager, un anciano un tanto desaliñado, de aspecto frágil y modales corteses, dicharachero, guasón, que parece sacado del baúl de los recuerdos, consagrado a rememorar una y otra vez el extenso anecdotario de su azarosa existencia; su facundia es sólo una pantalla con la que ocultar o dulcificar los malos recuerdos. Contrastando con la mirada indulgente de Teddy está la trágica figura de Grace (María Pastor) que es la viva imagen del resentimiento y de la desesperación, la imagen de una mujer fuerte, temperamental, ajada por las privaciones y el sufrimiento, incapaz de serenar su espíritu y compadeciéndose a sí misma mientras pasa revista a sus tormentosas relaciones con su padre y con Frank, a quien inexplicablemente parece seguir amando todavía. Bruno Lastra por su parte da vida a un Frank lleno de encanto y simpatía; despliega desde el primer minuto todas sus artes de seducción, que son muchas, empezando por su penetrante mirada de benévola jactancia, siguiendo por la estudiada teatralidad de sus gestos y movimientos, en particular los de sus manos de prestidigitador, y por la sinuosa modulación de una voz cálida, aterciopelada y envolvente. Es prodigioso el inagotable aporte de recursos del gesto, de la entonación, de las miradas, de los silencios, que llevan a cabo estos actores, sobre todo Bruno Lastra, a quien no habíamos tenido oportunidad de ver sobre el escenario y María Pastor, en un trabajo verdaderamente antológico. 

miércoles, marzo 28, 2012

1000 razones para no dejar de leer. La Constitución de Cádiz de 1812, por Pablo Sebastián.



<< [...] Ayer en Cádiz escuchamos al Rey don Juan Carlos I pedir un esfuerzo de unidad a los españoles y al presidente Rajoy decir que estos tiempos difíciles no deben de impedir las reformas de orden económico que impulsa su gobierno. Pero nada se escuchó de las necesarias reformas democráticas y ninguno de los dos declaró algo así: “Españoles: ‘nuestra’ monarquía es vieja; mi misión se dirige a renovarla y os haré gozar de los beneficios de una reforma… Españoles: acordaos de lo que han sido vuestros padres, y mirad a lo que habéis llegado. No es culpa vuestra, sino del mal Gobierno que os regía. Tened esperanza, y confianza en las circunstancias actuales; pues yo quiero que mi memoria llegue a vuestros últimos nietos, y que exclamen: es el regenerador de nuestra patria”. Estas palabras, que hoy siguen teniendo vigencia a la luz del postrado momento español, las pronunció el 25 de mayo de 1808, el mismísimo Napoleón [...]. >>

Pablo Sebastián en República de las Ideas.



martes, marzo 27, 2012

lunes, marzo 26, 2012

1000 razones para no dejar de leer: “La última noche” de James Salter.

<< […] Cenaron en silencio. Su marido no la miro. Su cara lo irritaba, sin saber por qué. Podía ser guapa, pero había veces en que no lo era. Su rostro era como una serie de fotografías, algunas de las cuales deberían haber acabado en la papelera. Ésta era una de esas noches. […] >>

La última noche” de James Salter.

viernes, marzo 23, 2012

TEATRO. Combate de negro y perros. "El otro, mi enemigo".


De Bernard-Marie Koltès.
Con: Manuel Tiedra, Malcolm Sité, Lorena Roncero y Raúl Chacón.
Espacio escénico, versión y dirección: Mikolaj Bielski y Borja Manero
Madrid Teatro Réplika. 9 de marzo de 2012.


 

Tiene la virtud el teatro de Koltès de presentar conflictos que anclados en la más concreta realidad la trascienden para inscribirse en una dimensión simbólica. Y lo mismo cabría decir de su concepción del espacio escénico casi siempre susceptible de una interpretación metafórica. Sus diálogos, de filiación pinteriana, que abundan en la expresión de las circunstancias externas que determinan el comportamiento de los personajes y en detalles de su situación anímica (la reiteración en el caso de la obra que nos ocupa llega a resultar obsesiva), esconden entre líneas un sentido profundo que demanda ser explicitado. De modo que les queda a los actores y al equipo artístico en su conjunto -y ahí radica en gran medida la inobjetable modernidad de este dramaturgo-, un amplio camino por recorrer para convertir sus textos en genuina escritura escénica. Pues bien, hay que decir que este montaje de Combate de negro y perros que reestrena ahora la sala Réplika con versión y dirección de Mikolaj Bielski y Borja Manero responde cumplidamente a esa exigencia de concreción y constituye una muestra consumada de teatralidad plena.




Desde el primer momento, con la llegada por sorpresa de Alboury confundido con la negrura de la noche, la tensión no deja de acrecentarse más y más cada minuto que pasa hasta hacerse prácticamente insoportable, favorecida por una precisa articulación de la acción dramática que se desarrolla en forma de círculos concéntricos como los producidos por una piedra arrojada sobre una superficie de agua.

De hecho esa balsa de agua estancada, putrefacta, es el hábitat natural donde chapotean Horn y Cal, encargado de obra y capataz respectivamente de un empresa de construcción europea destacada en algún lugar indefinido del continente africano. Dos canallas sin principios y sin escrúpulos, reducidos casi a la condición animal poseídos por el hastío, por el odio al otro, y por una infinita sensación de vacío que tratan de paliar con la bebida y esgrimiendo el espantajo del progreso, de la superioridad racial y de una vaga ideología igualitaria. El elemento que desestabiliza la superficie de esa charca inmunda (la imagen de la cloaca donde es arrojado el cadáver del obrero muerto es aquí pertinente), es, por un lado la llegada de Liona, pero sobre todo el empeño de Alboury de recuperar a toda costa el cadáver de su hermano. A medida que los círculos se ensanchan se van desvelando más y más detalles a cual más sórdidos e infamantes de lo sucedido y se van implicando cada vez nuevas dimensiones de la personalidad de los protagonistas mientras se pone al descubierto su verdadera catadura moral. Por extensión, acorde con esa apelación a la universalidad que tiene los personajes de Koltès, afloran con toda crudeza las diferentes máscaras que adopta en el ser humano el instinto de dominio y de explotación de sus semejantes.

La escenografía es sencilla pero eficaz; recrea un recinto cercado por una alambrada que separa dos mundos irreconciliables: fuera la selva impenetrable, oscura y amenazadora, símbolo del otro, de lo desconocido; dentro, ¡quién lo diría!, el mundo civilizado; pero también cuadrilátero donde dirimen sus diferencias, como lo púgiles en un ring, los protagonistas de la historia. Hay una concepción clara y coherente de la dirección que controla el movimiento escénico y que modula con pericia los tiempos y los marcados contrastes entre las sucesivas escenas. Y hay un espléndido trabajo de los actores que reproduce el arduo y complejo proceso de transformación de sus personajes respectivos forzados por las circunstancias, conjurando los dos peligros que, según apuntaba acertadamente Carla Matteini, amenazan la puesta en escena de las obras de Koltès: la retórica y el naturalismo. Sin demérito del resto, que como digo hacen un sólido trabajo, destaca quizá el papel de Raúl Chacón, el desequilibrado neurasténico Cal; sorprende su capacidad para mostrar su creciente nerviosismo y desasosiego y cómo transita de un estado inicial de indiferencia y ensimismado a sus explosiones momentáneas de cólera incontrolada bajo los efectos del alcohol; se las compone para construir la imagen de un ser repulsivo, inseguro, resentido, violento y atrabiliario, e incapaz de amar; fiel reflejo de la hipocresía de la deshumanización y de la ruina moral instalada en amplias capas de una sociedad occidentalizada otrora supuesta depositaria de los atributos de una cultura superior inspirada en los principios de la razón.

Gordon Craig.

 Gordon Craig en el Diario de Alcalá.

miércoles, marzo 21, 2012

martes, marzo 20, 2012

1000 razones para no dejar de leer. El teatro, esa máquina de imaginar, por Marcos Ordóñez.


<< En mi hit parade de máquinas de imaginar, el cine ocupa el tercer lugar, por detrás de la novela y el teatro. En una novela, como decía Hemingway, un punto y aparte en el lugar que le corresponde puede desgarrar el corazón con la fuerza de una tenaza. En el teatro, la potencia expresiva de un actor siempre batirá a las más sofisticadas escenografías. Por supuesto que adoro el cine, que no podría vivir sin el cine y que a menudo me hace volar, pero a veces su tiranía de lo real es excesiva. >>

 El teatro, esa máquina de imaginar, por Marcos Ordóñez, en El País.

Lee aquí el artículo completo.


viernes, marzo 16, 2012

TEATRO. Petra, la mujer araña y el putón de la abeja Maya. "El deseo y la posesión".

Dirección y coreografía: Sol Picó.
Dramaturgia: Sol Picó y Carles Alfaro.
Con: Maru Valdivielso y Vanesa Segura García. Bailarines: Xaro Campo, Verónica Cendoya, Virginia García, Carlos Fernández Fuentes, Valentí Rocamora i Torà y Emilio Gutiérrez.



No es nuevo en la trayectoria artística de la bailarina y coreógrafa Sol Picó el intento de fundir verbo y movimiento, palabra y danza, en un único artefacto expresivo que combine las peculiaridades de ambos modos de expresión artística. Hace un par de años, fruto de su colaboración con Sergi Belbel, vimos un espléndido espectáculo creado a partir de El Baile, de Irène Némirovsky. Ya entonces hacíamos notar, que, pese al notable trabajo de la temperamental Anna Lizarán (Rosina) la tremenda energía de Xaro Campo (Antoinette) en la ejecución de las escenas bailadas y la rotundidad casi marcial de sus movimientos acaparaba todo el protagonismo y adquiría un indeseado grado de autonomía que hacía peligrar la unidad del conjunto. De este espectáculo puede decirse casi lo mismo.

En esta ocasión el montaje está inspirado en la película de Rainer Werner Fassbinder Las amargas lágrimas de Petra von Kant. Palabra y danza se aúnan con el propósito de recrear las turbulentas relaciones lésbicas de Petra von Kant con la joven modelo Karin Thimm, su amante; pues bien, los breves pasajes dialogados que sostienen la débil trama argumental, sucumben ante la arrolladora fuerza expresiva del movimiento per se; digo más la expresividad de los bailarines y actrices embridada y sujeta a unas pautas precisas de concreción de sentido cuando secundan o subrayan las palabras de los intérpretes se desbordan en los momentos en las que el habla cede el protagonismo a la danza y alcanzan elevadas cotas de belleza plástica e intensidad emocional. Se nota que las actrices y los bailarines y bailarinas se sienten más cómodos e inspirados cuando lo fían todo al dinamismo del cuerpo sin más trabas que su propias limitaciones físicas o las exigencias de una técnica, de un lenguaje corporal específico que la coreógrafa viene desarrollando en consonancia con las tendencias más influyentes de la danza contemporánea.

Un lenguaje, por cierto, que nos aleja de la impresión de plácida fluidez que trasmite la danza clásica, más consciente de la tridimensionalidad del espacio y de la posibilidad de expresar los fuertes contrastes -quizá sería mejor decir contradicciones- que amenazan con destruir el frágil equilibrio emocional de la protagonista; como así ocurre al final, con una Petra von Kant humillada, desesperada por el abandono de Karin. Movimiento que en el caso de Petra (Maru Valdivielso) siempre es desmesurado, insolente al mostrar su arrogancia, o agresivo en su rol de dominadora, jefa de pista, que, látigo en mano pretende meter en vereda a sus propios monstruos (demonios interiores fruto de la pasión, del deseo y del desamor); o juguetón, parodia de una Karim-autómata caprichosa y displicente; o sincopado y espasmódico, como los preliminares del orgasmo que infructuosamente persigue la “bomba sexual”, con reveladores gestos y actitudes posturales del coito, de la violencia sádica o de la humillación masoquista en la figura sumisa de Marlene; en composiciones, en fin, donde parejas o tríos tratan de recomponer una sexualidad insatisfecha, atormentada y turbulenta donde la entrega generosa es sustituida por el dominio o la posesión.

Gordon Craig.


martes, marzo 13, 2012

1000 razones para no dejar de leer: “Contrapunto” de Aldous Huxley.

"[…] ¿Llegaré a tener jamás la fuerza del espíritu suficiente para romper con estos hábitos indolentes del intelectualismo y consagrar mis energías a la tarea, más seria y difícil, de vivir integralmente? Y aun cuando me me esforzaba por deshacerme de estos hábitos, ¿no llegaría a descubrir que la herencia se halla en su base y que yo soy congenitalmente incapaz de vivir total y armoniosamente. […]".

Aldous Huxley, “Contrapunto”.

lunes, marzo 12, 2012

viernes, marzo 09, 2012

TEATRO. Banalités y Vianalités. "Siempre nos quedará la música".

Dirección e interpretación: Enrique Viana.
Piano: Daniel Oyarzabal.
Alcalá de Henares. Corral de Comedias.



Parece acertada la fórmula adoptada por el Corral de Comedias de combinar la exhibición de montajes estrenados en la Abadía con espectáculos de música y variedades, por lo general de pequeño formato, adaptados a las dimensiones de la sala y a los gustos del heteróclito público alcalaíno, un público agradecido que responde con llenos absolutos a esta singular iniciativa aun en medio de la crisis. Este acierto hay que hacerlo extensivo también a la inteligente y meritoria labor de gestión de audiencias y de promoción y difusión de los espectáculos basada en una incansable y bien encaminada labor de información. Nos felicitamos por ello porque el éxito es quizá en estos tiempos que corren el mejor seguro para garantizar la supervivencia.

            El de anteanoche es uno de esos montajes a los que nos referimos. A medio camino entre el recital y el espectáculo de cabaret, la función (término un tanto démodé, felizmente rescatado para la crítica teatral por Marcos Ordóñez) combina el rigor y la seriedad del primero con el humor desenfadado y salaz del segundo, en una versión un tanto edulcorada, para todos los públicos, vaya, comandada por el showman y humorista Enrique Viana que es a la vez un estimable tenor, un ingenioso monologuista y un transformista de mérito.

            Sus espléndidas interpretaciones de arias de ópera que van desde “La donna é mobile”, de Rigoletto, de Verdi, hasta “Plus grand, dans son obscuritè”, de La reina de Saba, de Gounod, están jalonadas por interludios narrativo jocosos en los que Enrique Viana contextualiza tales arias hilvanando un relato pícaro y jacarandoso con anécdotas de su invención sobre personajes relacionados con el mundo de la ópera, salpimentado con chistes y chascarrillos sobre múltiples aspectos triviales de la vida social y de su propia experiencia artística. Maestro de la ironía y de la alusión, muchas veces sus gestos y comentarios atrevidos o maliciosos sobre terceros o sobre su propio físico e indumentaria, disparan la imaginación de los espectadores y son recibidos con regocijo y con sonrisas cómplices. Pero como ya he dicho hasta sus veladas alusiones eróticas o sobre la identidad sexual nunca llegan a ser escabrosas; su humor puede ser salaz pero nunca grosero o soez. Su habilidad para la distorsión paródica es portentosa y lo mismo puede caricaturizar el más nimio y banal de los sucesos de la vida cotidiana que un episodio de trascendental importancia para el desarrollo de la acción dramática en una ópera clásica; a este respecto la figura del esclavo de la reina de Saba (en la ópera del mismo nombre) o la transformación de un aguerrido soldado en la figura enclenque y afeminada de un Boy Scout con un glamouroso trajecito malva y botas de montaña alcanzan cotas insuperables de comicidad que el público jalea enardecido.

 Gordon Craig.

Corral de Alcalá. Banalités y Vianalités.  

Gordon Craig en el Diario de Alcalá. 

miércoles, marzo 07, 2012

1000 razones para no dejar de leer. El ajuste mollar y los cuatro pilares del Estado del Bienestar.


<< Nos hallamos ante una situación de emergencia nacional, que no admite paños calientes. Bajar de un déficit del 8,5% a otro del 3% en dos ejercicios (en realidad en año y pico) afrontando un ajuste de caballo de 58.400 millones, no va a ser posible cerrando televisiones autonómicas, aparcando coches oficiales y ahorrando en bolígrafos  [...] La realidad es que va a ser tan fácil incendiar la calle con algo de determinación y unas gotas de demagogia, que resulta difícil imaginar la mera posibilidad de un ajuste de tales dimensiones, siquiera con mayoría absoluta, sin llegar a algún tipo de pacto o acuerdo con el Partido Socialista.>>

El ajuste mollar y los cuatro pilares del Estado del Bienestar, por Jesús Cacho en Voz Populi.

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lunes, marzo 05, 2012

1000 razones para no dejar de leer: “Contrapunto” de Aldous Huxley.


<< […] Hay dolores agudos que podemos confesar; sufrimientos de los cuales puede uno sentirse realmente orgulloso. Los poetas han hablado con elocuencia de la pérdida de un ser, de la despedida, del sentimiento del pecado y del temor a la muerte. Estos dolores obtienen la simpatía del mundo entero. Pero existen también angustias ignominiosas no menos torturantes que las otras, pero de las cuales el que las sufre no se atreve, no puede hablar. La angustia del deseo contrariado, por ejemplo. […] >>

Aldous Huxley, “Contrapunto”.

viernes, marzo 02, 2012

FOTOGRAFÍA. Alberto Sen. Kioto.



Alberto Sen. Flickr.

Alberto Sen Fotografías.

1000 razones para no dejar de leer. "Terranova y la crisis de endeudamiento global".


"Casi nadie conoce los hechos extraordinarios que acaecieron ahí. El Parlamento británico y el Parlamento del Dominio de Terranova acordaron que la democracia debía subordinarse a la deuda. El parlamento más antiguo del Imperio británico después del de Westminster, fue abolido y se impuso una dictadura sobre los 280.000 ciudadanos que habían disfrutado de democracia directa durante 78 años. Posteriormente, el Gobierno británico usó sus poderes constitucionales para obligar al país a confederarse con Canadá”.

Terranova y la crisis de endeudamiento global de David Hale.

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