martes, septiembre 27, 2011

miércoles, septiembre 21, 2011

TEATRO. La reina de la belleza de Leenane. "Los inestables cimientos de la cordura".


De Martín McDonagh.
Con: Maite Brik, Gloria López, Orencio Ortega y Pablo Gómez-Pando.
Dirección de Alvaro Lavín.
Madrid. Nuevo Teatro Alcalá.



Obligada a una convivencia forzada con su madre anciana y achacosa en un lugar perdido de la Irlanda profunda, Maureen ve consumirse irremediablemente su vida en la soledad más absoluta mientras deja escapar sin poder evitarlo las escasas oportunidades de ser feliz le ha ofrecido su rutinaria existencia. Esas estampas bucólicas de verdes prados y profundos valles envueltos en la bruma que encandilan al turista ocasional desde las páginas de huecograbado de los catálogos de las agencias de viajes, con su promesa de equilibrio y felicidad, representan para Maureen justamente lo contrario; para ella, ese paisaje idílico al que asocia su vida de renuncias atada a una madre insidiosa y tiránica simboliza la negación de la vida y la pérdida de la libertad y de la cordura.

Referencias de orden político aparte -sobre la rivalidad de ingleses e irlandeses y la condición de parias de éstos últimos frente a la hegemonía inglesa- la obra de Martín McDonagh tiene sobre todo una dimensión social y humana; analiza con inusitada agudeza y penetración cómo la persistencia de determinados patrones culturales en las relaciones sociales y familiares en reductos cerrados y deprimidos económicamente pueden propiciar comportamientos anormalmente violentos y atrabiliarios y abocar a las personas a la crueldad y a la locura.

Se trata de una pieza muy bien construida y con un desenlace inquietante y aterrador que pone en evidencia los inestables cimientos de la cordura; buena adaptación, en general, de Vicky Peña (quien la protagonizó en los primeros 90 dirigida por Mario Gas), aunque, a veces, el marcado acento meridional de los actores -excepción hecha de Maite Brik- desvirtúa un tanto el registro coloquial y/o ciertas expresiones originarias de otras latitudes. Destila cierto aroma de thriller psicológico, sobre todo en el permanente chantaje moral que Mag ejerce sobre Maureen y preludia el humor negro y la truculencia que el autor desarrollaría en obras posteriores, como El hombre almohada, estrenada también hace varios años en Madrid.

Buen trabajo de dirección (quizá haya demasiados tés y demasiadas papillas), y creo que Álvaro Lavin ha captado la esencia del conflicto y el tempo de la acción, con sus clímax y las explosiones de cólera de Maureen, y con las largas pausas en que madre e hija estudian sus argucias, sus silencios y los sobreentendidos en los que es pródigo el texto de McDonagh. Y hay asimismo un solvente trabajo de actuación, sobre todo en el duelo protagonizado por los personajes principales. Maite Brik está espléndida en el papel de Mag, una vieja refunfuñona que bajo su voz apagada y su aparente desvalimiento esconde a una bruja egoísta y manipuladora que saca permanentemente de quicio de Maureen (Gloria López), una mujer que está empezando a sentir los estragos de la madurez y que es la viva imagen del despecho, de la frustración y de un rencor pacientemente incubado día tras día en un doloroso y callado proceso de renuncias, de mentiras, de negación de sí misma y de miedo a enfrentarse con la realidad.


Gordon Craig.


La reina de la belleza de Leenane. Teatro Nuevo Alcalá.

viernes, septiembre 16, 2011

1000 razones para no dejar de leer. El tiempo y la modernidad.


"Estamos tan pendientes de la prima de riesgo, de los mercados de capitales, de las encuestas, de lo que dice Rubalcaba, de las tonterías de Mourinho y del narcisismo del nacionalismo catalán que no tenemos tiempo de enterarnos de lo que nos pasa y por qué nos pasa".

Pedro G. Cuartango en El Mundo, 14 de septiembre de 2011.

Lee aquí el artículo completo.

jueves, septiembre 15, 2011

martes, septiembre 13, 2011

1000 razones para no dejar de leer. La mezcla del pasado y el presente.


[...] "a los novelistas nos cuesta igual una escena de masas en la Gran Vía de Madrid en los años cincuenta que un encuentro furtivo entre dos amantes en un prado, una conversación a gritos en un bar de copas de ahora mismo que una larga panorámica sobre los cambios en la vida de un pueblo a lo largo de varias generaciones. Y sin embargo nos ha faltado demasiadas veces y nos sigue faltando la capacidad de atención y de recuerdo necesaria para contar la historia más poderosa que tenemos, que no es la del puro pasado ni la del puro presente, sino la de la mezcla de los dos: el pasado lentísimo que parecía eterno y de pronto cambió a toda velocidad, casi de un día para otro; y el presente que tantas veces se nos vuelve conflictivo o difícil de comprender porque parece que un pasado sin remedio lo ahoga; y entre el uno y el otro la mezcla de lo que en cada tránsito se pierde y lo que se gana, entre lo valioso que no se supo conservar y se malbarató y lo sórdido que perdura como una especie de condena". [...]

Antonio Muñoz Molina, Babelia, 3 de septiembre de 2011.

Lee aquí el artículo completo.

jueves, septiembre 08, 2011

TEATRO. El Nacional. "La venganza del bufón".


De: Els Joglars.
Con: Ramón Fontserè, Begoña Alberdi, Jesús Angelet, Enrique Sánchez-Ramos, Pilar Sáenz, Minnie Marx, Dolors Tuneu, Xavi Sais y Lluis Olivé.
Dirección: Albert Boadella.
Madrid, Nuevo Teatro Alcalá.



La figura del bufón, la de ese personaje risible, de apariencia torpe e ingenua pero sagaz y dotado de la dosis necesaria de impertinencia para atreverse a decir las verdades del barquero, metáfora de la actitud burlesca del humilde ante los poderosos, es una figura que resulta muy grata a Albert Boadella, no es de extrañar por ello que haya elegido Rigoletto como referente de este espectáculo que se reestrena ahora en el Teatro Nuevo Alcalá, una pieza operística cuyo protagonista es precisamente un bufón.

Recreación de un montaje de 1993, El Nacional se articula básicamente en torno al mundo del teatro, y de la ópera en particular, e incorpora muchos de los temas y motivos recurrentes de las obras anteriores de Joglars. En esta ocasión el blanco principal de sus dardos envenenados es el estado actual de indigencia moral y artística a la que se ha llegado en la profesión teatral como consecuencia de la excesiva burocratización de los sistemas de producción con estructuras anquilosadas y supeditadas a los poderes públicos por vía de la subvención; tampoco son eximidos de la sátira tonante de Boadella el despilfarro y los desmanes cometidos en la escena nombre de una modernidad mal entendida, de las ansias desmedidas de experimentación y de notoriedad de directores engreídos y megalómanos o del feroz exhibicionismo de los actores.

La obra nos muestra el envés de la escena, la tramoya de un gran teatro de ópera venido a menos por la crisis; allí, entre las ruinas de una fastuosa escenografía de un estreno de tiempos pretéritos, con una troupe de indigentes, hampones y músicos callejeros reclutada por el viejo “Paganini”, Don José, anciano acomodador del teatro, se propone la ardua tarea de hacer que renazca de sus cenizas el viejo arte del bel canto. Mientras hace recuento de los restos del naufragio en busca de una partitura que se acomode a sus deseos, los fantasmas de un pasado de esplendor en forma de evocaciones musicales acosan a este pobre loco, le reafirman en su quimérico y quijotesco propósito y le dan fuerza para combatir la ignorancia, la desvergüenza y la indisciplina de este grupo de desechos humanos motivados por intereses ajenos al teatro y enzarzados en continuas pendencias.

Hay en el montaje ecos de la picaresca, de Viridiana, de Buñuel -en las trifulcas de los mendigos que acoge la protagonista movida por su espíritu caritativo-, y hay en el personaje de Don José una innegable impronta de Vasili Svetlovidov, el anciano actor de El canto del cisne, de Chejov, que tras haberse quedado dormido en el camerino después de la función del día, despierta cuando todo el mundo ha abandonado la sala y tiene que enfrentarse a solas al horror de la escena vacía. La originalidad del personaje de Don José (Ramón Fontseré), radica en su pasión por la ópera, en su crítica al “vedettismo” y a la egolatría del actor, en su reivindicación de un teatro más artesanal y en su repudio del realismo; movido por su obsesión antirrealista y llevado de su afán pedagógico de predicar con el ejemplo se aprovechará de la presencia en el teatro de un engolado y pedante redactor de El País o de un arquitecto municipal para hilvanar algunos de los episodios más chuscos y truculentos de la obra, marca de la casa, y exponentes, a la vez, de esa corrosiva sátira social y política a la que no es ajena ninguno de los montajes de Boadella y que el respetable espera con indisimulada impaciencia.

Gordon Craig.

Teatro Nuevo Alcalá. El Nacional.

martes, septiembre 06, 2011

1000 Razones para no dejar de leer: la derecha, la izquierda y la cultura.


"Asqueado estoy de escuchar a mis colegas repetir que la cultura lo va a pasar fatal cuando llegue el PP. ¡Coño! ¿Es que acaso lo está pasando bien ahora? ¿Es que el PSOE y los otros partidos son inocentes de la catástrofe cultural que tenemos encima? ¿Acaso no encabezan los ayuntamientos socialistas la lista de morosos? ¿Es que en los feudos culturales de la izquierda no hemos visto mil y un casos de caciquismo, nepotismo, incompetencia en la gestión? Cada cual puede creer lo que quiera y votar a quien le de la gana, faltaría más. Pero quien diga que la cultura es de izquierdas y que se pone automáticamente en peligro con la presencia de la derecha está mintiendo".  

Ignacio García May, en El Cultural, 2 de septiembre de 2011.

Leer aquí el artículo completo en El Cultural.

lunes, septiembre 05, 2011