Con: Amparo Soler Leal, Asunción Balaguer, Alberto Delgado y Silvia Marty.
Ddirección: Carles Alberola
Madrid, Teatro Bellas Artes.
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Esta pieza, novedosa dentro de la producción teatral de Carles Alberola, nos habla de nuestros mayores, de su heroica lucha por la supervivencia en soledad, abandonados a su suerte en residencias e instituciones de asilo por sus seres queridos, varados entre la nostalgia de un borroso pasado y el horizonte impostergable de la desaparición (“el espanto seguro de estar mañana muertos”, escribió Rubén Darío). Y nos habla también de la dignidad, y del orgullo, y de la incomunicación y de las heridas del tiempo. Y plantea preguntas incómodas, que soslayamos con frecuencia, pero que todos deberemos respondernos cuando llegue la hora de la verdad.
La acción, abierta -y un tanto deshilvanada-, recrea el monótono devenir de los días de las protagonistas, Sofía y Encarna, dos ancianas viudas recluidas desde hace varios años en una residencia para mayores. En el pabellón destartalado y solitario donde transcurre la obra el tiempo parece haberse detenido, sus ciclos no los marca el reloj, sino las ocasionales visitas de Yolanda, la enfermera y único vínculo de las internas con la realidad exterior, y las imaginarias visitas mensuales de Fernado, el hijo de Encarna.
Un buen día, después de siete años de ausencia, Fernando aparece de verdad y su presencia desencadena un verdadero terremoto. Vuelven los reproches y las explicaciones, y el encuentro se transforma en un verdadero ajuste de cuentas del que no salen indemnes las protagonistas que se ven impelidas a confesarnos su auténtico pasado, no el que han inventado, el que reinventan cada día para vacunarse contra el virus de la tristeza y hacer más llevadera su existencia. Al final, las piezas del puzzle terminan de encajar y se atisba una esperanza de reconciliación con el pasado. Aunque también, ese puzzle que se acaba pudiera ser una metáfora de que se ha cerrado definitivamente el ciclo y de que el final está próximo.
Pese a la debilidad de la trama, sustentada en la acumulación de anécdotas, algunas escenas, sobre todo en la segunda parte, a partir de la llegada de Fernando, encierran verdadera tensión dramática y brindan numerosas oportunidades de lucimiento a los intérpretes. Alberto Delgado en su breve aparición muestra un arrepentido Fernado, inseguro y asustado; Silvia Marty es Yolanda, una joven solícita, sincera y bienintencionada, parece profesar un auténtico cariño a las ancianas. Amparo Soler Leal y Asunción Balaguer encarnan espléndidamente a sus personajes. Mientras que Encarna se refugia en sus fantasías para superar la tristeza, Sofía parece enfrentar con más valentía la realidad, pero ambas son igualmente vulnerables. Jovial, ocurrente y lúcida la segunda, la primera, posee una reserva de firmeza y de energía extraordinaria. Exhiben ambas un fraseo espontáneo y vivaz, el ademán justo, e incorporan a sus personajes toda una variada gama de sentimientos y emociones que el público recibe alborozado.
Una historia creíble y unos personajes verosímiles; unos diálogos vivos con las dosis justas de ironía y buen humor; un tema, en fin, de candente actualidad abordado sin complejos y sin sensiblería. Un atinado y oportuno espectáculo.
Gordon Craig.