viernes, diciembre 30, 2016

1000 razones para no dejar de leer. William Eggleston. La fotografía.

"[Hago fotografías en color] porque es en color como veo el mundo”.
“No pienso de antemano en la foto que voy a hacer. Algo ocurre cuando llego allí y en una fracción de segundo la imagen emerge”.

William Eggleston.

martes, diciembre 27, 2016

miércoles, diciembre 21, 2016

TEATRO. Best of BE Festival 2016. "Los espectadores protagonistas".

Situación con brazo en alto. Oliver Zahn. Alemania.
“Premio ACT” BE festival 2016.
Overload. Teatro Sotterraneo. Italia.
Primer Premio BE Festival 2012.
Quintetto. Teatro Instabile di Aosta. Italia.
Primer Premio BE Festival 2015.
Alcalá de Henares. Corral de Comedias. 21 de octubre de 2016.



Como en años anteriores, esta función incorpora tres de los espectáculos más premiados del festival de teatro europeo de Birmingham (Birmingham's European festival). Seleccionados de entre las más de 40 producciones que allí se exhiben, constituyen una muestra representativa de las nuevas tendencias en el campo de la performance y del teatro alternativo emergente del viejo continente.

En esta ocasión los espectáculos seleccionados tienen en común el protagonismo conferido a los espectadores. En el primero de ellos, Situación con brazo en alto, una joven actriz (Isabelle Przemus) adopta la posición del saludo nazi y desde distintas ubicaciones en el escenario trata de mantener dicha posición durante los treinta minutos que dura el espectáculo (50 minutos, al parecer, en el estreno del montaje originario en Berlín).

Hay un brevísimo interludio cómico al principio, en el que una voz en off enumera pormenorizadamente -con evidente intencionalidad irónica- los músculos que intervienen para mantener la posición de la mano y el brazo en la situación y ángulo correctos e invita a la actriz a mostrarnos la posición desde diversos puntos de vista (de frente, de lado, de espaldas, ...). luego la tensión se acrecienta a medida que pasan los minutos y observamos la incomodidad manifiesta de la performer y sus esfuerzos redoblados para mantener la postura, mientras la voz neutra del narrador se detiene con toda parsimonia en referir los antecedentes legendarios, artísticos y políticos del mal llamado “saludo romano”, desde su primera representación pictórica en el cuadro “El juramento de los Horacios” de Jacques-Luois David hasta el gesto marcial de las juventudes nazis en los documentales de Leni Riefenstahl.

Controvertido en Alemania -llevado a los tribunales, incluso- debido a la estricta prohibición de usar dicho saludo en aquel país, el espectáculo no concita obviamente reacciones tan viscerales por parte del público español; no obstante la presencia insistentemente mantenida ante nuestros ojos de uno de los símbolos más reconocidos y potentes del horror nazi no deja de producir un ligero cosquilleo de incomodidad cuando no un abierto sentimiento de repulsa.

Las dos siguientes obras se sitúan definitivamente en otra onda. En “Overload” (Sobrecarga) el grupo florentino Teatro Sotterraneo juega con la progresiva pérdida de la capacidad de atención a la que nos estaría conduciendo el empleo abusivo de las nuevas tecnologías de la información, llevando hasta extremos absurdos y surrealistas los efectos de este supuesto déficit cognitivo. El resultado es una divertidísima sucesión de escenas en los más variados contextos y situaciones (desde la ceremonia de la entrega de los Oscar hasta un concurso de Miss Universo) interrumpidas bruscamente pasados 8 segundos desde su inicio, tiempo máximo antes de que la atención se disperse o sea demandada por otros requerimientos. Y vuelta a empezar. El resultado es de un ritmo trepidante que no decae en ningún momento gracias la inventiva y el ingenio que derrochan los actores (dos actores y dos actrices) para conectar con los grandes tópicos y “trending topics” que modulan nuestra experiencia cotidiana de la realidad a golpe de “tweets”, “podcasts” o pantallazos.

De una comicidad desbordante, un punto ácida, es también “Quintetto”. Protagonizada por Marco Chevenier la obra tiene como punto de partida las dificultades de supervivencia del teatro en una sociedad en crisis. De hecho “Quintetto” hace referencia a una compañía de cinco miembros, en la que sólo queda un actor para llevar adelante el espectáculo. Para ello tendrá que limitarse a realizar un simulacro, un sucedáneo de cómo era la función originaria, sirviéndose de espectadores voluntarios para suplir a los actores que faltan y a los técnicos de luz y sonido. Tras un sorprendente ejercicio de empatía para granjearse la colaboración del público y un fase de ensayos, con continuas interrupciones para dar instrucciones a los miembros del elenco recién reclutado, el resultado es una hilarante parodia de la que los espectadores son protagonistas por partida doble, disfrutando tanto dentro como fuera del escenario.

Gordon Craig.

Best of BE festival 2016.

domingo, diciembre 18, 2016

miércoles, diciembre 14, 2016

TEATRO. Navidad en casa de los Cupiello. "Una Nochebuena accidentada".

Autor: Eduardo De Filippo.
Adaptación de: Aitana Galán y Jesús Gómez Gutiérrez.
Con: Gloria Albalate, Críspulo Cabezas, Huichi Chiu, Mª Filomena Martignetti, Daniel Moreno, Mariano Rochman, Fernando Sansegundo y Rosa Savoini.
Dirección: Aitana Galán.
Madrid. Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa. 3 de diciembre de 2016.





Con ocasión de su participación en la obra “Voces desde el interior”, de Eduardo De Filippo, montaje que pudo verse en Madrid hace año y medio dentro de la programación del Festival de Otoño, el periodista Enric González entrevistó Toni Servillo, un actor muy conocido en Italia, pero del que por aquí no teníamos noticia de su existencia hasta el estreno de la oscarizada -y espléndida película- “La gran belleza”, de Paolo Sorrentino.

Traigo a colación dicha entrevista porque alguna de las observaciones que hace el actor, napolitano también, como De Filippo, sobre la idiosincrasia del habla de Nápoles y sobre las limitaciones de la traducción para dar cuenta precisamente de tales peculiaridades, pueden ayudar a comprender las dificultades que conlleva la adaptación de una obra como la que comentamos, un tipo de teatro de naturaleza genuinamente popular, como el de nuestro Arniches, por ejemplo, o el de los hermanos Álvarez Quintero, si se me permite la comparación.

Ocurre a menudo -nos dice Toni Servillo- con los dialectos, o con los textos en riguroso registro coloquial, que allí donde no llega con claridad el significado de las palabras, sus tonalidades, su ambigüedad, sus connotaciones, etc ..., llega el gesto, que ayuda muchísimo a la expresión. Pues bien, es en esa reprogramación en la lengua de destino, en ese “volcado” a un nuevo código que no es mero trasvase textual sino un completo proceso de trasferencia cultural (que incluye, junto a las nuevas cualidades sonoras de las palabras y de la entonación, una expresividad corporal diferenciada vinculada a esa nueva sonoridad), donde, a mi juicio, el montaje flojea. Y quizá mejoraría si se moderase esa tendencia a la sobreactuación de algunos personajes que se dejan llevar en demasía por el estereotipo de italiano, expansivo en sus afectos y emociones, vocinglero, vehemente y gesticulador.

Tampoco ayuda, y es también, creo yo, fruto de esa tendencia general a la esperpentización, forzar el final que ya es de por sí demasiado triste, con el recurso al desahucio, antidisturbios incluídos, aunque tal exceso queda compensado con creces por el cuadro final, con el cándido Luca Cupiello en el lecho, rodeado de sus deudos, henchido de satisfacción por el “retorno” de Nicolino, por la reconciliación con su hijo y embelesado como un niño en la contemplación del firmamento. La imagen parece la del mismísimo niño Jesús en el portal de Belén.

Aitana Galán consigue recrear esa cierta atmósfera de nostalgia, mezcla de alegría y tristeza, consustancial a las reuniones navideñas e imprime un ritmo trepidante al desarrollo de la acción propia de una típica comedia de enredo, cuya trama no voy a desvelar para no arruinar el suspense. En el fondo no es sino una divertida y entrañable estampa costumbrista en la que los secretos, las desavenencias y pequeñas miserias los miembros de una familia de clase media-baja eclosionan con ocasión de la celebración de la típica cena navideña, dando lugar a escenas de una irrefrenable comicidad.

En conjunto, con la salvedad referida, el trabajo actoral es meritorio, incluso entusiasta, deslucido a veces por la escasa libertad de movimientos que permiten las reducidas dimensiones del escenario. Sin ánimo de exhaustividad y para ser justos, cabria mencionar al menos el sutilísimo juego a tres bandas de Vittorio (Daniel Moreno), contemporizando con Luca mientras reprime la pasión que siente por Ninuccia y las ganas de arreglar cuentas con Nicolino (Mariano Rochman); éste, por su parte, logra, contra viento y marea, mantenerse en una actitud y atenta y amigable con Luca y Concetta mientras no le pierde la cara a Vittorio. La veterana Rosa Savoini (Concetta) es una madre de familia protectora y afectuosa; solícita y comprensiva con todo el mundo, sólo pierde la paciencia con su marido, Luca, contra el que despotrica amargamente cubriéndole de reproches. Fernándo Sansegundo, en fin, hace una estupenda recreación del anciano Luca; un niño grande bondadoso, apacible y locuaz que vive ya casi en un mundo de recuerdos; a medida que avanza la obra va encontrando la entraña profundamente humana su personaje y nos depara momentos de gran emotividad. Parece movido exclusivamente por la ilusión que le reporta la construcción del Belén y por mantener la concordia entre todos los miembros de la familia en una noche tan señalada.

Gordon Craig.

Navidad en casa de los Cupiello. CDN.

domingo, diciembre 11, 2016

martes, diciembre 06, 2016

1000 razones para no dejar de leer. "Mirar" de John Berger.

"La costumbre de tener animales al margen de su utilidad es una innovación moderna y única en la historia, si tenemos en cuenta la escala social que hoy ha alcanzado este fenómeno. Forma parte de la reclusión universal, aunque individualizada, en la intimidad de la pequeña unidad familiar, decorada o amueblada con recuerdos del mundo exterior, que es una de las características propias de las sociedades de consumo".

Mirar de John Berger.

lunes, diciembre 05, 2016

TEATRO. El año del pensamiento mágico."Una leccción de supervivencia".

De Joan Didion.
Traducción de Juan Pastor.
Intérprete: Jeannine Mestre.
Espacio escénico: Juan Pastor.
Dirección: Juan Pastor.
Madrid. Teatro de la Abadía. 26 de noviembre de 2016.



A poco que reflexionemos sobre los motivos que nos impulsan a tomar algunas decisiones (desde mantener una relación extramatrimonial a comprar un décimo de lotería), o sobre nuestras reacciones ante determinados sucesos más o menos fortuitos (como un pequeño accidente doméstico o la irreparable pérdida de un ser querido), nos daremos cuenta de que no siempre actuamos movidos por el criterios de estricta racionalidad sino impelidos por emociones, deseos, prejuicios, creencias, percepciones subjetivas o especulaciones sin fundamento alguno.

Se trata de una forma de pensar y de actuar contaminada por residuos, más o menos arraigados en nuestra psique -dependiendo de nuestra formación y de nuestra personalidad-, de formas de comportamiento y de pensamiento arcaicas que los psiquiatras y los estudiosos de las culturas antiguas han definido como “pensamiento mágico”, que, entre otras cosas, inducía a los miembros de estas comunidades primitivas a pensar que podían ejercer algún control sobre los acontecimientos.

La obra que nos ocupa, de carácter autobiográfico, trata precisamente de cómo su autora, la periodista y escritora estadounidense Joan Didion, se refugia durante un año en esa forma de pensamiento mágico como último recurso para enfrentarse al dolor por la pérdida repentina de su marido, el también escritor y guionista John Gregory Dunne y de su hija Quintana, fallecida finalmente a pocos meses del deceso de John, tras sucesivas recaídas en una grave dolencia mal diagnosticada.

A lo largo de un extenso y vibrante monólogo la autora (encarnada por una espléndida Jeannine Mestre) revive con todo lujo de detalles su experiencia traumática con la enfermedad y con la muerte y desaparición de sus seres queridos, mientras evoca lugares y momentos felices de una vida en plenitud apenas ensombrecida por vagos presagios de la desgracia futura. Pequeños indicios o señales que sólo es posible descifrar en los estados de lucidez a los que nos aboca el dolor extremo producido por una desgracia irreparable.

Pese al cariz inequívocamente dramático que tiene esta experiencia que la autora comparte con los espectadores, la escritura no adopta en absoluto un tono apocalíptico, ni lastimero ni sentimentaloide. Antes bien todo el texto, en una pulcra versión de Juan Pastor, esta atravesado por una fina ironía, por un sesgo dizque humorístico que facilita la empatía con el espectador. El hilo del relato fluctúa entre la confidencia íntima, el informe frío y pormenorizado de los hechos, las interpelaciones al público y la cálida, acogedora y ensimismada evocación de los recuerdos. En todos estos registros y en las pausas y transiciones que van pautando los cambios en el estado de ánimo de la protagonista Jeannine Mestre se encuentra igualmente cómoda y pletórica de recursos, encontrando la temperatura exacta de cada escena y el punto de equilibrio entre “être possédé par une oeuvre et la poséder”, como sugería Louis Jouvet a sus actores.

Vestida con elegancia pero sin ostentación, con movimientos estudiados y una dicción clara y precisa la actriz explora los recovecos del texto, va y viene del pasado al presente siguiendo fielmente el hilo de los recuerdos: de una ceremonia nupcial a los preparativos de un funeral; de la soledad en la fría y aséptica antesala de una UCI, a la cálida caricia de la brisa en un atardecer dorado en una playa de Malibú. Siempre dueña de sí misma sin dejarse amilanar por ese “efecto de torbellino” que amenaza con arrastrarnos en esos momentos críticos en que parece que todo a nuestro alrededor se desmorona. Y modula con igual maestría los acelerandos en la angustiosa y metódica enumeración de las circunstancias de un suceso, de los datos de un diagnóstico o de los pormenores de una autopsia, que los pasajes más reposados en los que se demora en la plácida contemplación del paisaje parisino desde la terraza de un hotel, o en la evocación de un imperceptible cambio de tonalidad de los cabellos de su hija.

Una escenografía sobria, con ocasionales subrayados sonoros y modificaciones de la luz que acentúan los momentos de mayor tensión dramática en el fluctuante estado de ánimo del personaje es otro de los alicientes del montaje; y una eficiente dirección de Juan Pastor, que consigue conjugar todos elementos de la puesta en escena para reflejar la intensa atmósfera emocional del relato, moderada, a ratos, por un riguroso enfoque analítico.




Gordon Craig.



El año del pensamiento mágico. Teatro de la Abadía.