[...] Nada más ponerse en marcha, ha habido que contar con el
viento. Venía de cara y les sellaba la boca con una manaza tibia como para
impedirles respirar. A Arsule el viento se le mete por la blusa como por su
casa, Le resbale entre los pechos, desciende por su vientre como una mano,
resbala entre los muslos, se los abarca, la refresca como un baño [...].
Renadío de Jean Giono.
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